Lo que debería hacer es dar varios cheques a Mariano, con hartos ceros, para que este los aplique en contrarrestar los excesos de la ola azul.
Según Beatriz Paredes, con dinero no se gana una elección, sino con dignidad. Pero cuando ese milagro se lo quiere colgar a los priístas, la corpulenta lideresa cae en la parcela de la incongruencia.
El dinero y los bienes no deberían ser el foco de una elección, pero como se aprecia, sirven de maravilla. Por ejemplo, hay indicios de que para líderes de grupos colocados en la cúpula encargada de engordar la votación para cierta candidata, el estímulo es una casa.
En este sistema aplica contar de doce en doce y, al parecer serían 48 las viviendas en juego. Otros materiales, programas, apoyos y un sinfín de atractivos factores ya se estarían entregando, con una precisión que no acepta el error, porque, sabe usted, se trata del conocimiento obtenido a través de un doctorado en ciencias electorales.
Así, con estos hechos le tapan la boca a la lideresa del PRI, quien resta importancia al dinero y supone que con una declaratoria de guerra a los oponentes de su candidato al gobierno, ha podido sustituir los recursos que en ese momento su partido es incapaz de otorgar para garantizar los votos necesarios en la elección del cuatro de julio.
Pero Beatriz no habló de renunciar a las mesadas que en su nombre cobraría a la administración corriente un señor de nombre Rolando Rodríguez Cámara. Tampoco habló de una línea tirada a decenas de seguidores suyos incrustados en la mencionada administración y, en realidad se limitó a formalizar y claro, a justificar los más graves niveles de pobreza a los que se enfrenta su partido desde hace doce años aquí en Tlaxcala.
Ha de ser por eso que decenas de desconocidos procedentes del Estado de México, de Oaxaca y hasta Veracruz, andan en tierras tlaxcaltecas con la encomienda priísta de fungir como cámaras del Gran Hermano, muy parecido al papel que desempeñan unos señores al parecer del Cisen, quienes cínica y descaradamente se sientan frente a ti, encienden su computadora, te apuntan con micrófonos direccionales y se hacen mensos, como si estuvieran tomando cafecito…
Seguramente es frustrante para la doña que un pupilo suyo la haya superado en mañas. La mapacha de hace años se espanta de los mapaches que ella misma procreó.
Entonces no le queda otra más que el discurso. Pero no con la calidad que suele hacerlos ante escenarios como los que le gustan, sino con códigos mediante los cuales envía mensajes para garantizar sus ganancias, porque sabe, las gruesas canas que peina Beatriz, si algo le han enseñado es a no pelear con el dinero.
Hoy se le ve platicando con Mariano, heredero como ella, de un sanchezpiedrismo que a estas alturas suena más a mito que a una doctrina efectiva para recuperar el poder.
No hay duda de que Mariano ha logrado una importantísima fuerza en su campaña, la cual ahora mismo lo tendría como tres unidades arriba de Adriana, en las preferencias electorales.
Así que Beatriz, si de veras es sincera con sus mensajes debería extender varios cheques con así de ceros a Mariano, para que este contrarreste la ola azul de beneficios y estímulos que, créame, exhiben a Beatriz como una mentirosa, porque en los hechos el dinero sí puede usarse para ganar una elección.
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