En esta elección, el factor Rosalía Peredo, pesa cada día más. Va a llegar al final y cómo les va a complicar las cosas a los que ya hasta repartieron puestos.
Ahora que las encuestas son como las llamadas a misa (la expresión original se refiere a las mentadas) uno tiene que tomar los resultados como de quien vienen, y a lo mejor interpretarlas de acuerdo con autoría, momento y congruencia.
Digo, si no tuviésemos contrastes tan marcados, como ocurre con la encuesta de Abundis (Síntesis) que da una ventaja de ocho puntos al priísta Mariano González y la de Gabinete de Comunicación (Milenio) que coloca a la panista Adriana Dávila Fernández, con una ligera ventaja sobre el tricolor, considerada como un empate técnico, podríamos confiar más en estos ejercicios, devaluados al paso del tiempo y, eficientes según el impacto mediático que causen.
En lo personal, ampliaría el abanico de los recursos técnicos, humanos y financieros, con los que cuenta cada abanderado, y luego aquellos, si se manejan con esmero y conocimiento, pues irán sumando las milésimas y centésimas necesarias para hacer una diferencia, o sea, el triunfo en las urnas.
Me llaman la atención los niveles alcanzados por Mariano. Sé de su disgusto porque lo consideremos el divo en esta obra, pero es precisamente por su temperamento de primer actor que ha logrado conmover a una cantidad importante de militantes y simpatizantes, determinados a jugarse el todo por el todo, con tal de que este llegue a ocupar la casa de gobierno, localizada en Tizatlán.
Su campaña concentra una contundente mayoría de activos en su promoción y, deja de lado los liderazgos en municipios y distritos electorales, en grupos importantes o concentraciones pequeñas. Ahí está fallando el equipo marianista. Todo lo apuestan al triunfo en la gubernatura como si una eventual ventaja en las urnas fuese acompañada de la fuerza necesaria para considerarse un gobernador fuerte, con bases sólidas.
Es curioso, pero en el caso de Adriana Dávila, el nivel de conocimiento que la gente tiene de ella es mucho menor que el de Mariano. Sin embargo, el orquestador principal de su campaña: Héctor Ortiz, ha dedicado tiempo a la confección de un rompecabezas mediante el cual su estrtuctura, el orticismo va por cuanto sufragio ande por ahí, lo mismo en carácter ideciso que, como un pobre decidido a convertirse en activista porque los estímulos lo convencieron.
Y vea si la riego. Cada uno de sus líderes ocupa una candidatura a través de alguno de los partidos, pequeños pero con amplias posibilidades de conservar el registro. Nombres como los de Orlando Santacruz, Felipe Morales e Irma Izozorbe, copan al PAN; pero otros como Margarito Pérez Carro y Jaime Montiel (ambos del feudo de Daniel Herrera Murga) hacen lo propio en el Partido Socialista (PS). En el Partido Alianza Ciudadana, puede usted ver nombres realmente emblemáticos en la baraja orticista, lo mismo que en Nueva Alianza, donde los compromisos obligaron al director de la orquesta a mover personajes cercanos y, hasta ponerlos a competir en otros partidos.
Es cierto, proyectos como el Partido Liberal, se la juegan con Mariano. Los seguidores del enfurecido Rubén Flores Leal , todavía líder moral de Convergencia hacen lo propio, pero en forma abrumadora, los mismos nombres de personajes incapaces de despojarse de una imagen nefasta como priístas, son la apuesta de Mariano en el lado complementario de su campaña (insistimos esta no solo consiste en la de gobernador).
Pasemos por alto las cifras arrojadas por encuestas. Supongamos que la elección consolida su división en tercios. Pues hay un fiel de la balanza. Se llama Rosalía Peredo Aguilar. Aunque el alcance logrado con su modesto partido, el Socialista, no podría bajo una lógica real competir contra los partidos nacionales, a final de cuentas contará con varios miles de votos, nada despreciables cuando la diferencia la hacen cientos.
Persistir como una alternativa más en la boleta lleva a los participantes al extremo y los despoja de votos por casualidad. Algo me dice que Peredo llegará al final. Es meritorio, sí señor y demuestra que en esta vida no todos se rigen por el pragmatismo. Creen en algo y se mueren en ese propósito.
Ahora, tomando en cuenta la resta que significa el PS hasta el cuatro de julio, firme, incluso creciendo, nos obliga a ecuaciones, claro, complejas, en las cuales pueden apreciarse factores de adición –como los liderazgos regionales sumados a la causa de Adriana Dávila – y de sustracción –como los viejos y antipáticos priístas que como hongos se adhirieron a la causa marianista -.
El resultado no es tan difícil de advertir. Y las encuestas, como puede usted ver, salen sobrando.
Por cierto, a partir de junio, según el complejo mapa electoral del adrianismo, la campaña va a ascender a la verdadera alianza Calderón-Ortiz, con métodos infalibles, anuncian sus operadores. ¿acabó la etapa de los chivos en cristalería y las gallinas con tremendos huevos? Yo creo que habrá acabado la improvisación y, comenzado la aplicación de la tremenda fuerza que significa la ciencia electoral en su máxima expresión.
Hasta con aliados perredistas haciendo campañas paralelas.
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