Pese a las claras restricciones constitucionales que debe acatar todo ministro de culto, el obispo católico de Tlaxcala, propuso dejar las votaciones en manos de la Virgen… como no hay instituciones…

Será que las instituciones mundanas regidas por la Ley andan de cabeza, en esta fase rumbo a los comicios del cuatro de julio que, otra institución pero de fe, ya decidió –como siempre – meter su cuchara mediante verdaderos despropósitos.

Una nota publicada por un periódico local dibuja el sombrío planteamiento injerencista al que apela el obispo católico de Tlaxcala, Francisco Moreno Barrón, quien argumentó ante una abundante feligresía una acción que debe pasar por el escrutinio de la autoridad: “dejó en manos de la Virgen de ese templo (de Ocotlán) la jornada del cuatro de julio próximo”, sostiene esta información que aparece bajo la firma del reportero Antonio Guarneros.

“Necesitamos que la Virgen se haga presente para que haya una amplia participación ciudadana y no sean unos pocos los que vayan a las urnas…”, es parte de lo que expresó el ministro católico.

¿Qué significa la presencia de la Virgen en un proceso electoral?

La Virgen de Ocotlán, en tanto un concepto etéreo, engloba un estado de ánimo al que con facilidad manipulan las intenciones (ocultas), los encargos (de absolución) y la pretensión (de multiplicar los votos amigos) de un personaje que ladinamente oscila entre lo sacro y lo legal para no incurrir, o al menos intentarlo, en la vulneración del artículo 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Moreno Barrón tiene la obligación de contener su propuesta de entregar el proceso electoral a un concepto etéreo absolutamente parcial que, en todo caso refleja el pensamiento sólo de una parte de los habitantes, los presentes en el discurso del prelado, pero al masificarse por escrito en la nota principal del diario de mayor circulación, adquiere una connotación de desafío al citado artículo.

El involucramiento de la Virgen en el proceso electoral, nos remonta a actos en los que la diócesis hace equipo con el poder ejecutivo de Tlaxcala, por ejemplo en el montaje de una exposición de arte sacro en el Museo de Arte local, el cual atropelló a una muestra pictórica con cartel internacional, cuyo exquisito contenido entre divino y sensual, sencillamente se mandó lejos de un estado donde intenta co gobernar el líder de los católicos, con la perversa complicidad de una autoridad que paradójicamente funda sus acciones en orígenes liberales.

Con ese antecedente de complicidad entre dos de los corporativos más poderosos en el estado, “dejar el proceso en manos de la Virgen”, deviene en un enunciado con elevada dosis de perfidia, donde se manipula a potenciales activistas cegados por una devoción extrema y una obediencia omnímoda al deseo, poco nítido de quien habrá con este logro, de conseguir valiosas prerrogativas de quien apuesta a proyectos de derecha y ultraderecha el futuro del estado.

En consecuencia hay una franca violación al inciso “E” del artículo 130 constitucional: “Los ministros no podrán asociarse con fines políticos, ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna”.

Moreno Barrón no tiene más alternativa que ceñirse a la Ley, pero si su función se da en un estado sin tal, debería respetar eso que en su ámbito suele llamarse “el valor de la verdad”, para renunciar a la pretensión, cada vez más popular, de exigir una parte de la tajada del pastel en cuya cocción participa, no como un aliado en calidad de ciudadano, sino como un sujeto que se sirve de un medio de comunicación escrito para masificar ideas que benefician a una causa en la política, mas no a la colectividad en general.

El obispo debería hacer votos de discreción, pues según vemos, está empeñado en vender la idea de la Virgen a los devotos con credencial, como una propuesta que atropella a los creyentes que también simpatizan con causas políticas distintas a la que impulsa el obispo. Su actitud alienta una exclusión espiritual recurriendo al fetichismo como una muestra de propósitos retardatarios.

Corrupción en Santa Ana en obra pública

Qué raro, verdad, que en el municipio donde el diezmo ya no es suficiente, la obra pública sea utilizada para cobrar una nueva y arbitraria cuota a los constructores. Si no le entran con el 15 por ciento del valor del presupuesto asignado, sencillamente no les pagan.

De nombre Jair, el director de Obras Públicas de Chiautempan, tiene mucho que explicar al Órgano de Fiscalización Superior (OFS) y, a las comisiones de Finanzas y de Obra Pública. Cómo es que hasta firma pólizas de ese quince por ciento. Seguramente el alcalde recibe su parte, así que su mínima obligación es ofrecer una explicación de por qué en su ayuntamiento se permite semejante abuso.