El Foro de Consulta Educativa celebrado el fin de semana en Tlaxcala dejó un pésimo sabor de boca, no sólo porque quedó evidenciada la incongruencia de un académico encargado de ese sector en el estado, sino que mostró la alianza perversa que ya se observa entre los dueños de la UAT y los futuros funcionarios federales que trabajarán en el próximo gobierno federal que prometió combatir la corrupción.
El secretario de Educación Pública en Tlaxcala, Manuel Camacho Higareda, no tuvo más que enseñar el cobre y su pobreza intelectual al asumir una actitud disruptiva durante el desarrollo del Foro de Consulta Educativa organizado por el próximo gobierno federal que encabezará Andrés Manuel López Obrador.
El ex chalán de la familia Ortiz regresó a la UAT y en esa trinchera decidió olvidar la férrea defensa y elogios que pronunciaba hace apenas una semanas en torno al Nuevo Modelo Educativo y a la Reforma Educativa impulsada por el hoy presidente de México, el priísta Enrique Peña Nieto.
Simplemente al cuasi poeta se le olvido la política priísta en materia educativa y sin ningún problema se sometió a la voluntad de las futuras autoridades del sector que estarán bajo el mando de Esteban Moctezuma Barragán, pues prometió que él y el gobierno de Tlaxcala se alinearán perfectamente a los esquemas de organización y de trabajo de la próxima administración federal.
Es obvio que su promesa de que Tlaxcala estaba comprometida con la consolidación del nuevo modelo educativo y que la presente administración estatal estaba involucrada con la puesta en marcha y eficiente operación del nuevo modelo en favor de la niñez y juventud fueron sólo palabras huecas y falsas.
Ese comportamiento de Manuel Camacho explica claramente porque el sistema educativo de Tlaxcala está convulsionado y porque los constantes conflictos en escuelas, así como el desorden administrativo y el manejo poco claro de los recursos de la Secretaría de Educación Pública en Tlaxcala.
Para las autoridades locales lo único que importan en materia educativa son las becas, lo cual limita al máximo su actuación.
El cinismo de Camacho Higareda es insultante, así como su entreguismo y lambisconería. Ese mediocre intelectual siempre va preferir sus privilegios que le da ser miembro de la burocracia dorada antes que mostrar una discrepancia con el proyecto educativo que impondrá López Obrador.
Otro punto que también necesitar ser aclarado es la relación que mantendrá el futuro gobierno federal con la Universidad Autónoma de Tlaxcala, pues la cercanía que muestran lejos de sumarles simpatías provoca rechazo y decepción.
La UAT asumió el control del mencionado foro y se adjudicó el derecho de admisión, situación que marginó a cientos de profesores y alumnos que no pudieron participar y en un momento dado hacer evidente el malestar que existe contra la familia Ortiz que tiene años controlando esa Universidad.
El nuevo rector de la UAT, Luis Armando González Placencia, el artífice de la cercanía entre esa institución y el gobierno de López Obrador camina por una zona pantanosa, porque aunque no lo crea el movimiento para exigir un cambio radical en la Universidad va en aumento y éste no se detendrá.
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