El ex gobernador Marian González Zarur no tiene empacho en desacreditar el primer año de la administración de Marco Antonio Mena Rodríguez. Si hoy en día hay un crítico del actual mandatario es el hacendado que no pierde oportunidad para mofarse de lo realizado hasta el momento por su pupilo.

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Una extraña relación es la que sostiene el actual gobernador Marco Mena con su antecesor Mariano González Zarur, porque el distanciamiento que ambos decidieron establecer no se ha traducido en una real ruptura como muchos aseguran.

La actual administración lejos de iniciar una investigación por las múltiples anomalías financieras que encontró y recibió, optó por encubrir y solapar actos de corrupción que hoy en día representan un estigma que cada vez se convierte en una carga más pesada para la imagen del gobierno menista que recibe acusaciones de encubridor.

Un claro ejemplo de lo anterior fue la postura fijada hace unos días por la Contralora del Ejecutivo, Maricela Escobar Sánchez, quien lejos de corroborar la corrupción de Mariano González aceptó que está limpiando su cochinero y que será ella la que solvente, a través de complejos documentos, los más de 200 millones de pesos que fueron observados durante el 2016.

Lo mismo hará con los otros 750 millones de pesos que siguen pendientes por justificar y que forman parte del ejercicio fiscal del 2015.

La inútil funcionaria demostró que no existe la intención de proceder y sancionar a algún funcionario marianista por esas graves anomalías, pues a casi un año de que la pandilla de Mariano González dejó sus cargos sólo el ex secretario de Salud, Alejandro Guarneros Chumacero, ha sido requerido para explicar y tratar de aclarar el destino de los fondos que recibió la dependencia a través del Seguro Popular.

Dicen que fue tanto el enojo del ex funcionario marianista que sufrió un infarto, pues según él nunca pensó que la actual administración le iniciara un procedimiento cuando formó parte del selecto grupo que operó para que Marco Mena ganara las elecciones de gobernador.

Mientras en otros estados donde también hubo cambio de gobernadores se habla de que varios ex funcionarios enfrentan procesos penales por corrupción como en Oaxaca, Veracruz, Chihuahua y otras entidades, en Tlaxcala sólo se sabe de un procedimiento que difícilmente terminará en alguna pena para el involucrado.

Pronto los menistas y marianistas enfrentarán otro desencuentro por las candidaturas rumbo a las elecciones del 2018.

Veremos si logran ponerse de acuerdo y salir unidos para enfrentar a la oposición que amenaza con dar la pelea. Las posibilidades de que las diferencias crezcan son latentes, situación que debe preocupar más al actual grupo en el poder porque es el que deberá entregar buenas cuentas al PRI y a su candidato presidencial.

El principal damnificado del distanciamiento entre menistas y marianistas es Mariano González Aguirre, quien cada vez tiene menor influencia y presencia entre la clase poderosa.