Pero se da en la etapa de mayor poder del presidente Felipe Calderón. Y forma parte de la estrategia calderonista que aniquila al pacto federal y convierte a las entidades en apéndices del gobierno federal.
Gabinete, plan de desarrollo y, desde luego, planes de contingencia, son atribuciones inconstitucionales de la administración federal. Y el que se oponga desaparece.
Así opera la Derecha.
Tan acostumbrados que estamos en Tlaxcala al exceso de democracia, ese que según Tulio Hernández, nos rompió la madre que, de regreso el autoritarismo, nos sentimos vulnerados.
Hay que establecer diferencias entre lo que son Adriana Dávila y su equipo, con el papel que les toca desempeñar ante el omnímodo poder centralista.
Ya funciona en Sonora. El gobernador Guillermo Padrés Elías, es una figura decorativa con un empleo singular: hace como que trabaja de jefe.
Y así, bajo esa condición, es uno de los 32 hombres más poderosos de México.
Vistas las cosas, Adriana Dávila Fernández, será –si sus adversarios se lo permiten – una más de los más poderosos de México que llega en forma circunstancial.
Pero al gobierno de Calderón le faltan menos de dos años. Y la inminente llegada del PRI a la Presidencia podría cambiar el escenario.
Por lo pronto la Derecha de Calderón se da el lujo de aplastar al grupo político más poderoso de Tlaxcala. Intentó hacerlo en Aguascalientes pero no pudo. También en Veracruz y la ecuación no le salió. Se topó con sendos gobernadores que no le permitieron consolidar sus planes.
En Tlaxcala, Héctor Ortiz, se halla en plena batalla para que se respete su hegemonía local. Unos, sus integrantes castrados ya se apuntaron para hacer campaña por “Adrianita”. Otros ven en este escenario la alternativa de cohesión.
Pero todo lo que pasa es miel para los oídos de Mariano González Zarur, a quien se le presenta la oportunidad en charola de plata.
Hay que esperar el veredicto del respetable.
Como hemos visto, en la lucha por el poder se vale de todo. Al menos en la política mexicana. Y para un gobernador con excesos, un Presidente con más excesos. Nada más que el mandatario local gobierna a un estado que electoralmente significa el uno por ciento del interés nacional. El otro en cambio, todo lo manda.
Y nosotros somos simples votos.
Simples ciudadanos sin más oportunidad que ser testigos mudos de esta disputa por los millones.
Ojalá las carretas de dinero que ofrece el gobierno federal sean para bien.
Ojalá que no nos convirtamos en un estado receptáculo de venganzas, en caso de que la voluntad popular salga de los esquemas previstos por unos y otros.
Adriana Dávila, es por tanto un instrumento de la Derecha en sus planes de expansión. Quién sabe como tome el pueblo de Tlaxcala esta acción.
Perla López Loyo, por su parte, asumió de súbito el liderazgo ante cientos de activistas que todo lo tenían preparado para dar tremendo revés a los planes de Calderón. Dicen que ya tenían listos 30 millones de pesos para ganar.
Pero con el dedo del Presidente no compiten.
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