El alumno y el maestro tendrán un primer agarrón por lograr el control de la dirigencia estatal del Partido Revolucionario Institucional. Mariano González reclama esa posición y la buscará para influir en el proceso de designación de candidatos que participarán en las elecciones del próximo año.

Marcomena

La decisión está tomada y Blanca Águila Lima tendrá que dejar la dirigencia del PRI en Tlaxcala, con el propósito de dar entrada a un nuevo líder que se comprometa a entregar buenos resultados en las elecciones del 2018.

En las últimas dos elecciones presidenciales en el estado, el PRI ha sido incapaz de lograr el triunfo ante Andrés Manuel López Obrador, quien goza del respaldo de los tlaxcaltecas cada vez que su nombre aparece en las boletas.

Cuando al más alto nivel se analizó la viabilidad de dejar como presidenta del Comité Directivo del PRI a la lideresa de los trabajadores del sector salud en Tlaxcala, se llegó a la conclusión que Blanca Águila no era la persona indicada para generar la unidad en las filas tricolores, por lo que en unos días más se publicará la convocatoria para renovar esa posición.

Águila Lima ya fue notificada y sabe que su permanencia en la dirigencia del PRI en Tlaxcala es pasajera, de ahí que haya optado por tener un bajísimo perfil que implique el menor desgaste posible.

Lo interesante de la renovación del PRI, es que el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez y el ex mandatario Maiano González Zarur pretenden llevar mano en la designación de la persona que asumirá el control del partido, con la finalidad de influir en los procesos internos para elegir candidatos al Senado y a las diputaciones federales y locales.

Marco Mena estaría pensando en el actual diputado local Arnulfo Arévalo Lara para la dirigencia del tricolor, mientras que González Zarur tendría en sus planes a algún ex funcionario como Ubaldo Velasco o Ernesto Ordoñez.

Sin duda, el cambio de líder del partizado en la entidad acentuará las diferencias entre Mena y González, porque los desencuentros seguirán y más cuando el ex mandatario impulse a uno de sus dos hijos -la actual delegada de Sedesol Mariana González o el diputado local Mariano González– para lograr la nominación para el Senado de la República.

La prioridad del hacendado es su estirpe y como plan B jugará con otros nombres que le garanticen lealtad a su proyecto, por lo que puede descartar a Ricardo García Portilla, Anabel Alvarado Varela y a Rosalinda Muñoz Sánchez.

Aunque Ricardo García diga que goza del respaldo nacional y local para convertirse en senador, lo cierto es que la estructura electoral que tenía y que estaba incrustada en el gobierno federal y estatal fue advertida para dejar de operar a favor del ex secretario de Finanzas, por la sencilla razón de que no es bien vista su adelantada promoción rumbo a los comicios del 2018.

El posicionamiento y la popularidad no serán factores determinantes en Tlaxcala para ser candidatos en las elecciones presidenciales del próximo año, pues está claro que después de Marco Mena hay otras cualidades que serán ponderadas entre los aspirantes a un cargo de elección popular.

Con la renovación de la dirigencia del PRI se empezará a aceitar la maquinaria del partidazo y se verá que tan acertada fue la decisión del gobernador Mena de incorporar a su gabinete a operadores políticos que tendrán la consigna de ganar Tlaxcala en el 2018.