Vea usted lo que es capaz de hacer un diputado cuando se lo propone… Hizo gente bien a varios a los que se creía del arrabal…
Cuenta la fábula escrita por Robert Browning que una aldea alemana infestada de ratas, fue asistida por un hábil sujeto quien, a cambio de dinero consiguió llevar a esos roedores, ayudado únicamente por las notas musicales que salían de su flauta, a un río donde murieron ahogadas.
Entre el Palacio Legislativo y el río Zahuapan hay poco más de una calle de distancia. No vaya a ser que los habitantes de ese recinto, que encarnan la plaga aquella ocurrida en junio de 1284, dirijan sus zapatos con todo y lo que estos conducen, a las pestilentes aguas de dicho caudal.
Pensábamos que el único converso al encanto pecuniario –así lo narra su inventor Rubén Flores Leal – era el aguerrido (ajá) diputado naranja, quien cobró celebridad al pisotear los documentos básicos del partido de Dante Delgado y, declararse autor del texto que propone cárcel a la mujer que decida practicarse un aborto.
Consistente en reformar el artículo 19 de la Constitución local, esta súbita adopción de tan piadosa actitud sumó, para la sorpresa de todos a otros legisladores, veintitrés ellos, dispuestos a batirse con el enemigo que trastoca los valores y le mueve el tapete a las familias bien de Tlaxcala. Sí señor. Ninguna mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo. Hierro a la que cometa la afrenta de tomar la iniciativa. Hay que hacerla caminar y escupirla. Hay que cocerla con leña verde en una noche de música coral donde las túnicas y las máscaras hagan una mezcla espantosa para vituperar a la ciudadana que abuse de su condición pensante.
De dicho atuendo ha de salir una cola de rata. La misma que se relaciona con la fábula con la que iniciamos esta entrega.
Tras el flautista de Hamelin (versión Tlaxcala, conocido como José Juan Temoltzin) han de ir cuatro perredistas: Víctor Briones Loranca, Antonio Mendoza, Miguel Atlatenco y Macario Saucedo. Tres priístas: Arnulfo Arévalo, Aristeo Calva (el hermoso), Oliverio Pérez. Del Partido del Trabajo y afecto al penetrante olor del queso se apuntó Mateo Morales y, no podía faltar la diputada verde, Eloísa Espìnosa.
Estos, aliados al amorfo bloque panista hacen mayoría. Así se las gastan.
Andan atrasados. No han visto la corrección hecha por Beatriz Paredes a su retardatario planteamiento, el mismo que desató la más cruenta metralla en contra de la líder nacional del PRI.
Pero no les importa lo que la gente opine de ellos. Lo que les interesa es el calor que se siente cuando se puede avanzar con un asunto como la reforma al 19 que, muy contento ha de tener a los grupos de la ultraderecha (así también los llama Beatriz) los cuales, creo han de estar encabezados por un ministro religioso llegado hace poco a tierras tlaxcaltecas, en cuya puerta hay guaruras, como nunca le hicieron falta al anterior inquilino de tan sacra morada.
Pero hay que recordar que al flautista de Hamelin le quedaron mal con la recompensa. Entonces, dice la fábula, regresó y se llevó a 130 chamacos de aquella aldea.
No vaya a ser que Hamelin Temoltzin vea insatisfechas sus pretensiones y recule en la ayuda ofrecida al patrocinador de este cuento. Y quien no lo crea capaz es porque lo acaba de conocer.
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