Estamos ante el rotundo fracaso de un sistema económico tratando de imitar a los gringos, nada más que allá el dinero todo lo arregla y acá, solo prosperan los poderosos
Mientras los encargados de la seguridad en Tlaxcala ven en un medio digital –no dicen cual- a uno de los culpables de la psicosis de secuestros, atracos y extorsiones en el estado, en el otro extremo, llamado de manera genérica: “las redes sociales“, late una incesante necesidad de comunicación.
No es difícil ver el fondo de este desequilibrio. La autoridad, hace mucho fue rebasada. Opta por una amañada velocidad de tortuga y el férreo cinismo de quienes no piensan ceder ante el tsumani social de inconformidades.
Pero la autoridad no es ninguna neófita en materia de redes. En el pasado proceso electoral contrató montones de expertos en estos ámbitos, bots los llaman, y son capaces de hackear cuentas y conflictuar servidores porque para eso cobran.
Pero la autoridad ha sido incapaz de usar a esos mismos bots para interpretar el grado de certeza de los mensajes en redes, la probable mala fe utilizada, o que se trate de anzuelos usados por los mismos grupos delincuenciales, a los cuales tampoco deben serles ajenas las redes sociales.
Es decir nos encontramos ante una autoridad bien mañosa. Si le conviene manipular en Facebook, twitter u otra de las tantas que existen, lo hace y destina recursos ilimitados pues sabe muy bien que parte de la voluntad popular revisa sistemáticamente sus perfiles o sus cuentas.
Pero no se trate de temas que los saquen de sus sitios de confort mediante las creativas verdades, ya sea en memes, críticas y pequeños artículos, publicados en el momento justo en que el coraje y la frustración se encuentran hasta arriba y los hacen virales.
Ahí tienen ustedes a Oreste de Jesús Estrada Miranda, el comisionado de Seguridad Pública, alertando contra las redes y un medio digital, como responsables de la psicosis en el estado.
¿Por qué contesta usando un medio oficial y no opta por interactuar en las redes?
Ah, es un funcionario muy inteligente. Sabe que la gente lo haría trizas. Y como no le gustaría exponerse al fuego cruzado de Face o Twitter, entonces acude a las reuniones, casi de ayuda mutua, con otros funcionarios iguales de ineficientes que él.
Por ejemplo, Napo Ordóñez – el que nada más ve la luz roja del semáforo – y así, entre dos con un padecimiento en común, inventan soluciones a la medida de sus estropeadas mentes.
¿Qué es mejor para ellos, llamar secuestro a lo ocurrido hace tres semanas con la señora Pérez Moctezuma y su hijo en Apizaco, o tirar toda la mierda que puedan a las redes sociales?
Para ellos, lo segundo. Porque ya tienen un pie fuera de la administración. Porque pese a su mediocridad van a cobrar un aguinaldo de este tamañote. Porque lo que a los demás cause sufrimiento, a ellos les hace lo que el viento a Juárez.
Bueno no comprenden que hasta ellos mismos están expuestos a las garras criminales, como ocurrió hace un par de meses con el director de Recursos Materiales del gobierno, Jorge Capiz Jasso, secuestrado y asesinado por una supuesta banda mexiquense de plagiarios, por cierto encarcelados allá en el estado de México.
¿Les es productivo dar una vigilancia efectiva y con alta tecnología a los ductos de gasolina o diésel?
Pues parece que no, porque de no ser por la venida del Ejército Mexicano, estos especiales funcionarios, no dejan de ver el vaso medio lleno.
No, pues así como no vamos a ser uno de los cinco estados más seguros del país.
Esta expresión fue inventada por algún gobernante reacio a mostrar la realidad de Tlaxcala y temeroso que dicha realidad incidiera en los montos presupuestales o en su monopolio para decidir sobre los destinos de esos dineros.
Entonces las redes sociales se han convertido en un poder más: el Popular, el juicio inmediato que lleva al paredón virtual a los funcionarios como Oreste de Jesús, o Napo Ordóñez, y el patrón de ambos, Mariano González.
Y eso no lo soportan. Por eso lo niegan y emprenden luchas incansables contra las mujeres y hombres, mayoritariamente jóvenes, hartos de ver su ineficiencia y sin pelos en la lengua para llamarlos por el nombre que merecen a través de sus cuentas en redes.
Sistema fallido
Si en algo ha contribuido el gobierno de Peña Nieto con el País, es a destrozar la economía y a hacer más honda la zanja entre ricos y pobres.
Hemos copiado el estilo de vida de nuestros vecinos gringos. Pero con diferencias abismales. Allá, el dinero abunda; de hecho, los billetes pueden llenar todas sus expectativas. Es su dios, su medio, y en buena medida el factor que les posibilita lograr sus propósitos.
Aquí no. Podríamos asegurar que nuestros valores son superiores, y no dependemos del dinero para hacer las cosas.
Pero al intentar un sistema idéntico al estadounidense, nos hemos quedado cortos con el uso del dinero como medio para encontrar solución a todos nuestros problemas.
Parte de nuestros valores es creer en la fortaleza del Estado. Queremos ver en nuestras autoridades a los representantes de un Estado vigoroso y dispuesto a aplastar a los criminales.
Mantenemos viva la flama de la esperanza respecto a gobiernos honestos y líderes con compromiso social.
¿Y cuál es nuestra realidad?
Magnates de nuevo cuño, como Mariano, con billetes suficientes para competir con cualquier rico del mundo.
¿Y dónde quedó su palabra empeñada, gracias a la cual recibió en 2010 el voto que lo hizo gobernador?
Quedó en la plataforma del engaño y la mentira, mediante los cuales los priístas de su monta alimentan un orgullo interno a base de fastidiar a los que más puedan.
Mientras los gringos se hacen millonarios con sus empresas, acá en México los Peñas, los Duartes, los González, se hacen multimillonarios metiendo en esquemas de empresas suyas a los negocios de los gobiernos.
Debemos ver que la psicosis es el resultado lógico al estilo neoliberal alentado desde Salinas a la fecha, donde podemos ver con toda claridad cómo nos ha llevado al abismo cuando por cada OXXO que se abre, decenas de misceláneas tienen que cerrar.
Nuestros productores de carne, sencillamente no pueden competir con los productos importados con subsidios de sus gobiernos de origen. Y por el estilo están los productores de leche… en fin la lista es larga.
Entonces, esos grotescos ricos mexicanos (y tlaxcaltecas) salen a la calle en autos blindados, con guardias personales armados y con una visión despreciativa hacia las clases populares, entregadas en charola de plata a los criminales, secuestradores, extorsionadores, atracadores.
Esa es la gran diferencia.
La gente se organiza
Ya son tres semanas del secuestro de la madre de familia apizaquense.
El gobierno guarda un silencio asqueroso, culpa a un medio digital y a las redes sociales.
Los apizaquenses no pierden el tiempo. Se reúnen, cooperan, unos venden comida, otros cantan, todos juntos colaboran con la familia en desgracia.
El gobierno insiste en ver moros con tranchete en las redes sociales.
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