Cada grupo quiere sacar raja en estos últimos días de un marianismo, indolente e irresponsable, como su inútil paseo a Europa
Oigan, ya vamos para cuatro meses de aquella controvertida elección del cinco de junio y nada que se ratifique el triunfo del priísta Marco Mena.
O sea, el ganador está en el limbo. No puede aparecer, de manera enérgica y contundente, ante sus seguidores para palomear a quienes lo acompañen en esta aventura de cuatro años y ocho meses, y ante sus detractores, para buscar el adecuado mecanismo de cicatrización.
Es la hora, por ejemplo en que los diputados de esta Legislatura se siguen dando atribuciones que, bien lo saben, ya están fuera de su alcance; como designar al titular del Órgano de Fiscalización Superior (OFS), sabiéndonos inmersos en ese sistema vertical que sigue dotando al Ejecutivo de facultades supraconstitucionales.
Seamos honestos. Estamos hechos bolas porque el negocio de la revisión de cuentas –hoy con chico edificiote bueno para poco- es una prerrogativa del gobernador en turno, con tal abundancia que salpica a diputados integrantes de la Comisión de Fiscalización y ahora, hasta a la Junta de Coordinación, claro sin faltar la cereza del pastel que es el propio auditor mayor.
La sola posibilidad de nombrarlo tiene estresados a los actuales legisladores. Se han propuesto sacar todo lo que puedan de las cuentas públicas en proceso de revisión. La tardanza ocasionada por el cambio de magistrados en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) decanta en este caos.
Sumémosle las irresponsables vacaciones del gobernador a Europa. La inseguridad, en niveles nunca imaginados.
El resultado es este hoyo negro en el bastón de mando, este vacío de poder que nos tiene a un tris de ser un estado sin leyes, donde los poderosos cínicamente se apoderan de bienes, y franquicias. Se reparten los municipios. Y hasta las zonas de tránsito de personas, de paso de camiones con cargas valiosas, los ductos de PEMEX.
Este es un río revuelto. Y como a todos nos consta los ganones han sido, en primera instancia el gobernador Mariano González Zarur y sus familiares. Les siguen los diputados, casi al parejo que el llamado crimen organizado, varios alcaldes, presidentes de partidos, líderes, en fin en este momento Tlaxcala acuña la voz popular: quien tenga más saliva traga más pinole.
Miren si la dilación del TEPJF no va a ser lesiva para el estado.
Se supone que en este momento el gobernador electo pasaría buena parte de sus días cabildeando en el Congreso de la Unión, en Hacienda, los mejores presupuestos para Tlaxcala.
Deberían haber puesto a funcionar una comisión, de transición aterciopelada. El gobernador Marco Menadebería ser consciente de los múltiples pendientes. Y distribuirlos entre los generados por la propia dinámica del gobierno y aquellos, responsabilidad de Mariano, que él debe resolver en este trecho, o por lo menos generar los mecanismos para su solución.
Digo, nadie es más responsable que Mariano para cumplirle a Cemex con el pago de 500 millones, para devolver las dieciséis patentes de notarios, ilegalmente canceladas, para buscar una solución al robo de las 11 mil toneladas de fertilizante, para defenderse como perro acorralado de las denuncias por daño patrimonial interpuestas ya por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en temas como la opacidad en el Sector Salud.
Ya veo a los grupos, hoy dedicados a medrar donde ven algo fuera de su lugar, besando las botas de Mena en cuanto el Tribunal ratifique su triunfo.
Ya veo declaraciones apresuradas de Mariano, argumentando una responsabilidad administrativa solo atribuible a seres superiores como él, defendiendo así con ese nivel de mentira, su grave responsabilidad del hundimiento de una entidad federativa, como ocurre con Tlaxcala.
Muera el rey…
Ahora que veo al diputado Juan Corral en una especie de despertar espiritual – tras una prolongada etapa de bajo perfil – confirmo la tesis de que encabeza al grupo más poderoso del panismo en pos de la candidatura al Senado.
Escenario uno. Va el diputado Corral haciendo mancuerna con la diputada Minerva Hernández Ramos, la panista de circunstancia que desde su paso por la secretaría de Finanzas con Alfonso Sánchez Anaya, se ha convertido en experta negociadora de posiciones (sabe cómo usar sus reservas). El panismo tlaxcalteca viviría otra grave crisis, agravada porque el adrianismo habrá cometido nuevamente el exceso de quedarse con todo el pastel.
Escenario dos. Juan Corral haciendo mancuerna con Aurora Aguilar. Aquí entenderíamos la apuesta de equilibrio entre los seguidores de Margarita Zavala Calderón y los de Rafael Moreno Valle. No se nos hace descabellada la jugada, porque en ambos casos la causa común los mueve a pegarle a Ricardo Anaya.
Y hablamos del despertar de Corral porque de una actitud pasiva, se convirtió en el golpeador a Sedesol por consigna. Como si su grupo no supiera de los manejos turbios en las delegaciones federales. Como si no nos diéramos color que su intención es golpetear a Mariana González Foullón, la sólida delegada mientras su apá siga siendo gobernador. Pero como le restan noventa y ocho días, pues exactamente en ese tiempo pasará de sólida a un vulnerable personaje a quien panistas, perredistas y desde luego… priístas, tendrán en la mira.
Opino que estos ciclos golpeadores del adrianismo miran ya con desdén al neurótico viajero manchis y han comenzado a afilar lanzas, pensando en nuevos y más efectivos frentes (pegarle a la delegada de Sedesol puede serles productivo).
Deberían ser más cuidadosos porque, cuando Juanito Corral habla de la pérdida de decenas de miles de empleos buscando responsabilidad en la Sedesol y sus altos mandos, omitió hacerlo en los medios nacionales y se limitó a cubrir nada más nuestras limitadas fronteras estatales.
Eso, a Luis Enrique Miranda Nava, sujeto de las confianzas del presidente Enrique Peña Nieto , le hace lo que el viento a Juárez. Equivale a declamar una poesía en medio del desierto.
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