¿Quién gana, quién pierde con los dos movimientos difundidos ayer?… ganadoras, está por verse, perdedores sí: Mariano González Zarur y Marco Antonio Mena Rodríguez.
La dimisión de Serafín Ortiz Ortiz (PAC) y el cambio de chaqueta de Guadalupe Sánchez Santiago (antes PRI radical, hoy reciclada en el PAN), son el arranque formal de una batalla electoral donde las fichas aparentan moverse con una lentitud notoria, mas los autores o autoras intelectuales han calculado el impacto con precisión de cirujano.
La descendiente del gobernador Emilio Sánchez Piedras, usó su paz interna para detonar lo que había retrasado generación tras generación. Nunca antes fue capaz de librar al fardo su ex cuñado, Mariano González Zarur, colocado enfrente de ella para bloquearle intento alguno de crecimiento.
Soñó con heredar el nivel de su padre pero, mujer del sistema como es, generalmente antepuso la comodidad a sus convicciones y aguardó hasta ver marchitos aquellos gestos de joven-rebelde-bien, mejor en el extranjero que en el rancho; mejor en la arrogancia de la sangre azul que socializando, como hoy lo hace, y de buena forma. El tiempo sin embargo, es implacable.
Serafín desmonta
El académico se pasó por un exigente filtro. No alcanzó los niveles que esperaba, y mejor ha puesto los activos propios y los del grupo comandado por su carnal, el ex gobernador Héctor al servicio de algún proyecto, que por lo menos sea una oposición real a Mariano, pues esa ha sido la condición puesta a sí mismo: me bajo, pero para tirar al bigotón…
Hecho lo anterior le llegó el momento de cotizar.
¿Que significaría reactivar aquella alianza Calderón-Dávila-Ortiz? Bueno, por lo menos algo difícil de creer aunque no imposible, primero por el pragmatismo de Adriana Dávila Fernández, quien antes sentenció que el PAN mejor solo que mal acompañado, luego sombrereó a los Ortiz y acabó dando la joya de la corona albiazul a una política que ni al caso.
Dicen que en el ánimo de los orticistas esa posibilidad dividiría los 60 mil votos que representan. Tal vez una fracción pasaría por alto volver a hacer equipo con la Dávila, pero una mayoría parece recordar los momentos difíciles de 2010, cuando Adriana se convirtió en una extensión de los desplantes del presidente Felipe Calderón Hinojosa y nunca pensó en la posibilidad que los votos no la favoreciesen.
Ya había mandado su avanzada
Tal vez ustedes coincidan con que la presencia de los orticistas Daniel Herrera Murga y Víctor Cánovas Moreno, no ha sido fortuita en el equipo de Lorena Cuéllar Cisneros.
Obligada por la autodestrucción perredista a conformar su propia estructura para no ser ni subastada, ni vendida mediante el ejercicio natural de ese partido, pudiera Cuéllar sacar raja política de su eventual alianza con el orticismo.
Al día de hoy carece de un coordinador formal de su campaña, y las desconfianzas entre las que subiste la dotan de un protagonismo absoluto. Por eso digo que Jesús Ortega Martínez, el vendedor más grande de México y su auto nombramiento como principal de este proyecto, equivale a la mirada perdida de un Agustín Basave Benítez, un cuate que no da una como líder de la Izquierda progresista de México.
¿Quién pierde?
Claro que Mariano González Zarur, cuyo nostálgico tono de despedida ayer durante la carrera de la familia, comenzó a mostrarlo con el deseo profundo de que alguien se faje bien los pantalones y logre su partida porque aquí su ciclo tiene rato de haber concluido.
La alianza de Guadalupe Sánchez Santiago con Adriana Dávila Fernández, dio a la senadora panista la oportunidad de exhibir al proyecto fallido de estadista en que devino el criador de toros. Y si otrora fueron aliados, hoy la guerra está declarada. Y la de Apizaco ha subido a su carro a una de Tetla (allá están los orígenes de los Sánchez Santiago), y con ello se da la oportunidad de hablarse de tú con esos machos antimujeres.
Pierde Marco Antonio Mena, porque cuesta abajo como va con ese discurso, indefinido y pusilánime, ayer llegó al límite cuando los panalistas ni siquiera hicieron por difundir las palabras suyas dadas durante la protesta como abanderado de esa candidatura común PRI-Verde-PANAL- Peredo.
Pierde porque la mago Peredo Aguilar, ha tomado tal fuerza pese a lo que electoralmente es, que hoy se le ve alardeando de encabezar la operación para el triunfo de Marco Antonio.
No me cabe la menor duda que el PRI está tocando fondo y, solo algo extraordinario lo podría salvar de la dolorosa derrota cantada con meses de anterioridad.
Goleada
Dos anotaciones se dieron en el marco del tricolor: la muy probable conformación de una alianza importante con Lorena Cuéllar y los Ortiz, y la forma grotesca en que dejó al PRI aquella miembro de una familia realmente priísta.
Lo peor es que el PRI permanece inamovible.
Y eso detonó el replanteamiento de nutridos grupos que, una vez conocido el juego dado ayer, decidieron reorientar la suma suya para acudir a las urnas.
Entiendo que ha sido doloroso para esta causa tricolor observar el éxodo de liderazgos y potenciales votos.
Insisto, esta es la guerra. Nadie está contra su voluntad en ella. Se disputan cinco años de poder.
Mientras las mujeres se mueven, el hombre candidato helo ahí, congelado.
Y eso que aún no se da la dimisión de Edilberto Algredo.
La cosa es hacer bulto.