Su atropellado paso por las finanzas del OPD Salud de Tlaxcala no es su mejor carta de presentación, pero es carnal del secre Napo Ordóñez… ¡faltaba más!
Chorros de árboles, anuncios espectaculares y postes viejos, o miserablemente colocados, se vinieron ayer abajo con los tremendos vientos helados que también se encargaron de derrumbar otros estorbos, como uno llamado Crispín Corona, que tanta luz le robó al Órgano de Fiscalización Superior (OFS).
Hay indicios que nos convencen de que los días de este potentado están contados.
Es más, dos nombres ya se barajan para ocupar ese disputado puesto, sinónimo de poder del que dotan a una volutad las posibilidades de extorsionar a gobiernos municipales o entes públicos, cuyas cuentas públicas pueden ser reprobadas, o no, dependiendo de las condiciones, los momentos y el ánimo del titular, de su impulsor (mesié manchis) y de la cantidad de billetes que esté en juego.
Uno de ellos es el célebre Joel Trinidad Ordóñez Carrera, carnal del naposecre, el secretario de gobierno colgado 24 horas de los alambres donde los pájaros escuchan hasta las conversaciones más privadas. De atropellado y conflictivo paso por las finanzas de la Secretaría de Salud, al carnal del titular de la Segob los que saben de estos menesteres pueden verlo temporalmente en el cargo y con suerte, como encargado de despacho.
Ocurre que el cuesta abajo mariano va aparejado con una pérdida de convocatoria entre diputadas y diputados, priistas y convenencieros, a quienes les llegó la etapa electoral, esa que no comparten ni con su mecenas Mariano González, sobre todo ahora que ya va de salida.
Entonces, los veintidós votos de la mayoría calificada, necesarios para dar al sucesor de Crispín Corona el carácter de titular, nomás ya no los puede reunir el temperamental bigotón, a quien la crisis de fin de sexenio lo sorprendió como al tigre de Santa Julia.
¿Qué significa esto? Bueno, pues que de hacerse una realidad la llegada temporal de Joel Trinidad Ordóñez, pasados unos meses ya en el nuevo gobierno podría ser ratificado, si el control del Legislativo queda en manos tricolores.
En caso contrario, ya verán la forma de acomodarlo para asestarle el esperado puntapié en el trasero, pues debe recordar que si el gobernador cada vez manda menos, en peor situación se halla el chapis, su hermano el secretario de Gobierno.
El zopilote
Sin importarle expedientes con la justicia y hasta encuentros poco amables con los federales, un tal Gregorio Cervantes, también ha manifestado su abierta postura para competir por el codiciado trofeo llamado OFS.
Ya veremos sus cualidades para promoverse ante los nuevos protagonistas; tarea nada sencilla porque consta de dos pasos. Primero saber quiénes van a quedar, acomodarse para plancharles su pista de aterrizaje y, de ser preciso en sus apuestas, entonces convencerlos del sinigual negocio en juego.
El legado de Crispín
No se le ha de recordar por su ética y por sus ideales de transparencia. A Crispín Corona, personajes como Carlos Ixtlapale, Alex Ortiz u Orlando Santacruz, seguramente le habrán levantado un monumento, pues tan eficiente fue –para sus intereses- que a lo negro lo hizo aparecer como blanco y a los dineros malhabidos les dio un uso que hay que ver vida que se da el encargado de supervisar los estados financieros en el estado de Tlaxcala.
Capaz de palomear cuentas del ejecutivo entregadas en legajos en blanco, es el que está por terminar su vergonzosa titularidad en el OFS candidato a una urnita en la rotonda de los sinvergüenzas.
Esa falta de convocatoria
Bueno, el asunto de la renovación en el OFS puso al descubierto un fenómeno muy simpático: ha manguado ya ese poder mariano que al chasquido de sus temblorosas manos hacía que las voluntades estuviesen listas para recibir instrucciones.
Hoy, es el gobernador que más manda. Porque manda y manda… y pocos lo obedecen. Otros intercambian miradas cómplices y hacen como que obedecen pero en realidad nada más le ven la oreja.
En esa carga que se fue derechito al relleno sanitario la alianza perversa aquella con Adriana Dávila y su grupo de incondicionales cuya química con Mariano caducó.
No crean que es cosa sencilla. Decenas de pendientes eran sostenidos por los prianistas que, al ver el estado de descomposición del señor González Zarur, primero se taparon la nariz y luego le dieron la espalda, antes de dirigir sus pasos a proyectos menos despreciables.
Así acaban los políticos del estilo de Mariano. Solos, viviendo intensamente en el mundo de frustración, a manera de pantalla gigante que a cada momento de su existencia les muestra lo que pudieron hacer pero no hicieron.
Y todo salió a relucir por la irrelevante pero inevitable sustitución de Crispín Corona en el OFS.
Qué cosas, verdad, si con la amplitud del edificio donde despachan pudiera medirse la efectividad de los encargados de aprobar o no las cuentas públicas, seríamos un estado ejemplar.
Pero qué hacen en la bola de oficinas, ante los cientos de computadoras encendidas al mismo tiempo.
1. Consumen energía para que no les bajen sus gastos.
2. Toman clases de inglés.
3. Se la pasan chateando.