La alianza para echar al PRI tiene cuatro elementos PAN-PRD y Lorena-Adriana, si no funciona así, su destino es el fracaso.
Una vez que la senadora Lorena Cuéllar Cisneros, fue declarada candidata de unidad de los perredistas, lo que sigue es buscar la alianza con la todavía senadora panista Adriana Dávila, buscando involucrar a los partidos.
Es el único camino para la suma de fuerzas que resulte en un proyecto capaz de echar al PRI de Palacio.
Una alianza de membrete, sin la convicción de Adriana para engrosar la conjunción Cuéllar-Dávila, es miel para los oídos del PRI, y por cierto su compleja problemática.
Pareciera que aquél plan original que se suponía acercó a Adriana con Mariano González, funcionaba al pie de la letra incluso en la posibilidad de la candidatura independiente. El poder del gobernador, la estructura del PRI y los grupos a sus pies, vislumbraban un éxito rotundo.
No contaban con que la recomendación del CEN careciera de simpatías hacia cualquiera de los tres marianistas: García Portilla, Anabell Alvarado y Marco Mena.
Los naipes que jugaban perdieron su orden. Y la candidatura independiente, de veras se volvió en tal. Pero sin el apoyo del marianismo en todo su apogeo y aún menos de los votos orticistas que en su momento sacaron a Adriana del anonimato, su propuesta es más de emociones que se realidades.
Que chistoso, la alianza PRD-PAN depende del estado de ánimo de la panista. ¿Será que primero muerta a subordinarse a Lorena?
Y Dávila quedó acorralada entre el tiempo y el desdén por los demás.
No le ha resultado ser la extensión de las fanfarronadas de Margarita Zavala hacia la dupla que gobierna al PAN Anaya-Madero, “si no soy yo la candidata, me voy”.
Se olvidan que Felipe Calderón ya no es Presidente. Aquellas imposiciones que terminaron en fracasos no serán más pues hoy el pragmatismo de Ricardo Anaya, para ganar puntos o décimas de ellos, en lo que menos piensa es en los caudillismos extemporáneos con más lengua que cerebro.
En la otra esquina
Poco a poco la nube se disipa. Lo que al señor manchis le queda es obtener un buen precio por la estructura priísta que ha ido armando, gracias a los vulgares hurtos en la nómina de quienes hoy son tricolores generosos y agradecidos con su partido, porque en caso contrario los echan a la calle. Y también gracias al uso de dineros que seguramente tenían usos distintos, sobre todo para atender a los pobres, a la salud, la seguridad, la cultura.
Ni todo el botín puede ser para el CEN de Manlio Fabio Beltrones y la lectura clarita de la plaza Tlaxcala, como tampoco Mariano está en posibilidad de salirse con la suya. Bueno, ese partido dio poder y dinero a un tahúr y hoy paga las consecuencias.
El PRI en 2010 apoyó en una situación de apremio a un tipo que le resultó respondón, osado, desleal e ingrato. Así fingió haber recuperado el poder. Y ha tenido largas jornadas de reflexión para analizar de cuerpo completo a este energúmeno de la política, mitad hacendado y mitad jugador, tan mañoso que ha sido capaz de poner precio a la poderosa estructura para hacer grande a quien se proponga.
Algunas jugadas se le cebaron. La alianza con Adriana es una de ellas.
Pero su apuesta mayor: desmantelar a Lorena Cuéllar es para él una religión. Nada más quitarle la posibilidad de la alianza PRD-PAN es el mérito del bigotón como para que su partido no se deshaga de él como muchas veces lo ha pensado porque, manchis es un todo un caso…
Y he aquí la última alternativa de un jugador herido de muerte. Va a acabar por reconocer a quien sea el o la apuesta del CEN. ¡Hombre, pero si yo te hice… y te quiero… y siempre he estado contigo!
Ya lo vemos pronunciando esas frases, igualito que una suegra desesperada por encontrar un buen partido para su desacreditada hija. Claro, aquí hay que ser muy claros. Toda súplica de González ha de pasar por el filtro donde ni sus trampas ni sus excesos van a tener inmunidad.
Por todos ellos va a pagar un precio con intereses leoninos.
Ok, estamos hablando de tahúres tricolores. Nada más que manchis es como del tamaño de un hámster, y Manlio Fabio Beltrones, más grande que un canguro.
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