Los marianistas deben guardan sus ímpetus y dejar de soñar que son el único grupo al interior del PRI.

marrano

A partir de hoy a Mariano González Zarur le restan 415 días de gobierno, pues el 31 de diciembre del 2016 deberá dejar el cargo y dar paso al próximo mandatario o mandataria que gane las elecciones del 5 de junio del 2016.

No hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla. El hacendado si bien se prepara en el terreno administrativo, al grado de tener casi listos los libros blancos para llevar a cabo el proceso de entrega recepción, en el ámbito político se resiste a aceptar que su influencia vine a menos y que muchos de sus fieles subordinados pronto sentirán el desamparo del poder.

Entre los marianistas existe la torpe idea de que dominarán las candidaturas a las diputaciones locales y a las presidencias municipales, como si fuera el único grupo al interior del PRI con derechos para apropiarse de dichos espacios.

Pensar que el PRI de Mariano González pueda monopolizar la mayoría de las candidaturas que estarán siendo disputadas en la próxima jornada electoral es una utopía, porque simplemente el tricolor para garantizar la unidad que necesita para ganar la gubernatura, el Congreso local y la mayoría de los 60 ayuntamientos requiere repartir posiciones a todos los grupos.

Si González Zarur logra la hazaña de imponer a su delfín Marco Antonio Mena Rodríguez como candidato a gobernador y también hace lo mismo en las nominaciones más relevantes para alcaldes y para diputados locales, el resto de los priistas se sentirán discriminados y empezarán a buscar cobijo en otros proyectos.

Minimizar la presencia y trabajo de los otros grupos priistas puede ser un error grave de los marianistas, porque si algo han aprendido los votantes tlaxcaltecas es el efecto bisagra que ha permitido castigar al tricolor en las urnas cuando ha sido necesario.    

Los movimientos que realizan algunos marianistas de cepa para buscar una candidatura a un cargo de elección popular carecen de sentido, como el caso del contralor Hugo René Temoltzin, quien alucina con convertirse en el próximo alcalde de la capital del estado, así como Marianito González Aguirre que está obsesionado con ser diputado local por el distrito de Apizaco.

También hay otros marianista que han sido más discretos en sus aspiraciones, pero que hasta el momento de nada les ha servido esa cualidad, porque simplemente su jefe político no los considera para participar como abanderados priistas, como es el caso de su Oficial Mayor, el dócil Ubaldo Velasco Hernández o el engreído secretario de Gobierno, Ernesto Ordóñez.

El hacendado gobernador sabe que al dejar el poder enfrentará otra realidad y que a partir de ese momento lo único que le preocupará será él y sus hijos, de ahí que sus funcionarios deberán estar preparados para enfrentar por si solos cualquier acción administrativa o penal que se inicie en su contra.

El primer mensaje en ese sentido lo dio hace una semanas el propio Mariano González cuando reincorporó a la nómina oficial al ortinotarioprecioso Rubén Flores Leal –compadre de Mario Marín-, quien dicen que habría recibido la petición del gobernador de proteger a su hijo cuando deje el cargo, pues a partir de 1 de enero del 2017 serán unos ciudadanos más donde las escoltas, las camionetas, los viajes en helicóptero y demás excesos quedarán en el recuerdo.

Los suspirantes se mueven

Conforme avanzan los días los nombres de políticos que buscan un cargo de elección popular se multiplican, pero hay que decir que en algunas encuestas serias que se han levantado los resultados han sorprendido a varios.

En el caso de un distrito del sur, le cuento que el perredista Josué Cisneros Cirio tiene mejor posicionamiento que el ex alcalde de Zacatelco Felipe Sánchez y que el edil de Tepeyanco Adrian Xochitemo Pedraza, quien hace unos días fuera presentado por el líder del PRD en Tlaxcala, Manuel Cambrón Flores como un portento de político que en realidad resulto sólo un petardo.

En Apizaco se comprobó que el alcalde Jorge Luis Vázquez Rodríguez no vive su mejor momento entre los electores, por lo que su única opción de verse como diputado local sería a través de la vía plurinominal.

En Chiautempan el diputado local Florentino Domínguez sale bien posicionado y representa la mejor opción que tiene el PRI para recuperar ese ayuntamiento que gobierna el petista perredista Antonio Mendoza.

En lo que toca al municipio de Xaloztoc la diputada local Sinahí del Roció Parra Fernández no crece y sus aspiraciones para lograr la nominación del PRI a la alcaldía se le han complicado por su gris trabajo en el Congreso del estado, de ahí que las preferencias las tiene Rafa Coca que representa una opción novedosa.

Ricardo, Anabel y Rosalinda ya son populares

Aunque se había asegurado que los diputados federales dejarían de tener recursos para poder canalizarlos a sus distritos en diferentes obras, resulta que esa partida se mantendrá  y que ahora los legisladores federales del PRI por Tlaxcala, Ricardo García, Anabel Alvarado y Rosalinda Muñoz dispondrán en conjunto 60 millones de pesos, es decir 20 millones por cada uno.

Sin duda cada uno le sacará provecho y no me refiero al moche que podrían obtener por repartir y etiquetar esos recursos en Tlaxcala, sino que tratarán de expandir  su influencia y presencia ahora que encabezan a la nueva clase política. La mira para los tres está puesta en el Senado para los comicios presidenciales del 2018.

Y aunque Rosalinda Muñoz ha tenido poca presencia en los últimos días, esto se debe a que la oriunda de Tlaxco en breve se convertirá en mamá.