Planta baja del Meliá, en el café Miró; Mariano se ve por primera vez en perspectiva, como complemento de una alianza infalible.
Respecto a los resultados obtenidos en Tlaxcala por dos casas encuestadoras en la última semana de octubre (Parametría y Consultores y Marketing Político), habrá que percatarse del golpe de timón en el comportamiento de los partidos políticos.
Según Parametría, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) dejó el penoso 12 por ciento, del cual le era imposible salir, bajo la dolorosa premisa de que no se votaría por ese instituto en circunstancia alguna, tras reiteradas demostraciones del caos en el que sus militantes incurren.
Y se situó en 23 unidades.
A varios esta cifra les parece un exceso. Pero es la conclusión a la que llega aquella firma y, mientras no se demuestre lo contrario, pues por lo menos hay que dar el beneficio de la duda.
El PAN, por su lado, no podía encontrar mejor calificación que la dada por Consultores en Marketing Político: 56 de cada cien lo aprueban. Yo creo que por eso más de uno empeñaría su misma alma para ser favorecido como abanderado.
Es descubrir el hilo negro, pero con esta lectura caemos en la cuenta de que es imposible un eventual triunfo del PRD, de no aliarse con el PRI el cual, gracias a la inercia a nivel nacional ha pasado de la tercera fuerza, a una segunda.
De tal forma que hablar de una alianza PRI-PRD nos hará ver en julio de 2010 una elección equilibrada, con enormes posibilidades de que ese binomio –aderezado con la chiquillada – será capaz de hacer lo que Fox con el PRI.
Claro que dicha alianza requiere una verdadera vocación de conformar un equipo que, como están las cosas sería encabezado por una candidata joven, Minerva Hernández Ramos, y secundada por los activos de quien se perfilaría como factor de sacrificio que, a la larga pudiera alzarse con un triunfo mucho más significativo que colocarse los laureles en la sienes.
Acertó. Me refiero a Mariano González, cuyo arrastre es indiscutible entre priístas y un gajo de los perredistas, pero que ya dio de sí y comprobó que sus canicas, quizá no son suficientes. Al grado que, su principal promotor, el responsable de la refundación del PRD, el senador Alfonso Sánchez Anaya, llegó a conclusiones poco halagüeñas para el maduro priísta.
ASA diría al respecto que, en calidad de refundador de su partido tiene que inclinarse por algo con cierto grado de seguridad. Y eso no está ligado al papel del ex alcalde apizaquense, vamos, no garantiza que el grupo político del senador pueda aspirar a un cobijo. Y ya no aguantan.
Veremos entonces qué actitud toma el temperamental criador de reses bravas pues, en su lenguaje parece no existir la palabra humildad y, en consecuencia, resultaría un exceso verlo como un segundo de a bordo en el equipo que piensa ir a la caza de Héctor Ortiz.
He aquí el riesgo de que la elección se componga por tercios y que, el señor González conforme un híbrido de alianza, con el Partido Verde y hasta con Nueva Alianza –son escenarios posibles – con lo que acabará por restar votos a la frustrada alianza PRI-PRD, quitar votos a la apuesta perredista y, por tanto, beneficiar al candidato o candidata orticista-panista.
Y mire que González así lo dibujó en el Miró en una reunión de hace poco, donde no le quedó más que reconocer que el trecho entre él y Beatriz se ahonda, como también se enrarece la posibilidad de que se corone con los colores del tricolor.
A final de cuentas esa cumbre coincide con el resultado de Parametría en la medición hecha en el PRI, donde la alcaldesa de Tlaxcala está por arriba del ex diputado federal.
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