Menguado, Mariano ha tenido que descifrar el mensaje traído por una dirigencia vigorosa, mitad partido, mitad Peña donde, los manchis, no son sino unos sirvientes…
Esta fue la primera visita de Manlio Fabio Beltrones y Carolina Monroy, como la mancuerna de un PRI en plena reestructuración. No podía faltar la gente. De eso se encargó Marianito. Y si de alguien fue el destape, pues fue de él en pos de la candidatura a alcalde de Apizaco o, mejor, de diputado local por ese distrito, eran el XV y XVI, pero con la redistritación del INE, priva la confusión.
El otro… destape, se suponía era de Marco Antonio Mena Rodríguez. Y sí, le revelaron el paquetazo frente a él para organizar a su partido y hacerlo ganador, por lo pronto en 2016, cuando Mariano emprenda el vuelo.
Mas nunca lo ungieron precandidato. Ni siquiera lo mencionaron.
Curtido en la diplomacia, el sonorense no regateó elogios a la administración de Mariano. Viniendo de él, las porras lo mismo fueron un acto de buylling a un político decadente en cuya antesala de la mejor vida, aceptó sumiso la condición planteada a domicilio, y en la primera cita agendada:
Él se debe encargar de poner la mesa. El partido se reserva los posibles nombres.
¿Adónde va la gente?
Acabaron los discursos y los nuevos dirigentes nacionales comenzaron su partida. Un primer cinturón de marianistas impidió el paso a cualquier personaje excluido de la selecta lista de quienes besarían la mano del sonorense, antes de besar sus pies y exponerle el deseo de la gente, verdad, de impulsar una candidatura equis con grandes posibilidades de triunfo.
Se hizo el tumulto. Fuerzas con ese propósito cumplieron su cometido. Nadie más pasó a ver a Manlio Fabio Beltrones y a Carolina Monroy. El aldeanismo de esos aprovechados los debe haber motivado –encabezados por Marco Antonio Mena- a pensar en la cercanía de los líderes como garantía del éxito de sus carreras políticas.
Hubo la consigna de no dejar pasar a ciertos personajes, ya no solo incómodos sino de susto para la graciosa comitiva pro Mena.
Por ejemplo, a la delegada de Sedesol, Anabell Ávalos Zempoalteca, ni siquiera la dejaron acercarse. Es más, siendo una priísta con entrañable amistad lo mismo con Peña Nieto que con Rosario Robles, la sentaron allá por la tercera o cuarta fila, lo suficientemente lejos de Manlio, no fuera a ser que se animara a levantarle la mano.
Lo mismo pasó con Noé Rodríguez Roldán. Cualquiera podía pasar, menos él. Una línea tirada desde el alto mando así lo ordenó. Y a quienes ocuparon de imponerla se la rifaron.
Faltar al discurso
Según Marco Antonio Mena, al PRI le hace falta acercarse más a la gente. Hizo exactamente lo contrario. Los miles de acarreados aguardaban afuera para saludar a sus líderes. Pero estos no aparecieron.
Entonces esa desaprovechada militancia vio que personajes como Anabell, salía un tanto contrariada por la exclusión mariana de la que fue víctima. No le fue mal. Cientos hicieron la otra cara del acto priísta, espontánea, ya libre de la parafernalia mariana.
A Noé le fue igual. Parece que ser incómodos para el grupo en el poder redituó ganancias a estos dos delegados federales.
Mariano, la fuerza mengua
Testigo del vigor con el cual Manlio Fabio Beltrones, planteó las nuevas reglas del juego, al gobernador no le quedó más que apelar a los estatutos del partido… esperar los tiempos, para no parecerse a esa antipática oposición, tres de cuyas senadoras andan muy movidas solidificando sus respectivos proyectos para contender por la gubernatura.
¿Dónde quedó el Mariano que definía fechas y mantenía a todos a la expectativa? Quedó parado sobre el montón de tierra que políticamente ya lo reclama.
No tuvo más que mostrarse dócil. Nada tonto, verdad, a que a Manlio no le hace uno de sus desplantes.
No tiene más alternativa que acatar la instrucción dicha entrelíneas. Le toca organizar, y al partido –y a la cercanía anunciada con el Ejecutivo Federal- palomear.
Si de algo sirvió el tumulto de ayer fue para ver lo dispuestos que están muchos a preservar ese horrible protocolo, de arrastrarse como bicho ante los tlatoanis. Se olvidan que las decisiones no se toman en ese momento. Acaparar a los invitados es evidencia fotográfica de esos necios que siguen viviendo en el PRI de hace treinta años.
El brujo de Apizaco, embrujó
El Pana es la gracia de lo viejo vuelto un derroche de talento, capaz de lidiar no solo a los Jandilla, como ayer, sino de imponerse a figurones del tamaño de Morante de la Puebla.
Pero esa gracia desborda con el acero, y la mirada, y el hacer polvo con el desgarbo capaz de levantar a los malagueños de sus lugares, y estallar en aplausos mil.
Enhorabuena al paisano, porque miren, una oreja ganada a pulso en el coso de Antequera, compartiendo hombros con Alejandro Talavante –dueño de dos apéndices- es tan meritorio que al ver el nombre puesto de Rodolfo Rodríguez en la plaza de Apizaco me obliga a quitarme el sombrero y lanzarle al brujo un olé bien merecido.
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