Sus abanderados dieron pormenores de su patrimonio al IMCO, ojalá hiciera lo mismo el coordinador de esos esfuerzos, cuya conciencia no es la caja de cristal con la que juró gobernar
Algo mejor que hablar de transparencia habría sido menos lesivo para el PRI. La expresión no pasa de ser una ocurrencia que sirve de ventana para contemplar los pendientes del marianismo, que injustamente se apoderó del Revolucionario Institucional.
Revela la vida que en una burbuja la vive para presumirla el teórico fuera de sintonía, Marco Antonio Mena, un diputado que hoy alardea de encabezar al partido de la transparencia, que se pasó un año enterito bloqueando iniciativas en el Congreso.
Me da la impresión que el gober duro entre los duros se convirtió en sopa de migas para sus operadores. Les soltó la lengua. A Marco lo deschavetó.
Mejor sería detener el terrorismo laboral. Cambio todas las declaraciones del señor Mena, por una que revelara una nómina libre de la voracidad mariana. Un poco de paz para los trabajadores que hoy sacrifican sus tiempos libres, y a veces hasta los de trabajo, para persuadir a un universo de votantes so pena de quedar sin chamba.
Que Mena nos hable de la caja de cristal de su dueño. Y sus contenidos. Y el cambio de discurso tras aquellos seis meses de güeva total, pereza mental y eliminación de compromisos.
Al difundir que su instituto político vigila el orden y la legalidad, nos vuelve a convencer de que su contribución tal vez la haga recostado en su hamaca de Lira y Ortega 8, o acaso en la de Allende 31.
Cuando permita un poco de realidad a su mundo virtual, dimensionará el papelón hecho, ante sus tres abanderados, ante la militancia, ante la gente amedrentada y ante la raza en general.
Si le cae el veinte es capaz de desaparecer de esta tierra.
Falta calidad moral
Tener al sobrino como líder de la Coparmex en Tlaxcala es para Mariano una demostración más de que a los viejos gobernantes les gustaba ver la oreja al tejido social, y luego pregonar una lucha imaginaria por su resarcimiento.
Tenemos la suerte de habitar un estado que a diario se reinventa.
Supera este tipo de faltas, pero por la fortaleza de su gente, por sus buenas raíces y por su instinto de sobrevivencia.
Aquí somos capaces de almacenar en un disco duro que con conocimiento superior los propios policías acreditables se dedicaban a secuestrar gente.
Y en ese legítimo deseo de una entidad en paz, nos cerramos a escenarios violentos como los que se viven en el norte y occidente del país.
Por menos de lo que cínicamente ocurre en Tlaxcala, entidades como Tamaulipas o Jalisco habrían tenido un baño de sangre.
Allá los grupos están muy al día sobre los abusos, porque quieren ser los primeros.
Acá, las cosas son distintas. Nadie dice nada. Todos sueñan con el día calmo que permita buenas ventas al negocio. Lo demás poco les afecta.
Por eso desaparecen once mil toneladas de fertilizante y nadie mueve un dedo. Por eso, funcionarios son capaces de construir ranchos formidables y ofensivos, pues del otro lado de sus bardas campea la desesperanza.
Eso no lo ve el híbrido líder de la Coparmex en Tlaxcala.
Al contrario. Animado por la bonanza que para su negocio-universidad significa el parentesco con el licenciado sin título, no tiene sino expresiones de elogio en los que la funcionaria con más millas acumuladas ha sido puesta en un altar, aunque haya dejado ir a Audi.
Es un caso parecido al de Marco Mena. Una burbuja dentro de la cual hay comida cara y zapatos buenos; no como en las casas de los jodidos, donde hasta las tortillas escasean.
Y la explicación no puede ser más sencilla. Se trata de una casta haciendo lo imposible por cobrar hasta intereses a la raza que se atrevió a generar por ejemplo un reparto agrario, y con ello rompió la tenencia de todo Tlaxcala en unas cuantas manos.
Son esas manos y la bola de gorrones que las acompañan las que en su papel de fuerzas reaccionarias, protestan porque el indio no tiene derecho a ser una persona digna.
Y les ha indignado que académicos u opositores detenten el poder. Nadie más que ellos cuentan con el dedo de Dios en sus cabezas pelonas y grasosas para gobernar, sí, por voluntad divina.
Como han perdido elección tras elección, hoy atacan con todo.
Y se valen de los pobres para afectar a los pobres.
Así trabajan.
Allá ellos y su mala cabeza.
Allá quien los escuche, y participe de sus planes perversos.
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