Hasta podría parecer que una mano negra causa destrozos en uno de los gremios más influyentes del estado… lo veremos, dependiendo del nivel de la división creada.
Si Edgar Tlapale Ramírez, actuó de motu proprio para destronar a la familia Erazo Rodríguez pues, por sus fueros destapó el avispero, y hasta le hizo la chamba al interés superior que hoy ve satisfecho la grave división al interior de uno de los sindicatos más influyentes de Tlaxcala, y que desde inicios de la administración se ha comportado como su detractor.
Si obedece órdenes de Mariano, es muy probable que estemos ante el inicio de una larga e innegociable pugna, donde ambos bandos harán hasta lo imposible por conservar su membresía, pero sólo uno dispondrá de las prerrogativas de quien firma los cheques.
Cerca de doscientos mil pesos mensuales de cuotas no son despreciables, y menos cuando los dos mil y tantos agremiados hacen lo que no la familia Erazo: trabajan.
Pero desconocer de súbito a quienes lo impulsaron para alcanzar la secretaría general del Siete de Mayo, nos pinta de cuerpo completo a un líder gremial por lo menos, impredecible.
Ninguno baja la guardia. Hay que ver el acalorado encontronazo al interior de la sede sindical. Volaron vidrios, sillas, reconocimientos y sobre todo, la relativa estabilidad que durante décadas ostentó el gremio de burócratas.
Y mi sospecha crece conforme pasan las horas. Alguien con el resentimiento tan profundo como el del gobernador hacendado debe tener metidas las manos en esta fragmentación, utilizando los métodos más arcaicos… lo que con el tiempo sabremos si se trata de la creación de un sindicato charro para mermar la convocatoria.
La lógica nos lleva a pensar en el encarcelamiento de Guadalupe, sus familiares o… todos, bajo la premisa mariana que no perdona, por ejemplo las leyendas aquellas que, al hacer reclamos al gobernador, también servían para impulsar a candidatos contrarios en los últimos procesos electorales.
Indefinición
Hábil para utilizar los mismos que otrora le fueron opositores, el mandatario estatal ha dejado correr los hechos y crecer los odios.
Y nadie reclama la autoría de los drásticos cambios en la política del Siete de Mayo, donde el equivalente a Elba Esther en el SNTE, la familia Erazo, fue humillada, obligándola a regresar a sus respectivas plazas laborales.
¿Cómo aceptar semejante ofensa?
¿Cómo, Tlapale ha resistido la reacción de los Erazo?
¿Por qué Tlapale optó por el rompimiento, sabiendo que su puesto de secretario general estaría en riesgo, tal como ocurrió en una rápida asamblea donde fue desconocido?
Profundo parecido
Podría parecerse a la también súbita cacería de orticistas, el primero de los cuales –dejaron correr la versión- ha sido amparado por la justicia federal ante el obtuso proceso, cargado de razones políticas y venganzas, pero pobre en argumentos de carácter jurídico.
Dicen que esto podría detonar un efecto dominó en las doscientas cincuenta órdenes de aprehensión.
Andará un poco desorientado quien niegue que mucho ha tenido que ver la propia burocracia, alertada por los estilos marianos de mecha corta , escasa duración y reiterado fracaso.
En otras palabras, a la venganza mariana la neutralizan las filtraciones marianas.
¿Son indiscretos aquellos que atiborran sus bolsillos aprovechando los constantes descuidos de su alto mando por el desgaste que le provoca ser protagonista en los abundantes frentes abiertos?
No hay fuerza tan poderosa, capaz de secundar a las gonzalinas (embestidas de Mariano) son tantas y en todas direcciones que las grandes flamas con las que suele iniciar su fuego, acaban siendo unas brazas que se extinguen por su propia naturaleza… bofa.
Calyecac cumplió su amenaza
Y mandó traer a la fuerza pública para echar del Recinto Parlamentario a aquél periodista, o persona presente durante la sesión, que ose protestar por el bajísimo y vergonzoso nivel mostrado por algunos diputados, al grado que, ¡presentan graves fallas en la lectura de los documentos que más tardes serán leyes!
Es una actitud de intolerancia ignorante, un vil atropello que cubre la ineptitud de legisladores como el mismo Calyecac, tal como lo hacen los felinos con sus heces.
Esto es una vergüenza.
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