Somos los más pobres del país, sólo cuatro de cada diez tlaxcaltecas pueden pagar 701 pesos, que es el valor de una canasta alimentaria. Presumimos el año de la consolidación.

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Si al ejecutivo tlaxcalteca lo ahoga la emoción que dejemos atrás nuestra pobreza, y cita como fuente al  Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), otras mediciones han de incomodarlo, pues a veces lo contradicen.

En esta semana, Mariano entregó aparatos auditivos. Nada más satisfactorio que enfrentar a la sordera, esa que aisla a quien la padece, sea grande o chico.

Tanto se emocionó que, expresivo como es, llevó los problemas del oído al terreno de la metáfora: “el Gobierno de Tlaxcala no oye las demandas de necesidades y carencias de las personas, sino que las escucha y atiende”.

Debe ser estimulante dar ese tipo de ayuda. “Eso sí es hacer la tarea, atender a la gente, a los desprotegidos, a quienes más lo necesitan”, dijo González Zarur, apenas unos segundos después de su animado speech: “gracias al esfuerzo permanente para mejorar las condiciones de vida de la gente, Tlaxcala pasó del cuarto lugar de pobreza en 2010 en la República al quinto entre 2011 y 2012”.

Como se trata de las condiciones en que está la gente hay que escuchar otras versiones, como la del informe: “Así van los estados: semáforos económicos estatales”, elaborado por la organización México, ¿cómo vamos?, metas para transformar el país, según lo plasma una nota de La Jornada de Oriente.

100 sería la máxima calificación y 5.5, reprobado.

Tenemos encendido el semáforo en rojo, en lo relativo a las variables de crecimiento económico, generación de empleo, productividad, bienestar, inversión extrajera directa, Estado de derecho e informalidad.

En amarillo, las variables de fomento a las exportaciones, deuda pública y diversificación laboral.

Aquí, en el tema de productividad, una hora trabajada se tasa en 369 pesos, menos de la mitad de los 753 pesos que en promedio nacional se registro el cuarto trimestre de 2013.

Sólo cuatro de cada diez personas tiene capacidad de adquirir, con sus intresos, la canasta alimentaria.

Cayó la Inversión Extranjera Directa (IED), a dos décimas de punto respecto al porcentaje de la producción total. Esto es bajísimo, tan malo como lo que vivimos en 2012.

De las exportaciones mire cómo nos fue, alcanzamos 1.2 del Producto Interno Bruto, cuando el promedio nacional fue de 1.5.

Sí que nos ha ido mal. Nuestra economía decreció 3.9 puntos, y aunque no andamos en la ruina como Campeche, donde la economía se contrajo 14 puntos, nos corresponde un deshonroso segundo lugar nacional, arribita de Sinaloa, el tercer estado con peor economía, de -2.1.

Así que cuando uno ve al líder del PRI, Ricardo García Portilla, entregando pollitos, y al gobernador hablando de que se ha hecho la tarea, queda una como sensación rara, porque una cosa es el discurso y otra el bolsillo, el hambre, las malísimas condiciones de vida.

Cuando uno ve reuniones de muchachos francamente ricos, como los integrantes de Nueva Generación (bueno ni tan muchachos, Marco Mena ya no se cuece al primer hervor), queda esa mal sabor de boca… unos dedicados a tirar rostro, mientras seis de cada diez tlaxcaltecas no pueden pagar el precio de una canasta alimentaria.

¿Y en qué consiste esa canasta alimentaria?

Según el Coneval, en la capacidad de gastar 701 pesos mensuales para pagar lo que en ese lapso consume una persona en tortillas, pastas, carne de res, de pollo, pescadito, frutas y legumbre… todo muy medido porque se trata de la canasta rural, ni siquiera nos referimos a lo que puede comprar un empleado o un profesionista.

Hay que tomar en cuenta la inseguridad, lo que se llama caída del Estado de Derecho. Por ejemplo, hoy se roban más coches que antes. Pasamos de 79 a 89.8 por cada 100 mil habitantes, menor al promedio nacional de 124.5 vehículos por cada 100 mil habitantes.

Bueno ha de ser porque ya ni a coche llegamos.

La inexplicable parálisis

Un estado con ejecuciones como las registradas aquí, probablemente es destino de criminales huyendo bajo el efecto cucaracha. O tal vez ya tienen tiempo operando. ¿Y qué tal si son maleantes locales?

No sabemos.

Pero el apoyo del gobierno federal es más que necesario.

Ayer martes en la Ciudad de México, hubo robos en la Central de Abasto y asesinatos en la Gustavo A. Madero.

De inmediato, el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, anunció la presencia de Ejército y Marina, en la salida a Morelos y en otros puntos estratégicos.

Su reacción se dio horas después de ese repunto de violencia.

Aquí, ya se van a cumplir ocho días del hallazago de los restos de Andrés Hernández, ex secretario de Finanzas; semanas de los asesinatos en Tetlatlahuca y Tenancingo; de la agresión al subdirector de la Conagua.

Y no reaccionamos.

Nuestra autosuficiencia da a pensar malas cosas.

La consolidación

¿De qué?

Los datos duros contradicen a los alegres números marianos. Es falso que haga la tarea por la gente. Y el escaso dinero lo gastan comprando voluntades de diputados y financiando las campañas de los niños (del rancho).