El cambio de expresividad, de aquél autoritarismo atemorizante a las ocurrencias de verdaderos mamarrachos, motivó a la gente, incluso a los niños, a mostrar un profundo desprecio

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Tras el suplicio que han sido estos años, antes de llegar al de la consolidación, ahí tiene usted la respuesta de la oficialía mayor a la demanda salarial del Sindicato Siete de Mayo: “es como una cartita a Santa Claus”.

Con eso de que la clase empoderada está perdiendo el estilo: “no le busquen máscara contra cabellera”… “a mí el PAN me tiene miedo”… y ahora esto de las cartas a Santa, pues ya nada más falta que nos digan: “ahí muere… nos rajamos… esto de gobernar es bien difícil”…

No es pedir demasiado que un mandatario estatal se conduzca como tal a la hora de reconocer rotundos errores en la gestión ante el gobierno federal porque, se trata de un tema tan delicado como lo son las principales obras de su administración: Ciudad Judicial y Ciudad de la Salud.

Pero, en ese momento, lanzar frases derrotistas mezcladas con un humor de pésimo gusto, nos deja a la deriva cuando, se supone que hemos entrado en la etapa de más presencia, popularidad y fuerza… consolidación, sostiene el jefe del ejecutivo.

Las consecuencias no se han dejado esperar.

El rechiflómetro

En efecto, la reacción social al comportamiento superficial de la clase política con el presupuesto en la mano no demoró.

Y hemos visto dolorosas rechiflas, por ejemplo al ejecutivo estatal, ante un público mayoritariamente compuesto por niños, en Apizaco, donde actividades relacionadas con la activación física culminaron con una histórica silbatina a quien debe seguir pensando que la gente lo quiere.

Semanas antes la rechifla se la llevó el líder del PRI (antes manejaba la chequera del estado).

Maltrecho, sin el poder de su firma y al frente de un partido político realmente resentido con sus medidas que buscan cualquier efecto, menos el de la cohesión rumbo a un proceso electoral perdido de antemano, esta víctima de las rechiflas no ha tenido más que atestiguar la dramática caída a niveles jamás pensados de impopularidad.

Así, puede que esté pensando en auto nombrarse candidato por el tercer distrito electoral federal. La tiene bien difícil.

En este contexto de arbitrariedades, ¿cómo cree usted que reaccionará la clase trabajadora ante un oficial mayor que según vemos, vive despreocupado por situaciones laborales ajenas, ya que la propia la ha de tener solucionada?

¿Consideran ustedes que a estas alturas de la administración valga hacer declaraciones de plano agresivas contra un gremio mutilado, maltratado e injustamente privado de su derecho al trabajo?

¿Han hecho los funcionarios con la responsabilidad de sacar adelante al estado su mejor esfuerzo para elevar el nivel de vida de los tlaxcaltecas o, por lo menos para impedir su caída?

A la fecha se habla de viajes de placer a países como los Estados Unidos, pero no de una ambiciosa estrategia para llegar plenos a la dichosa etapa de la consolidación.

Las principales obras están clausuradas y, según vemos, las clausuras no van a cesar, porque si algo caracteriza a este sistema es su irresponsabilidad administrativa, pese a la intolerancia mostrada al inicio del sexenio.

Tendrá que llegar el fin para que el responsable de esta crisis comprenda que su oportunidad histórica fue desperdiciada en aras de saquear a un estado que por lástima le otorgó un voto, sin pensar en las consecuencias tan terribles que ello traería.

Hay que exigir a los funcionarios, crueles como el oficial mayor, una explicación creíble de su conducta. Emplazarlo a una declaración patrimonial honesta porque, miren ustedes, hay elementos para suponer que el año de Hidalgo se efectúa con un considerable adelanto.

¿Qué ha pasado con el responsable de la obra pública y el presunto nepotismo con el cual ha causado un verdadero daño a la economía del estado?

Sabemos que las pruebas, ahora que cambiaron los golpes en la mesa por un desdichado humor, se agolpan en una especie de avalancha imposible de detener.

Y también estamos enterados del cansancio con el cual ven en el Gobierno de la República al gobernador más débil por cuanto méritos para que un partido, el tricolor, pudiese ver lo que en otras condiciones le hacía lucir como baluarte en la entidad, no por pequeña con menos sufrimiento.