Vivimos la parte complementaria de un consejo general producto del autoritarismo, la rapacidad, y la misma empresa bajo sospecha de emitir boletas apócrifas para rellenar urnas.
Resulta francamente incómodo enterarse que la consejera presidenta del Instituto Electoral de Tlaxcala (IET), Eunice Orta Guillén, demande la intervención divina a través de una intensa actividad religiosa para que, de una vez por todas cesen las condenas a su lamentable papel a la cabeza de un consejo, francamente vergonzoso.
Poco a poco, nos damos cuenta de lo que siempre supimos cuando al IET lo conformaron las pugnas laborales que cada diputado y el propio ejecutivo, usaron como mecanismo para asegurar una parte de ese pastel, y la sumisión de sus integrantes, en el caso del más poderoso.
Mariano apostó a su rasposidad -vamos a parafrasear a cronista taurino de los molestos siseos, el tal Murrieta- conseguir una absoluta sumisión de todos los personajes involucrados en el terreno electoral.
Hizo unitaria a la Sala Electoral Administrativa (SAE), extinguiendo cualquier forma de debate; y puso a un pez en proceso de engorda al frente de ella para que hiciese sus negocios, pero le garantizara, insisto, sumisión absoluta.
No sirvió de mucho. Otra instancia, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ha tenido que corregir la plana, una, otra y otra veces, pues en esa colución IET-SAE se erigía la prevalencia del autoritarismo y se sentenciaba a la democracia a una muerte fulminante, ocasionada por esa jurásica sed de poder, agravada por la hormona del control a fuetazos en la cara.
Así que uno ve la obsesión de la consejera presidenta de la comisión para verificar la impresión de boletas, Dulce María Angulo Ramírez, y esa especie de asociación perversa con la misma empresa sobre la cual permanece la presunción de boletas light, con las cuales embarazarían urnas, en el contexto de chin-chin el que deje algo, y tiene que invocar a Dios, pero para pedir el perdón de la horda completita.
Recuerdo con claridad los candados puestos a aspirantes a consejeros del IET. El Congreso le puso sabor a ese fraude. Publicaba nombres, analizaba currículas y lograba el cuento chino que culminó con la unción de la señora Orta y sus compañeritos, ¡hágame el favor!
Esta pachanga validó uno de los consejos más incapaces. Las consecuencias las vemos en la caótica elección del siete de julio. Ni el principal interesado impuso a los suyos, ni los negocios fuero prósperos para unos y otros porque fueron tan básicos y corrientes que intentaron formas ridículas de fraude.
Bajo esta perspectiva se van a celebrar cinco elecciones extraordinarias.
¿Qué se puede esperar de un consejo incapaz?
Pues que su comportamiento se siga rigiendo con los alcances que se hallan en el interior de un simpático carrito de perros calientes.
Mostaza y ketchup a falta de academia. Súpicas a diosito para que dejen de ser la mofa del sexenio.
Pero ese diosito no tiene entre sus acciones quitar a la gente lo taruga, a los ambiciosos su enfermedad y lo ratero a los diputados, no todos.
Otra vez el desencuentro Mariano-Ortiz
Si el ejecutivo suponía lapidarias sus amenazas de negar todo recurso extraordinario, ha visto dignidad en sobrevivencia de la Autónoma. Y a falta de apoyo, gestiones en otras instancias y reconocimientos nacionales e internacionales ganados a pulso.
En realidad, en todo el ejercicio fiscal por concluir no hubo un solo apoyo, reveló el rector Víctor Job Paredes Cuahquentzi, mas la la ruta de la institución no ha tenido alteraciones.
Y son unos bárbaros quienes piensan en la autonomía como un factor que pueda darse o quitarse.
Ni Mariano correría el riesgo de cometer semejante brutalidad, ni el peso de la institución lo permitiría.
Así que son pamplinas los argumentos de disputa por el timón de la Máxima Casa de Estudios.
No así los desencuentros entre ambos grupos. Esos son insuperables.
Ya veremos cuál de los dos tiene una estructura más sólida y en consecuencia no está sentenciado a desaparecer ante lo efímero que resulta la detentación del poder.
Pedro y su herencia
Ojalá el alcalde Pedro Pérez Lira, herede valores al municipio de Tlaxcala, pero que no lo haga con sus familiares, basificándolos vía gremial porque oiga usted, ya estuvo bueno de esta mala experiencia, ni priísta, ni inteligente, pero eso sí, muy de los escándalos y de la vida alegre.
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