Pese a la importante inversión que se traducirá en creación de empleos y mayor infraestructura comercial, esta firma padeció desdén y maltrato.
Tuvo que haber un cabildeo entre los altos mandos de Liverpool y el gobierno estatal, por una pequeña falla de protocolo, al hacer pública la decisión de la empresa para invertir en la capital de Tlaxcala.
De hecho, todo trato con el aún alcalde capitalino, Pedro Pérez Lira, fue desconocido, a instancias de la administración estatal. Al parecer los cobros de licencias y otros trámites hechos por el ayuntamiento tlaxcalteca, van a tener que ser devueltos.
Los hechos más o menos ocurrieron de la siguiente manera:
Tenían en sus manos cada comprobante de pago de la licencia de funcionamiento, de construcción y otros -todos por un momento superior a los cuatro millones 200 mil pesos- pero quedaron petrificados tras la nada amable llamada recibida, nos dicen, por la secretaria de Economía y Turismo del gobierno estatal.
«Mi jefe», sería parte de la lapidaria conversación, «está muy molesto por la falta de cortesía suya, al no convocarlo para anunciar la decisión de su empresa, Liverpool, de construir un almacén en Tlaxcala».
No lo podían creer. Una funcionaria estatal que debiera facilitar la llegada de inversiones, estaba hecha una energúmena al teléfono. Bueno, ellos creían que la llamada era para elogiar el palomeo del consejo directivo, lo cual significaba que Perinorte, filial de Liverpool, disponía de una cantidad respetable para edificar aquí una tienda de primer mundo.
«Ahora si quieren hacer su tienda, va a tener que ser en Apizaco», esa fue la parte complementaria de la conversación telefónica. Después, la molesta servidora pública colgó.
1.- Seguramente recuerda usted el anuncio hecho por el alcalde Pedro Pérez Lira y directivos de dicho consorcio, respecto a la tienda que se construiría sobre el libramiento que corre de Chiautempan a la autopista San Martín-Apizaco. El tono de la señora Moreno Durán, no solo era de regaño por haber hecho el anuncio sin la poderosa compañía del gobernador.
2.- Los molestos gritos pretenderían echar abajo licencias y compraventa del terreno sobre el libramiento, por cierto, vendido por un señor de nombre Joaquín Cisneros Fernández -a lo mejor le suena.
3.- Y ese tono de chantaje que no descartaba el eventual perdón del ofendido si la tienda, se trasladaba a Apizaco, lo menos que hace suponer es un interés extraordinario en la posible compra-venta de otro terreno, como otros que posibilitan inversiones gubernamentales, así como Ciudad Judicial.
Tal vez no haya sido la parte medular de la supuesta llamada, pero bien que llevaba la intención de perjudicar al vendedor del predio en el libramiento de Tlaxcala, el señor Cisneros, quien habría pasado de titular de una delegación inexistente y candidato a todo, al ex amigo del gobernador a quien este ya no le toma las llamadas.
Un fiasco, convivio ferial con empresarios de Tlaxcala
Empresarios tlaxcaltecas vivieron a fines de octubre una experiencia realmente molesta, cuando participaban en la comida que el ejecutivo de Tlaxcala les ofrecía con motivo del arranque de la tradicional Feria de Tlaxcala.
Para recibirlos fue acondicionado el Lienzo Charro. Pero a causa de la torrencial lluvia registrada esa tarde, el lugar sufrió una grave inundación. Las mesas entre el lodo hicieron que los hombres de negocios y sus acompañantes tuvieran que trasladarse a otro sitio, por lo menos seco.
Las señoras, muy de vestido de cóctel fueron captadas lidiando con el enlodado lienzo, dicen que una hasta se cayó al bajar escalones.
Entonces les avisaron que la cita sería en el hotel en la casa de piedra (antes el Posada).
Pero al llegar, algo inusitado ocurrió.
Fueron despojados de sus teléfonos celulares. Eso sí, amablemente, aunque al final de cuentas algunos desaparecieron.
¿Por qué?
Pues porque no les permitieron llevar consigo sus aparatos con cámara fotográfica o de video, con los cuales habrían podido obtener las evidencias de la comida, del gobierno para los empresarios, servida en el suelo, pues todo servicio dentro del hotel estaba cerrado, a causa de su traslado a la feria.
Se veían graciosos, resignados pero, muy frustrados. Comiendo en el suelo. ¿Y para eso se arreglaron?
Ah, pues al convocante no le quedó de otra que compartir, ¡el suelo! para agasajar a los empresarios y sus esposas.
Le decía, al final, los teléfonos celulares fueron devueltos, ya cuando no había riesgo de tomar foto o video y subirlo a las redes, porque eso no le habría gustado a los convocantes.
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