Incapaz de defenderse por el Alzheimer que lo afecta, el querido ex gobernador de Tlaxcala ni siquiera tendrá acceso a los cinco millones en que fue rematada su propiedad.
Gratitud es lo que menos se esperaba de quienes se decían los mejores amigos del ex gobernador Tulio Hernández Gómez. Hace tiempo habían puesto sus ojos en los bienes que fueron del controvertido priísta, a quien fue afectando una dolorosa locura senil.
Al contrario, se mantuvieron agazapados aguardando el momento propicio para despojar de sus cosas al querido Tulio quien, inerme hoy -antes, los habría mandado a chin…- sobrevive gracias a la solidaridad de personas que lo han amado por encima de lo difícil que es convivir con él.
La semana pasada, al parecer, se realizó una operación de compra venta de un rancho en Tlaxcala.
Para muchos puede ser normal, pero por la forma en que supuestamente se llevó a cabo y los personajes que en ella participaron han llamado la atención.
El rancho ubicado en San Cristóbal Zacacalco de una extensión cercana a las 40 hectáreas pertenecería al ex gobernador Tulio Hernández.
Los compradores son una pareja de que la no se sabe nada, pues quien «asesoró» al ex mandatario en esa operación, sería el actual Oficial Mayor del gobierno de Mariano González Zarur, quien según sus palabras, estaba presente en esa transacción para evitar cualquier tranza.
El precio pactado fue de 5 millones de pesos, cantidad a la cual se le descontaron 750 mil pesos para cubrir los gastos. Según cuenta, el resto del dinero se depositó en un fideicomiso, al cual no puede tener acceso Tulio Hernández.
Cuando el abogado del ex gobernador se enteró al igual que los familiares de esa compra-venta, de inmediato sospecharon porque hay evidencias de que se aprovecharon de la enfermedad (Alzheimer) del político tlaxcalteca para despojarlo de esa propiedad.
Dicen que el caso ya fue notificado a la Secretaría de Gobernación y a la Procuraduría General de la República, instancias que ya investigan la operación para evitar que al ex gobernador de Tlaxcala no lo hayan llevado al baile.
Personas cercanas a Tulio Hernández desconfían de esa operación, sobre todo por la presencia, dicen, del Oficial Mayor, Ubaldo Velasco, quien según cuentan, le debe todo a Tulio Hernández, sobre todo cuando el ex mandatario intervino con el secretario de Gobierno Enrique Olivares Santa Ana para evitar que el hoy funcionario marianista fuera acusado de ciertos supuestos malos manejos que habría cometido cuando se desempeñó como delegado de la Conasupo.
Una nota de Código Tlaxcala refuerza esta información:
“El rancho vale mucho más, Tulio no recuerda ya lo que firmó, ni los nombres de los que lo compraron; tiene Alzheimer”, respondió a un reportero que cuestionó la salud mental del ex mandatario que cumplió 75 años el pasado 26 de mayo.
“Además, Tulio ni siquiera puede tener acceso al dinero del fideicomiso”, detalló.
“Le arrancaron la firma con mentiras, se están valiendo de su enfermedad. Además le descontaron más de 700 mil pesos de los 5 millones del pago, sólo por los trámites”, sostiene el ex colaborador de Hernández Gómez.
Según el también abogado, el ex mandatario de Tlaxcala (1981-1987) “ha sido víctima de delitos que tipifican como despojo, abuso de confianza y fraude”.
¿Por qué empobreció?
Sólo para recordar a ese funcionario voraz, que su acción será reprobada por muchos:
Entre otros detalles de Tulio, la sede de la Casa de Gobierno, junto al jardín botánico de Tizatlán, habría sido un regalo, un valioso regalo que una familia insistió en dar a Hernández Gómez.
Este la rachazó una y otra vez hasta que, la aceptó con la condición de que ahí se construyese la residencia que formalmente habitaría el gobernador de Tlaxcala y su familia, durante el tiempo en que recayera en él el cargo más importante en el estado.
Su vida fue un constante regalar, ceder, compartir. Hasta entrar a la cantina que fue de él, en pleno Centro Histórico de Tlaxcala (el Cuarto Señorío, hoy se llama Las Ventas), era más agradable si se le aceptaban los tragos.
Y de tanto dar y dar quedó pobre.
Conservaba el rancho de Zacacalco. Mas los ojos furtivos de dos de sus amigos se habían posado sobre él.
¿Cinco millones por cuarenta hectáreas? ¡no fastidien!, ¿cuánto costó la hectárea en esa zona cien por ciento turística?
Al menos así se aparentó.
Pues que les aproveche al hambriento que lo hizo, porque hay demasiados testigos, demasiados amigos de Tulio, que no van a permitir semejante abuso.
Por favor ya párenle, ¿acaso no han saciado su hambre de poseer dinero y propiedades?
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