¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora! / ¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,/ porque en los seres que el dolor devora, / el alma gime cuando el rostro ríe!  Juan de Dios Peza

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Si perder Apizaco (76492), Tlaxcala (89795), Chiautempan (66149), Huamantla (84979), Calpulalpan (44807), Zacatelco (38654) y San Pablo del Monte (69615), que suman 470491, hace feliz al gobernador Mariano González Zarur, pues no entiendo qué podría conmoverlo, porque el estado se le ha ido de las manos.

En la cúspide de su mandato, cuando el poder debiera sonreírle con sonoros carros completos en las dos elecciones donde ha llevado la batuta, ha acabado por ser un político conforme, «porque somos campeones en alternancia».

Desde la invención de los pretextos acabaron los políticos fracasados.

Reír llorando.

«Están sorprendidos mis hijos, están sorprendidos los funcionarios de que llegué a la oficina, empecé a trabajar, a revisar cosas, a dar instrucciones. La vida sigue, yo no estoy de luto, estoy feliz y contento de ser gobernador, yo no estuve en la boleta y siempre que he estado en las boletas he ganado».

Para ser francos, no a muchos interesa la sorpresa de los hijos y de los funcionarios. Quisiéramos ver a un líder, no a un actor roto.

«Yo no metí las manos en la elección, ni en la elección del año pasado y muchos pensaban que iba yo a tener problemas con el presidente Peña, no porque yo soy muy claro y yo sabía que en Tlaxcala sigue roto el tejido social».

¿No metió las manos?, ¿Seguro?

Para González, la escandalosa derrota puede obedecer a un mal gobierno en las comunas, hasta un buen candidato que, se supo mover.

¿No es acaso la respuesta de ese tejido social, roto, que de alguna manera tenía derecho a reprobar a quien lleva el record de despidos, a quien pinta sus iniciales en las fachadas de las escuelas y hace negocio con las chamarritas que por cientos de miles, «regaló» a los niños?

Uno escucha lo que quiere. No es fácil aceptar la culpa, ¿cómo explicarse que causa resentimiento social el que a un hijo se le haga próspero, y al mismo tiempo se encarcele a ancianos, a policías, a periodistas?

No es fácil administrar el poder cuando no hay buena fe.

Y tras un triunfo circunstancial (era él o Adriana) sus inventores sabían que esto, ocurrido el domingo, tenía que llegar.

De los males…

Pese a haber ganado dieciséis de los sesenta municipios, que esa derrota incluyó las seis demarcaciones donde vive la mitad de los tlaxcaltecas, creo que la felicidad estriba en haber conseguido once de los diecinueve distritos electorales locales.

Bueno, eso está por verse porque, me parece que el voto diferenciado al cual se aludiría para justificar esos saltos entre la elección de munícipes y la de diputados, tiene mucho de ciencia ficción  y otro tanto de conflicto que ha de dirimirse en tribunales.

Tal vez, con esta, «feliz experiencia» a don Mariano lo asista la luz para echar de Tlaxcala al asesor bueno para nada que, se ha de ir carcajeando pues al carecer de raíz alguna en esta tierra, se lleva el aprendizaje de echando a perder al personaje que siempre le creyó, que todo le dio y que en él, fincó su fracaso.

La elección también  lo hizo cruel. A su querido compadre, el doctor Jorge Luis Vázquez don Loncha, acabó también por echarlo de su ámbito de poder. Parece haberle dicho, ¿qué más quieres, ya tienes Apizaco?.

Y si es cierto que los funcionarios que se fueron de su administración a las campañas del tricolor presentaron su renuncia, también lo será su afirmación de que ninguno regresará, incluido el michoacano que dejó una área de la Secretaría de Gobierno para coordinar al partidazo.

Nos dice el poeta Juan de Dios Peza: El carnaval del mundo engaña tanto, / que las vidas son breves mascaradas; / aquí aprendemos a reír con llanto / y también a llorar con carcajadas.