El chofer de la camioneta que no estalló reveló que llevaba 75 gruesas de cohetones, cuyo peso bruto supera los quinientos kilos. Este es el tráfico de muerte en un estado que se tambalea.
Según declaraciones recogidas por un medio digital, el chofer de la camioneta que no estalló (suponemos que hubo dos vehículos, este es el que según el gobernador se había dado a la fuga), de nombre Marcos Sampedro Jiménez, reveló la cantidad de pólvora que llevaba en la batea: 75 gruesas de cohetes, es decir diez mil 800 unidades y dos bultos de bombas de luces.
Eso fue lo que no estalló.
Con un peso bruto aproximado a los 500 kilogramos, de pólvora, suponemos que los explosivos que estallaron, serían otros quinientos kilos.
Una tonelada de pólvora. La llevaban a bendecir. Feligreses de tres barrios que año con año se reúnen en el templo de Jesús Tepactepec, habían conseguuido esta impresionante cantidad de explosivos.
Mil kilos de pólvora traficados clandestinamente. Suficientes para matar a diecisiete personas, desaparecer a un número desconocido y causar terribles quemaduras y pérdida de miembros a decenas más.
¿Hay o no responsabilidad de las autoridades?, ¿hay o no responsabilidad del clero?
Tres barrios cuyos feligreses competían entre ellos para conseguir la mejor fiesta: la de más cohetes y luces, la de más comida, la de más bebida.
No es casualidad que en el Congreso del Estado consideren que hubo negligencia. Por supuesto que la hubo.
Y las autoridades tienen que responder. La Ley los obliga. Lo menos que debe hacer Miguel Moctezuma, de la Secretaría de Gobierno, Mateo Morales de Protección Civil y Jesús Fragoso, de la Secretaría de Salud, es renunciar, como el primer gesto de congruencia del gobierno. Deben disponerse a responder por su irreponsabilidad.
¿Conocemos el número de desaparecidos?
No. Mire que hay familias que desde el día de la explosión no volvieron a ver a un ser querido. Sencillamente desapareció. ¿Acaso en el espantoso fuego generado en el centro del desastre?
Lo ignoramos. Pero es el momento en que no hay un censo de muertos, desaparecidos y lesionados.
Hoy, piden dinero a la gente. Explotan su lástima. ¿Por qué? No, el gobierno dispone de millones de pesos, y los gasta en conciertos mal organizados, en viajes internacionales sin resultados, en subvenciones a firmas para que afirmen haber creado nuevos empleos sin que tal sea cierto. El dinero se gasta a manos llenas, en viajes de helicóptero, pese a las advertencias a inicio de gobierno para no caer en esa tentación. En recompensas a diputados para aprobar leyes.
¿Cómo es que no se ha anunciado la acción más justa y solidaria con deudos y familiares de víctimas?
Para eso no hay dinero.
Ese es el tejido social roto. Por el que este gobierno garantizó trabajar para resarcirlo. Aquí está la prueba.
No podemos seguir comportándonos como un estado de quinta. Nos hemos dedicado a administrar la abundancia enviada por la Federación. Y lo hacemos muy mal. Nos peleamos con la gente. La despedimos. No reaccionamos a tiempo para atender emergencias.
Para eso es el dinero. No para respaldar campañas políticas en medio del caos. ¿Para qué conservar el poder si lo hacen tan mal?
El diputado Víctor Morales Acoltzi (PS) reclamó información de los recursos federales empleados para atender esta contingencia. Nada habría más despreciable que algún funcionario, de esos que no faltan, medrara con el dolor de todo Tlaxcala, principalmente del municipio de Natívitas.
Seguimos como al principio. Sin una claridad en la conducción de las acciones tras la desgracia.
Minuto de silencio en el Senado, en el Congreso local. Luto permanente mientras la crisis no se supere.
Directo contra la procuradora
No ha habido maquillaje. Lilia Caritina Olvera, la diputada panista se fue a la yugular de la procuradora, Alicia Fragoso Sánchez, de quien aún conservamos recuerdos de un férreo activismo en el marco del compromiso social.
Mas hoy, la señalan como factor que ha permitido el crecimiento del crimen, organizado y el de siempre dentro de la demarcación tlaxcalteca. No hay combate. Pudiera haber el control. Pero el avance de aquél no se detiene. Y las familias tienen miedo.
Cualquiera sufre una extorsión. Llegan los malos, rompen los negocios, lastiman a la gente.
Cuando la autoridad se entera, así, así de rápído dirigen la mirada a Puebla… vienen de allá… allá hacen de las suyas y nos vienen a dejar a sus víctimas… vienen y nos roban, nos espantan.
El señalamiento no es para menos. Ha fallado la procuración de justicia.
La legisladora albiazul cuenta con elementos de peso.
¿Qué falta para reaccionar?, ¿Una matanza, equivalente a la tragedia de Natívitas?, ¿Que los cuerpos cuelguen de los puentes, como ocurre en Tamaulipas?, ¿Que las cabezas aparezcan en la plaza de la Constitución, como sucede en Guerrero?, ¿Que asesinen a un periodista?.
Ojalá no tengamos que volver a levantar nuestras naguas para dejar ver la miseria dentro de la cual sobrevivimos. La inseguridad es histórica.
Fragoso tiene que responder.
Si no lo hace, estará aceptando los señalamientos.
No la tiene fácil. Vive momentos de más en la administración pública.
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