Es un coctél que mezcla a varios personajes, los cuales hoy se hacen los espantados, los sorprendidos, verdad… ¡ay, qué bárbaros, cuántos cohetes detonan! Pero bien que les gusta….

Pareciera que a las autoridades les urge encontrar un culpable de la tremenda explosión de pirotécnia en Natírivas que, según datos oficiales ha cobrado la vida de diecisiete personas.

Creo que la tragedia se enmarca en un coctél de responsabilidades. Se alienta la versión que apunta a señalar a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) como primera instancia que habría incumplido con su obligación de regular el tráfico de pólvora en el estado, pero quienes estarían a la mano son los fabricantes y los organizadores, algunos de los cuales, lo lamentamos, perdieron la vida, o se encontrarían en la lista de lesionados.

Qué fácil, verdad. Se toma a una persona de carne y hueso, se le responsabiliza, encarcela… ¡y se terminó el problema!

La cosa es un poco más compleja. Y la cadena de responsabilidades podría comenzar desde los propios religiosos, cuya megalomanía mesiánca los coloca en entradas triunfales, con la quema de lo que la feligresía llama: «cargas de cohetones» (consistentes en la detonación de múltpiles gruesas de estos artificios) (una gruesa equivale a doce docenas, es decir, ciento cuarenta y cuatro cohetones).

No ha llegado un personaje solidario con su rebaño… llegó el rey, camina sobre alfombra roja y cobra siete mil pesos por adelantado para oficiar una misa con confirmaciones. Si los organizadores no cuentan con el efectivo, puede -y así ocurre a menudo- que sólo haya misa, mas ni confirmaciones ni saludos.

Afuera, los manojos se detonan (un manojo generalmente es una docena). A veces las varas despegan de la mano de algún experto, saturado de ron y con olor a cigarro corriente. Otras, timoratos encargados utilizan artefactos de herrería, con seis orificios para colocar los cohetones. Personas más diestras tienen a su cargo el cañón, por cuya boca ascienden las bombas de luces. Hay dos detonaciones. La primera impulsa a esa como bola de cañón, llena de polvos que, al estallar producen millones de chispas.

Y si la comunidad tiene el privilegio de recibir a su jerarca, entonces las cargas se multiplican. No a diario se tienen visitas de ese tamaño.

Y al jerarca… le encanta ese trato.

El gobierno municipal

Claro que es corresponsable. Dispone de un cuerpo edilicio exigente y atento a la actividad del municipio. Entre sus integrantes no falta un regidor encargado de atender a la creciente feligresía. En sus manos está la seguridad. Jerárquicamente se coloca sobre el director de Protección Civil. Ambos son responsables.

Y obedecen las órdenes de un alcalde, el mismo que ha prometido un coche una vez por semana para llevar y traer familiares de lesionados, en hospitales de la Ciudad de México. El que reparte sobrecitos con billetes, tratando de hacerse menos odioso. ¡Es responsable!

El gobierno estatal

Dispone de un complejo sistema de inteligencia, investigación, relaciones, Protección Civil, así como de un presupuesto amplio y suficiente como para supervisar cada fiesta donde hay concentraciones de feligreses.

De su decisión depende que siga la producción indiscriminada de pirotécnia, cierto un arte del que dependen varias familias, ¿pero a qué costo?

Las dantescas imágenes comentadas por testigos, algunos de los cuales también son víctimas de la explosión del pasado quince de marzo, nos hacen tomar una decisión rápida y firme: ninguna fiesta por encima de la integridad de la gente, así lo ordene un mandamás de la Iglesia, o un grupo de animados feligreses, en cuyas decisiones muchas veces abunda el agravante del licor, en cantidades brutales.

Hoy, el gobierno estatal busca culpables. Y no se ve a si mismo.

¿No hay evidencias de haber actuado de manera negligente?

Sobran.

No hay capacidad de prevención. La respuesta fue tardía. Y se requirió de gobiernos como el de Puebla para que reaccionáramos. No prestamos los helicópteros, ni las ambulancias de terapia intensiva, ¡para nuestra gente! Y tuvieron que llegar, mucho tiempo después, las ayudas de Puebla.

El coordinador de los esfuerzos quedó paralizado. No disponía de información. Tampoco de recursos. El viejo secretario de gobierno, sencillamente quedó superado. El formidable subsecretario técnico estaría en cualquier parte, menos acopiando información. El director de Protección Civil… como siempre. La procuradora integrando averiguaciones contra periodistas.

Todos ellos, señores, por dignidad deberían renunciar para enfrentar como ciudadanos las acusaciones de negligencia que, ¿interpondrán los diputados?, ¿serán capaces?, o les temblarán las corvas, recordando los tremendos compromisos económicos que aún no concluyen y que al día de hoy los han hecho hombres y mujeres ricos, copartícipes de la prosperidad nacional…

¿Cómo es posible este tráfico de pólvora en territorio tlaxcalteca?. Notas periodísticas hablan de más de 3.5 toneladas de explosivos detonados nada más en Natívitas. ¿Y Zacatelco, Hueyotlipan, Huamantla, Chiautempan?

Oiga, qué cantidad de explosivos van y vienen.

Insisto, y el coordinador de los esfuerzos de todos y todas, ¿cómo la ve?

La acción de gobernar no se limita a planear erráticamente su participación en elecciones.

También hay que trabajar, fíjese.

Velar por la integridad de la gente… ese también es su deber. Sería prioritario, pero parece que lo ha hecho a un lado.

Lo veo llorando en Natívitas. Me conmuevo, pero me rebelo. Esas lágrimas no lavan el desgobierno que, la explosión del viernes anterior nos sacudió, como al adormilado le ocurre con un balde frío de agua.

Peña Nieto, ah, ya se dignó a enviar a la secretaria de Salud, a preguntar por los lesionados.

Pero no se ha dado tiempo de asistir personalmente.

Ni modo.

Estamos solos.

Termina el luto y viva la fiesta en el Cobat

Los coordinadores y directores de los plantes del Colegio de Bachilleres aprovecharon que terminó el luto decretado por el gobernador Mariano González Zarur por la tragedia registrada en Nativitas, para llevar la mañana de este martes mariachi a la directora general de ese subsistema educativo, Josefina Espinoza Cuéllar.

El motivo fue festejarle a la funcionaria su cumpleaños. Es una lástima que los coordinadores y directores lejos de preocuparse por la eduacación aprovechen cualquier pretexto para quedar bien con Espinoza Cuéllar.

Y si cree que la directora general no tiene trabajo, debería poner atención a lo que hace el cooordinador de la zona 3 del Cobat, Miguel Ángel Tapia Munive, quien desde hace meses adeuda la cantidad de 60 mil pesos al proveedor de uniformes deportivos.

El mala paga, como se le conoce a ese personaje, recibió el dinero de los directores de los planteles de la zona 4(Huamantla, Ixteco, Altzayanca, Cuapiaxtla y Xaloztox -donde antes era coordinador- para liquidar la compra de uniformes, sin embargo Tapia Munive no entregó al proveedor el recurso y es la fecha que no cumple con el compromiso.

Se sabe que ya antes había recurrido en una práctica similar, pero como se dice amigo de Josefina Espinoza y del gobernador Mariano González, pues simplemente nadie puede hacerle nada.

Ni hablar. Felicidades Josefina.