Pese a que contamos con helicópteros y ambulancias de terapia intensiva, nos los tuvo que enviar Puebla, porque aquí nada más no reaccionamos.

¿Por qué el presidente Enrique Peña Nieto, no vino a Natívitas, a solidarizarse con los deudos de las diecisiete víctimas fatales de la explosión del pasado viernes 15 de marzo?… el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, tampoco vino. Pese a la magnitud de la tragedia, dieron la espalda a Tlaxcala y a su gobernador, Mariano González Zarur.

El mandatario estatal, sólo, pero con su habitual contrariedad, se limitó a dosificar una deficiente información y, a ver a gobiernos, como el de Puebla, reaccionar enviando helicópteros para el traslado de heridos, ambulancias con equipo de terapia intensiva, bomberos, personal de apoyo.

La explosión nos tomó por sorpresa y evidenció las graves carencias en el sector salud. No había medicamentos. Por más esfuerzos del personal médico, ¿qué podían hacer si carecían de lo necesario para responder a la gente que gritaba de dolor.

Y ante el colosal desastre -aquí van 17 muertos; en PEMEX la cifra llegó a 33- sobrevino el shock de la autoridad. ¿cómo fue que se abrió el telón y dejó ver la miseria en el sector salud; así como nuestra respuesta tardía para reaccionar (la gente debió aguardar agonizantes y eternos lapsos para que llegaran, primero ambulancias y luego las autoridades).

Hubo bajas al bloquear la ayuda ofrecida por la Fundación Michou y Mau, gestionada por la senadora Lorena Cuéllar, cuyo nombre, genera un rechazo en automático en la política local, agudizó la crisis.

A partir del 15 de marzo, nuestro comportamiento no puede seguir siendo el mismo. Cohetes, cohetones, bombas de luces y otros artificios de riesgo, sencillamente no pueden adquirirse en forma indiscriminada y menos almacenarse cerca de la gente. ¿En qué cabeza cabe llevar estos productos de pólvora en la batea de una camioneta? En una, que inicia una cadena de irresponsabilidades, desde los religiosos que estimulan la formación de comisiones ciudadanas para recaudar fondos con los cuales se paguen estos materiales de altísimo riesgo, hasta los propios feligreses, capaces de reunir importantes sumas, con las cuales habrán de adquirir la pólvora, siempre en el clandestinaje.

Tomo con mucho respeto algunas frases escritas por el sacerdote Ranulfo Rojas Bretón, a propósito del 15-M (15 de marzo): » Es muy probable que se critiquen las fiestas religiosas e incluso lleguen a críticas jacobinas de agresión contra la religión e incluso acusen de ignorantes e idolatras dichas prácticas. Sería normal en mentes demasiado cerradas a las realidades de la cultura. Accidentes de este tipo suceden en muchas partes y no solo por motivos religiosos puesto que no es la única ocasión en la que se detona pirotecnia».

Rojas Bretón -quien llegó a autopromoverse como candidato a obispo- pone sobre la mesa esa especie de obligada relación entre religión y cohetes, y como religioso poco aporta al desarrollo armónico aludiendo a las críticas jacobinas de agresión contra la religión, así lo llama.

Con el tema de las críticas jacobinas, el prelado Rojas alude a la Revolución Francesa y el acceso de los pobres al poder. Los coloca en una bandeja y victimiza a la religión católica. (aquí entre nos, poca falta le hacen defensores de este nivel).

Pero omite referirse a la extraordinaria capacidad organizativa de los ciudadanos, quienes al conformar una comisión para la compra de fuegos artificiales, llega a reunir cantidades entre los 200 mil pesos o más.

Doscientos mil pesos para comprar un gravísimo riesgo, y aunque Rojas seguramente lo hace a título personal, no deja de mostrar ese cobre religioso al minimizar este tipo de eventos: «suceden en muchas partes y no solo por motivos religiosos». ¿Recibe acaso una comisión de fabricantes de cohetes y cohetones?

No señor Rojas Bretón, la vida de las personas vale más que las interpretaciones mañosas y arbitrarias expuestas por usted. Creo que que los sacerdotes mucho tienen qué hacer en sus homilías y reuniones con los feligreses, para desinsentivar el uso de pólvora en las celebraciones con alta asistencia de personas.

Y esas comisiones deben anteponer la seguridad de los fieles. Ningún cohete vale más que el bienestar de la gente, pero hay que sortear a las voluntades como las del señor Rojas Bretón, y su sermón de, la vida no vale nada, mucho mejor si lo acompaña con música de mariachi y otras canciones de José Alfredo.

Cantinfleando

Peña Nieto nos dio la espalda. Osorio Chong, también. Moreno Valle no. Ex secretario de Finanzas de Puebla, sabe en qué consisten los momentos de apremio. De hecho él atiende el proceso eruptivo del Popocatépetl, allá por los dificiles últimos días de diciembre de 1994.

Pero créame, ante la ayuda ofrecida, hacía falta una reacción mariana dentro de la lógica.

Veamos esta declaración a Milenio. Se trata de un asunto serio en extremo… que causó la muerte a 17 personas y heridas a más de ochenta:

«En entrevista con Héctor Diego Medina, para Milenio Televisión, reveló que no existían los permisos para el uso de la pólvora, por lo que ya la delegación estatal de la Procuraduría General de la República comenzó la averiguación previa para deslindar responsabilidades».

«Alguien dice que uno iba fumando, otros que un cohete hicieron que subiera y que pegó en un cable y regresó, otros que una bomba, por lo que la PGR está haciendo las averiguaciones, por lo cual lo conveniente es que no hagamos conjeturas», sostuvo.

– ¿Entonces cual sería la línea?

– Vamos por que fue un cohete, sin embargo te aclaró que se encontraron más cohetones que no explotaron. Lo importante ahorita es atender a la gente».