Nada más en la cabecita loca del nuevo delegado nacional del tricolor, cabe la posibilidad de abrir las puertas a Ortiz, a Sánchez Anaya, a Lorena, ah, y de aliarse con el PAN… ¡es un tipazo!…

Por un momento imaginemos a un PRI con Héctor Ortiz y Alfonso Sánchez Anaya, de regreso. Ah, y también Lorena Cuéllar Cisneros. Tardarían más en reunirse que en desatar la más cruenta de las batallas intestinas, en un partido que ha llegado al extremo de imaginar viejos escenarios, con adversarios convertidos nuevamente en aliados, pero nada más en la cabecita loca del delegado del CEN, Manuelito Cavazos Lerma, portento de la nueva tendencia tricolor sustentada en una brutal programación neurolingüística, sustituyendo al documento básico, Democracia y Justicia Social.

Es un PRI pragmático y desesperado por el nivel de destrucción a manos de sus actuales líderes, saqueadores de recursos, garantes de derrotas, una tras otra, al grado de incumplir el más sentido compromiso como en su momento lo fue el arrasar en la elección anterior, aprovechando la figura de Enrique Peña Nieto. Al contrario, tronaron como ejotes.

Claro, la llegada del iluminado Cavazos, a penas librando acusaciones de narco y negocios con dinero ilícito, significa una especie de bocanadas de aire fresco para el PRI local, «un muerto viviente» que se empeña en seguir erguido pese a las golpizas propinadas, decíamos por los actuales líderes, para los cuales son negocio las candidaturas, las encuestas aunque no sean ciertas y, lo principal, los fondos partidistas enviados para gastarlos donde deberían, pero conservados intactos par mejores y particulares proyectos.

A diferencia del espectacular retorno del PRI comandado por Peña, cierto con los excesos propios de alguien a quien le urgen actos espectaculares de legitimación -como el encarcelamiento de Elba Esther- el partido en Tlaxcala se nutre con miserables y ridículos diálogos de sordos cuyos temas van desde la recuperación de baluartes (ajá) como Ortiz, ASA y Lorena, hasta la ronda de la víbora de la mar, repitiéndo a su interior… sí podemos… sí somos capaces… es cosa de querer… (sí mano)

A un partido saqueado no se le puede reactivar con tarugadas. Tiene que haber un esfuerzo sobrehumano y una honestidad a toda prueba para resarcir su estructura quebrada, que ha perdido la fe en el otrora tricolor sinónimo de triunfo electoral, cuando no había adversarios, como en los tiempos del salinismo y su muy cómoda apuesta: Antonio Álvarez Lima, el impopular y miedoso político encargado de dar la puntilla a un partido que iba en caída libre.

Hoy, tras el bullyng marianista que no ha dejado piedra sobre piedra. Tras la llegada del decadente González Sarmiento y la irrupción del simpático viejecito tamaulipeco, al PRI nada más le hace falta volver a tener a los grupos que lo man mantenido constantemente en la lona.

¿Por qué no libran de Mario Armando al partido?, ¿Por qué no hacen lo mismo con el voraz jovenazo que pasó de vicegobernador a funcionario federal de quinta?

No, todo lo planean partiendo de esa maldición.

¿Qué va primero, la carreta o el caballo?

Pues todo depende. Porque si lo ve a través de los minúsculos capulines de Cavezos Lerma, incluso la carga podría ir antes que la carreta y el caballo.

En ese contexto, tiene el señor González Sarmiento toda la razón cuando augura triunfos a penas minúsculos para lo que han dejado del gran instituto político, el de Sánchez Piedras, el de Tulio, el de Beatriz.

Hoy, de los despojos, quieren hacer cosas grandes.

Ortiz y su activismo en la UAT

A propósito de invitados a retornar al PRI, el ex rector Héctor Ortiz Ortiz, se ha colocado en varias ocasiones a lado del rector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT), Víctor Job Paredes Cuahquentzi, para inaugurar obra y presenciar actos de relevancia como, el segundo informe.

El ex gobernador administra su presencia en el escenario de la política, donde recupera un importante terreno perdido a causa de la inicial pero inconsistente lucha marianista por encarelarlo, intento que devino en terrible frustración y así como están las cosas, en la antítesis de Tabasco, donde el perredista Arturo Jiménez, sí tiene a su antecesor, el priísta, Andrés Granier, a un tris de ir a dar al frescobote.

Lorena, lo Cisneros cuando debería predominar lo Cuéllar

La activa senadora de izquierda (a veces hasta ella se resiste a creerlo) que sin embargo no tiene empacho para colcar al cuñado en una candidatura a diputado local y al chofer-mozo, como aspirante a la alcaldía de Tlaxcala.

Lorena, el personaje de las frases cándidas. Cuya sencillez sin embargo la pudo rescatar del anonimato. La que hoy maltrata la figura presidencial y su política de desarrollo social y al día siguiente se toma la foto con Peña; la firme aspirante a gobernar Tlaxcala, debería pensar muy bien aquello del nepotismo que hoy impulsa, siendo que debería el compromiso social de la Izquierda, dominar su espectro.

A lo mejor le caería bien analizar con seriedad la diferencia entre la pachanga de partido a la que pertenece y la contundencia ideológica de López Obrador, por cuya intercesión electoral, hoy cobra como senadora de la República.