Puede que sea del poco parque conservado para hacer la guerra con visible desventaja ante verdaderos pelotones de artillería, listos para entrar en acción.
Lejos de expresar su absoluto respeto a los nuevos integrantes del Consejo General del Instituto Electoral de Tlaxcala (IET), dejó ver la sinigual influencia que sobre ellos ejerce, conminándolos a actuar, «por el beneficio de Tlaxcala».
Se escucha muy bien. Pero últimamente la palabra Tlaxcala comenzó a usarse como un concepto de cuya profundidad se apropió el ciudadano, dándole varias acepciones. Algo así como: si me conviene a mí y a mis negos, le conviene a Tlaxcala.
Digo, a los tlaxcaltecas no nos ha convenido que más de setenta por ciento de los despedidos seamos oriundos de aquí de la capital. En cambio, al apoderado de la palabra Tlaxcala le ha convenido adelgazar el aparato burocrático sin reparar en el daño, el profundo daño a las familias. Ajá, y de los ahorros, pues nos seguimos preguntando qué ha sido de su destino… «somos un estado pobre… dar a los pensionados es tirar el dinero al caño… no va a haber disminución de salarios, pero sí de personal».
Conclusión de ambas premisas es, si le conviene a Tlaxcala, me conviene a mí, y si invito a los del IET a pactar con ese Tlaxcala, al que manejo a conveniencia, tenemos pues la muy anticipada cobranza de facturas para que los elementos enjaretados en los puestos clave, la puedan hacer cansada a los adversarios del coordinador de los esfuerzos, incluso del propio PRI (ya ve usted con qué sorpresas nos sale).
Así que el solo hecho que el nuevo Consejo General del IET haya ido a rendir pleitesía a don González, ya les restó así de credibilidad, como ocurrió con el complejísimo proceso de elección de consejeros, más aparatoso que efectivo para lograr eso de la imparcialidad, credibilidad, institucionalidad, independencia y todas las virtudes incluidas en sus principios rectores.
La seño Orta y su inventor (creo que dicen que el muchacho su cónyuge) comenzaron, una a hacer como que actúa como presidenta de un Consejo, y el otro como que cumple con la instrucción dictada desde la oficina del subsecretario parásito de factura michoacana.
¿El pronóstico? Un instituto subordinado.
Como que incomoda, verdad, que hace seis meses quien ahora los conmina a servir a Tlaxcala, pedía desaforadamente su desaparición mientras hoy, enfoca sus frases de la siguiente forma: «ustedes no tienen compromiso ni con los partidos políticos ni con el Congreso». Y ya así, por no dejar suelta lo que habría sido su obligado enunciado inicial: «ah, y tampoco conmigo (jeje) para acabar pronto…».
La inseguridad y sus consecuencias
Los tres ejes que operan en torno al resguardo de los tlaxcaltecas y su patrimonio, juegan un papel de plano rebasado por los criminales.
1.- La Procuraduría y sus escandalosas ineficiencias a la hora que el Ministerio Público fundamenta las denuncias, lo que ha dado pie a los (mañosos) magistrados para cuestionar su trabajo, liberar a delincuentes confesos, pero sobre todo, demostrar a la administración González una de sus terribles puntos vulnerables. (y el coordinador de los esfuerzos también pone de su parte, ya ve cuando se ofreció para arreglar las averiguaciones previas aplicando sus conocimientos de abogado ¿?).
2.- El C-4, sometido a conflictos de carácter burocrático, privado del servicio de decenas de operadores con amplia experciencia, para dejar el lugar a personal del equipo marianista. Hata ahora, entre la encargada de despacho, la ausencia del muy delicado Benito Hernández, y la falta de compromiso de los nuevos operadores, esta institución ha sido rebasada, juzgamos, por extorsionadores, secuestradores, chantajistas, grupos de rateros y demás. Acusaban al ex mandatario Ortiz, «el gobernador de los excesos» de usar esta herramienta para espiar a sus enemigos políticos. No lo dudo. Pero en este, el sexenio del cambio, ni para eso sirven. Tal vez ese aparato rendiría resultados nada más a la oficina del sub parásito y, este la usaría nada más para su conveniencia (al menos eso dicen ciertos agentes cercanísimos a él).
3.- La propia oficina de don michoacan, sitio de reunión para todo menos para tratar los temas importantes para los tlaxcaltecas. Ahí se regañaba, por ejemplo, a Joaquín porque no hacía campaña, se ordenaban y pagaban encuestas pato con resultado idem y se filtraba la información que se enviaría a don González (de hecho es ahí donde se alcanzan los altos niveles de desinformación gracias a los cuales el gobernante debe recurrir a las ocurrencias, para no quedarse callado, o a las graciosas huídas, como le ocurrió en Santa Ana, cuando llegaba con su tradicional risa, de oreja a oreja, sin importarle que las familias de ahí tenían la peor pena de la vida luego del asesinato del pequeño Ramsés.
Y sus consecuencias
Una de las cosas descubiertas por el alcalde de Tlaxcala, Pedro Pérez Lira (el del interminable rollo familiar en el ejercicio del poder) son los barruntos de inestabilidad política en el municipio capital. ¿Por qué será? Sostengo que a causa de la grave inseguridad. Comerciantes, sus familias, ciudadanos, parroquianos, en fin, todos quienes aquí convivimos, tenemos ahora que supeditarnos a la constante amenaza de que un día amaneceremos con diez o más empistolados tomando nuestras cosas, hiriéndonos y en el peor de los casos asesinándonos.
La consecuencia electoral es que la capital está prácticamente perdida para un PRI demolido por la operación del coordinador de los esfuerzos de todos (así se hace llamar). Y por primera vez podrían verse colores distintos en la oficina sede de la comuna tlaxcalteca.
Además, Pedro y su cuestionada administración han tenido buena parte de culpa en esto que, en perspectiva se avizora como una dolorosa derrota… esa es la percepción a la que nos envía la pérdida de la estabilidad política, alegada por el singular alcalde.
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