Amigos de Mariano, como la yucateca Ivonn Ortega, fácilmente duplican los factores de aprobación en sus estados.

Si algo perdió con los tlaxcaltecas el gobernador Mariano González Zarur, es la confianza. A ningún mandatario en el país la gente lo ve con semejante recelo: 16.8 por ciento según la Encuesta Nacional 2012 levantada por la empresa Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE).

¿Por qué se pierde la confianza?

Bueno, su discurso inicial propuso, por ejemplo, una caja de cristal a su administración y ningún negocio o involucramiento con familiares y amigos y, al momento lo ha incumplido, por eso a los tlaxcaltecas nos despierta desconfianza.

Puede usted compararlo con los 42.2 por ciento de sonorenses que confían en su gobernador, Guillermo Padrés Elías, o el 36.4 -lo doble- del nayarita Roberto Sandoval Castañeda, vamos, es evidente que con 16.8, el hacendado-gobernador de Tlaxcala es un indicativo nacional de cómo no debe un político alejarse de su pueblo.

La certeza del GCE, bajo la batuta del colosista Liébano Saenz, es una frecuente cachetada con guante tricolor a los propios políticos con esa militancia, preocupados por la imparcialidad de una empresa que debería en todo caso ver vigas en los ojos de la oposición.

Hoy, Liébano descorre en Tlaxcala la traslúcida cortina a través de la cual una creciente popular ha visto el cobre mostrado habitualmente por su malhumorado mandatario, a quien no le faltan frentes abiertos, sobre todo por lo temperamental y apasionado que es, aunque estadísticamente es notoria su frecuencia a ir al sótano.

Pero la desconfianza no es el único factor de distanciamiento con su pueblo. Pese a los muchos recursos destinados para solemnizar cabildos con su presencia, la forma no correspondió con la médula deseada de esa maniobra, pues su presencia no tendría el objetivo de solucionar problemas, sino de sentir las miradas de autoridades municipales y sus comunidades.

Lo sostenemos porque según el trabajo de Liébano, el mandatario tlaxcalteca tiene apenas 48.4 de conocimiento de los problemas que aquejan a su estado, escandalosamente reprobado.

Así que los múltiples foros, con especialistas y ciudadanos, allá por los inicios de la campaña y la constante itinerancia del gobierno no han sido sin paja porque los sobresaltos a los que nos enfrentamos: inseguridad, desempleo, bajos niveles de vida, se viven con la misma intensidad de antes, con el agravante que hoy aplica una política persecutoria y selectiva, muy contrastante con el conocimiento requerido de los problemas más sentidos.

Hay que dirigir la mirada hacia Yucatán o Campeche, donde sus respectivos gobernadores, Ivonn Ortega Pacheco y Fernando Ortega Bernés, respectivamente, observan 67.3 y 66.5 de conocimiento de la problemática a la que se enfrentan sus gobernados. Son ellos los mejor calificados por este trabajo, los resultados saltan a la vista.

Vale la pena echar un vistazo al comportamiento observado por nuestro vecino, Rafael Moreno Valle Rosas, quien en Puebla alcanzó una calificación de 59.3 por ciento respecto al conocimiento de los problemas. Ciertamente no alcanza los mejores promedios, pero ni en su peor escenario cae tan profundo como su buen amigo Mariano González Zarur y su 48.4 de calificación en este rubro.

Hace poco, don Mariano asistió al último informe del gobernador tabasqueño Andrés Granier. Ya los veo charlando sobre un tema fundamental: el valemadrismo para arreglar los problemas de sus respectivos estados, porque si el tlaxcalteca reprueba en el conocimiento de los mismos, no tiene comparación a la hora de poner manos a la obra. Por cierto, es el único rubro en el cual Garnier lo supera.

La encuesta del GCE sostiene que en el rubro solución de problemas el de Tlaxcala alcanza 33.6 por ciento, contre 30.6 por ciento del tabasqueño. Como lo puede usted notar son cifras para no sentirse orgullosos.

En cambio, mandatarios entregados a la solución de esos problemas: José Calzada Rovirosa, con 66 por ciento (el doble de Mariano) o, Guillermo Padrés Elías, de Sonora con 64.1, y hasta el poblano Rafa Moreno con 57.1, digo pasa de panzaso, pero no hace el oso como el nuestro, con 33.6.

Así que cuando González Zarur, declaró que se había preparado para ser el mejor gobernador en la historia de Tlaxcala, seguro nos estaba bromeando, porque tal vez nos quería comunicar lo contrario, estaba a punto de iniciar la peor administración en la historia de este pequeño estado de la federación.

Conste que el juzgamiento lo hace el ex secretario particular de Ernesto Zedillo y quizás la gente más cercana a Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Que el análisis del Gabinete dirigido por Liébano, consta de parámetros obtenidos con la mayor seriedad y que los mandatarios mal evaluados, como el nuestro, deberían darse cuenta que el papel alcanzado los obliga a verdaderos cambios de timón.

Seguramente por este motivo, hace unos días nuestro gober se dijo tan decepcionado de sus subordinados tlaxcaltecas y no dejó de advertirles que traería gente de fuera, mejor capacitada y con un concepto amplio del ejercicio del poder… más o menos como el michoacano que cobra como subsecretario técnico pero tiene un desempeño como de agente de gobernación, de quinta, aunque con un sueldo de secretario de estado.

Y ya para seguir con malas noticias, le cuento que la supuesta elección transparente de los consejeros electorales quedará en una pésima obra de teatro. Silvestre Velázquez, diputado del PRI y ya conocido como El Rey de la Chaqueta, confirmó que el procedimiento estaba arreglado desde el principio y que llegarán al organismo los recomendados de Maria Armando Mendoza. Lastima.