Qué tentador sonaría para cualquiera que, se le mencione como precandidato a la Presidencia, pero a Beatriz, esas loas no la extravían.
Me parece sano el que la licenciada Beatriz Paredes Rangel haya definido su futuro, alejándose de la candidatura a la Presidencia de la República, aunque augurando un tiempo indeterminado al frente del partido, incluso formando una vez más parte de la Cámara Baja.
Paredes es congruente entre el discurso y su acción, pues a qué político no le gustaría que lo mencionaran para semejante desafío. Recuerdo muy bien la manera en que puso quieto a Fidel Herrera Beltrán, cuando este descargó su antipatía por Enrique Peña Nieto, ofreciendo a la tlaxcalteca su respaldo ante su eventual candidatura.
Pero la respuesta lo dejó frío. Fue algo así como, “no pierd el tiempo, en el PRI ya tenemos pre candidato”. La alusión al género planteada por Beatriz, exhibió consigo mismo al mandatario jarocho y desde entonces –hace varios meses – ya la mujer se descartaba, aunque no pocos impulsaban la idea.
El que la actual presidenta del PRI opte por buscar al mejor prospecto, al más fuerte, que garantice un buen resultado para la causa tricolor, fungiendo ella como imparcial dirigente es uno de los deslindes más importantes que político alguno ha tenido en el actual escenario.
Si la esto beneficia a la figura de Enrique Peña Nieto, la actitud de la lideresa Paredes Rangel será reconocida como la de una mujer a la cual los reflectores poco tientan, capaz de hacer a un lado la natural debilidad humana cuando alguien apunta al superlativo en su desempeño dentro de este oficio.
Y conste que también deja libre el camino a personajes como Manlio Fabio Beltrones, cuyo liderazgo jamás fue regateado por la de Tizatlán, pero con críticos, como Manuel Espino Barrientos, dispuesto a dedicar la vida si es preciso, con tal de no dejarlo crecer en su ilimitado propósito.
Es Barrientos quien utiliza la fotografía donde se aprecia a Manlio Fabio, estrechando la mano de un empequeñecido presidente electo, Felipe Calderón, al momento de ofrecer prerrogativas inacabables al entonces empoderado tricolor, en condiciones de facilitar (o no) la protesta que finalmente se efectuó, en ese penoso episodio del que hay quien guarda fotografías posando como pesado lastre a la democracia.
Rosalía Peredo, la senadora panista –por circunstancia – es entre otras personas allegadas a quien Beatriz hizo tal confidencia. Hábil como es, sabedora de que la cercanía con la compañera de género podría significarle la apertura de puertas en el tricolor para el 2010, no desaprovecha el tiempo y se procura las herramientas necesarias para exigir la parte que le corresponda en tanto una aspirante más a tal encargo, y para ello ya dispone de una casa facilitada por la empresaria apizaquense Romilia Espino Barba, a quien hace poco hizo diputada local.
Quien advierta este tipo de cumbres habrá de expresar cuanta sorpresa sea capaz, porque las lideresas que pertenecen a la primera generación no tienen la misma perspectiva respecto al concepto protagonismo.
Una, la actual mandamás del PRI, sabe que encarnar en tal sería un desgastante proyecto, del que hace poco probó la hiel, cuando los gobernadores la emplazaron a dejar el mutismo tras la estrategia descalificadora de Germán Martínez, gracias a la cual al PRI lo bajaron varios puntos del extraordinario posicionamiento logrado merced a los buenos oficios de la tlaxcalteca, combinados con el desencanto con el papel de Calderón.
Pero no todos piensan igual. A Rosalía Peredo ya le dio por movilizar a sus huestes. Prepara los hierros, forja los escudos y afila las lanzas. Lo hace alejada de aquella alianza ciudadana que tanto le produjo en los seis años que están por terminar.
Hoy mira hacia otro horizonte. Una nueva forma de negociar se avecina. Parece que los activos del campo le fueron mermados con una estrategia centrada en los fertilizantes y su entrega directa, sin oportunidad de negociarlos como moneda de cuño corriente.
Ya veremos hacia donde se inclina la balanza.
Por lo pronto, sea la admiración lo que domine a los conceptos vertidos en torno a las acciones y decisiones tomadas por las mujeres de la política tlaxcalteca, que ya superaron los límites de lo local.
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