Estamos a una semana de la elección federal y las acciones oficiales y partidistas muestran su contenido, clara y diáfano.


Sería temerario suponer que existe colusión entre radiodifusores y autoridades de Tlaxcala, pero cuando uno se encuentra con que la XETT dedicó 72 por ciento del tiempo a partidos al Social Demócrata, se piensa mal, muy mal de quienes tienen las pautas en sus manos.

Ya sé que unos echarán la culpa al IFE y otros también y que a final de cuentas será la mejor coartada, sencillamente porque es lo más cercano a la verdad. Hay que ver si aquel 72 por ciento del que disfruta el PSD obedece a la pauta oficial y en su caso –que es muy probable – la causa por la que tuvieron que sacrificar a PRI a PRD, en vista que el PAN, en Tlaxcala, está por encima de cualquier competencia.

A una semana del importante compromiso con las urnas nos queda claro que lo más probable es el arrasamiento de los tres distritos por parte de los candidatos del albiazul como una necesaria acción que el panista Héctor Ortiz desarrolla en afanosa búsqueda de la embajada que le permita ver su obra en perspectiva y colocarse como uno de los más añosos colaboradores cercanos del Presidente.

Falto del principal activo del calderonismo –que es la juventud – sin embargo el gobernador de Tlaxcala conseguirá con la suma de tres diputados tres a la causa del michoacano un peldaño más hacia la cumbre de los afectos de este, y lo está aderezando con la solidaria suma a de Daniel Herrera Murga a la inexorable derrota de la candidata panista a la gubernatura de Colima.

Quizás por la avanzada edad y los problemas propios de alguien que busca la exclusividad, al secretario de turismo le asentó el clima de las tierras colimenses donde, a lado de Juan Carlos Rico Rondero, entre otros, encarna la otra cara de la moneda respecto a lo que se vive aquí en Tlaxcala.

No es lo mismo arrasar en una elección federal, a perder, pese a los grandiosos deseos de sobresalir y la recomendación de alzar la mano lo más que se pueda para que los operadores del calderonismo se den color de quiénes se solidarizaron con la anticipada desgracia panista en aquella pequeña entidad, así como para anotarlos en la lista de meritorios, junto a quien determinó que se trasladasen a esa paradisíaca tierra.

Y mire cómo se arreglan las cosas. Herrera Murga sencillamente no cabía en Tlaxcala… ya ve que su histerismo lo hace un sujeto peligroso y hasta desdeñoso, como bien pude dar cuenta un señor de apellido Pérez Carro, quien hubo de traer en su boca el zapato de Daniel cuando este, de gira por España y en un hotel Meliá, lo arrojó a una sala donde la presencia de muchos resultó humillante para el subordinado de la Sectur, obligado a ir como un perro a recoger la prenda.

Yo creo que esos excesos hicieron que el director de la orquesta tomase la decisión de mantener a Daniel a buen resguardo pues lo que menos le conviene en este momento son los conflictos. Entonces, lo subió a un avión, lo envió al paraíso colimense y le dio la bendición para que aquí no estorbara.

Ahora, otro grupo que logró ascender al nivel que con afán buscaba es el encabezado ahora por Raúl Cuevas Sánchez, inminente procurador general de Justicia de Tlaxcala, a quien las cosas le facilitaron la llegada a una de las áreas estratégicas del gobierno en un tiempo muy especial, como lo es el fin del sexenio.

Enhorabuena al flamante señor procurador y que sea su sencillez la constante que le acompañe en esta formidable aventura de poder.

Perdón por el adelanto, pero, qué le podemos hacer cuando enfrente le ponen a alguien como Cesareo Santamaría, tan de plano cándido (por no decir otra menos tierna) para que los señores diputados tomen la decisión.