De qué manera volverá a ver a los pobres como la despreciable capa social a la cual nomás le da por pedir, si ahora tienen a quien recurrir.

Pues Lorena Cuéllar y su muy anticipada campaña a gobernadora, disponen de tiempo suficiente para actualizar el espectáculo ochentero encabezado por la nostálgica Arianna. Ya ha de estar en fila Napoleón, para completar su mancuerna de cantantes de cabecera.

Pero aún con ese espectáculo retro, la Cuéllar consiguió mantener encendida la veladora en el altar de una buena cantidad de seguidores, a los cuales aprovechó para decirles que el PRI ya es un recuerdo en su carrera.

Ahí estuvo Lola Padierna, la secretaria general del PRD, a quien no deja de sorprender lo valioso de su adquisición desde el ámbito electoral. Ni mandada a hacer… la hoy senadora electa por Tlaxcala cayó en blandito con esta izquierda que no quita el dedo del renglón en su reclamo por el cínico fraude mediante el cual no nos va a quedar otra que aceptar en Los Pinos al Presidente de la ignorancia.

Lorena y su sueño de convertirse en la Evita Perón del Altiplano de México, asistiendo a los viejecitos (una de sus más efectivas estrategias de promoción), haciendo lo mismo con los niños pobres y las mamás solteras, y las personas con alguna discapacidad.

Como puede usted ver, la clientela es amplia.

Además de ser un golpe en pleno rostro al gobernador Mariano y sus frustrados intentos por sepultar la carrera política de quien hoy es su declarada adversaria, hay un personaje más a quien las circunstancias obligan a aplicarse a fondo: Mariana González Foullón, la presidenta honoraria del DIF a quien la pasada elección dejó el reto más serio de su carrera falta de inspiración.

Sin proponérselo tiene ahora una gran competencia: la senadora Cisneros a quien le falta tiempo para meterse en el ánimo de los tlaxcaltecas.

Es una tremenda cuña para que el gobierno marianista se ponga a trabajar. Y deje de lado el conflicto. Y deje de culpar a todos por su falta de éxito.

Joaquín, obligado retiro

Sería lo mejor. Como torero aficionado que es, sabe de los tiempos que ha de darse al bicho.

Hay evidencias de sobra que lo llaman del otro lado de las tablas. Su protagonismo se apaga. Ha llegado el tiempo de vivir una vejez digna. Es cruel, pero el cambio generacional hace lágrimas entre los políticos.

Pero en este mundo aparte de las familias millonarias por herencia, queda claro que puede legarse el poder y los bienes, pero el talento… ese no sabes en manos de quién va a quedar.

Ojalá quien hoy toma el micrófono incluso para propagar su desafinación pudiera alcanzar la felicidad completa. Pero no. Hay razones de mucho peso que ha de llevar en lo más profundo de su corazón.

Mariano… para que la cuña apriete

Números alegres de la secretaria de Desarrollo Económico, cacarean un crecimiento promedio de cinco por ciento en la más reciente lectura del INEGI.

Y yo le pregunto a usted. ¿siente su familia los beneficios de ese presunto crecimiento económico?

Teniendo Mariano el gran reto de aminorar el impacto social de la senadora esta incómoda de Lorena, su política hacia «el tejido roto», tiene que modificarse así de pronto.

No habrá más opción que dominar a esos demonios internos, por meses apoderados de cada acto, de cada frase pronunciada, de cada desplante hecho.

Llegó el coco, mejor dicho, la coca, y el lobo estepario tendrá que aprender a socializar pues el estilo de hombre maduro, raposo, que fuma cigarrillos sin filtro (bueno en realidad no lo hace… no debe) y que consume el licor más fuerte (tampoco), pasó de moda, como no ha ocurrido con la trilogía de Batman.

¿Qué veremos?… el mismo enfrentamiento que culminó en tragedia para el PRI, o un mandatario consciente que sus fuerzas flaquean de tanto rencor acumulado, al grado que no tiene más opción que modificar sus formas esquizofrénicas.

Lo segundo es más productivo.

Significa madurez, esa que no se alcanza con el paso de los años (al menos en casos como el del señor que nos gobierna).

No tiene opción.

Él mismo generó al enemigo que le hacía falta para detener su conducta ingobernable.

De otra manera no puede funcionar.