La neta que ocasionó a la panista Rosalía Peredo dar los votos de su PS al PRI; ó, la tarde de las cachetadas…
Qué ocurrirá con la senadora panista Rosalía Peredo Aguilar. Cíclicamente tiene cambios de actitud evidentes de alguien o convenenciero o visceral. Y son los procesos electorales cuando más se le advierte esa actitud.
En esta elección ordenó apoyar a la priista Blanca Águila Lima, de ahí que sus seguidores del «Partido Socialista”, cuyo registro le regalaron hace poco, trabajan para la causa del PRI en Tlaxcala.
Usted me puede decir que cada quien hace su voluntad respecto al destino de los votos de sus seguidores. Pero no olvide Rosalía al PAN como el partido que la llevó al Senado. Y ya se de su desgastado discurso en el cual afirma que nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira….
De luchadora social-invasora de haciendas se convirtió en legisladora del partido de los empresarios. Y en esos días se cansó de platicar sobre los libros acabados de leer en los cuales los políticos con tendencia socialista, resultarían chafas si no se colgaban el milagrito de pro empresarios, pues así lo dictan los cánones con los que ella rige su actuación.
Pasaron tres años y hoy, a esos cientos de simpatizantes suyos que conforman al Partido Socialista los envió a apoyar a la adversaria de la panista Perla López Loyo.
Cualquier miembro de Acción Nacional atribuiría al pragmatismo de semejante ser el drástico cambio de dirección en los muchachos comandados por ella para asegurar un botín de carácter político.
Pero no fue así. Fíjese que tal decisión obedece a una sesión de cachetadas, vulgares cachetadas intercambiadas entre la seño Rosalía y la seño Perla López Loyo. Hasta uno se pregunta si esas seños tienen la calidad moral para representarnos en el Senado (una que ya está y la otra que va para allá).
Corrían las campañas de 2006. Por orden del gobernador Héctor Ortiz, todos los candidatos debían hacer proselitismo juntos, para ahorrar lana. Pues resulta que en uno de tantos actos de campaña se van encontrando ambos personajazos y sin pedir autorización al respetable, se fueron haciendo de palabras y, de estas pasaron a las acciones.
Y al ritmo de la cumbia de los luchadores… el santo, el cavernario, blue demon y el bulldog…, la émula de la luchadora de los precios bajos y candidata a diputada federal(o sea Perla López Loyo) se le va a la papada a la entonces gemela de Paquita la del Barrio.
Y que la descuenta… y sus reflejos fueron tan rápidos y furiosos que doña Rosalía no pudo reponerse. Corren versiones que hablan de escenas dantescas, caras de susto, ríos color púrpura, pero la mera verdad es que la agilidad de doña Perla se impuso a la sosedad de doña Rosalía.
De aquellas cachetadas proviene la orden para dar los votos del popular Partido Socialista (ajá) a la abanderada del PRI, Blanca Águila.
La muy hábil Rosalía ganará entonces por partida doble. Primero quedará bien con su supera amiga Beatriz Paredes, de quien ya se dio cuenta cómo aprecia a Blanca. Y en segundo lugar, supone que ya todos nos olvidamos de aquel intercambio de metralla entre ambas estrellas pugilísticas que con todo y el papelazo ante el respetable, de todos modos insisten en la posibilidad de contender por la candidatura al gobierno de Tlaxcala.
Por eso, es importante que entre las obras de gran impacto propuestas por las autoridades para financiarlas con los millones que preste Banobras, la edificación de una arena de lucha libre operada por el dueño de la voz más tipluda de la radio y la televisión, llamado Arturo Rivera, sí el del negociazo de la triple A.
Y cada fin de semana, la lucha estelar deberá ser protagonizada por la senadora todavía en funciones (¿todavía?) y la diputada que quiere ser (¿otra vez?).
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