Cuando Mariano González Zarur, era candidato a gobernador, tal vez el tema en el que más material recogió, fue el relativo a la justicia… la encontró hecha un infierno y juró hacer los cambios pertinentes. Y cumplió con hacer el cambio; hoy el negocio tiene otra directriz.

Es una cadena de favores en la cúspide del atropello. Es un golpe de arrogancia a quienes siguen creyendo en la democracia, pero resultan en shock al ver que la complicidad de poderes mantiene cerrado el portón del Palacio de Justicia a todos aquellos ingenuos abogados que se sienten con derecho  a participar en el reparto del botín.

Buena parte de su vida la han pasado en la élite del Poder Judicial. Y no es de suponer el hecho que su hacienda era una, antes de ser magistrados, y otra, ofensiva por el exceso tras la oportunidad de calentar la butaca y jugar a la política de grupo.

A aquellos miserables que involucraron voluntariamente o no, su vida en las decisiones tomadas por personajes del tamaño de Juanita Munguía Herrera y Mariano Reyes Landa, seguramente les fue negado el lado amable de la existencia.

Y dicen que hay casos peores en el palacio donde a veces, (¿?) llegan a lucrar con del dolor de los ciudadanos… alguien llegó hasta a hablarme de un tal Tito y su conducta alejada de lo admirable.

Pero en esta exhibición de pisotear al gremio y despedazar al que se deje, vale otorgar condecoraciones a don Justino Hernández Hernández, el mismo que impulsó el convenio aquél en lo obscurito para regresar a la labor a los magistrados aquellos separados legal y generosamente de funciones.

Y en cuanto hubo chance de meterlos de nuevo a la plaza, lo hizo. Cumplió su palabra. Les agradeció el apoyo en su momento, para reelegirse en la presidencia del Tribunal.

¿Cuánto costará una plaza como Tlaxcala?

¿Cuánto producirá al día a personajes de estos, acostumbrados a partir de la rutina al baño matinal en leche de burra y a la ingesta habitual de caviar a costa de amargas lágrimas de aquellos que han perdido patrimonio o libertad porque la vida los colocó en el sitio equivocado y a la hora menos agraciada, ante depredadores encargados del resto?

Conste que uno de los compromisos de González Zarur en campaña, fue hacer hasta lo imposible por enderezar el entorno más que chueco en el ámbito de la justicia.

Y se organizaron ene foros. Y el enconces candidato tomó nota. Y se trataba de remediar el problema.

Una vez en el poder, el negocio cambió de manos. Nada más.

Por causas como estas, con frecuencia  toca fondo el temperamento marianista a prueba de jodidos.

Y en un estado salvaje, se alienta el surgimiento de grupos bien organizados, listos a defender su parcela de poder, sabedores del apetito insaciable del ente que se tornaba en un gobernante de cambios positivos.

Recularon con la ley mordaza

De mentes lúcidas como ninguna salió aquello de los “reportajes completos, con fuentes correctas y escritos de manera ética”.

La intentona por normar el quehacer periodístico bajo extraños criterios con la encomienda de cuidar, “el buen nombre y la honorabilidad de los servidores públicos”, fue a dar al relleno sanitario… donde suele ir este tipo de iniciativas alentadas por la intolerancia y creyentes que el ejercicio periodístico corresponde a un sub estrato.

Hay que ver el fondo donde se origina el desprecio a los periodistas.

En su momento, el candidato Mariano González Zarur, propuso conseguir créditos a para los comunicadores, de tal suerte que pusieran changarros, dignificaran su vida. Y luego devolvieran el dinero conseguido.

Es esa la manera de ver al gremio.

Una especie de turba, a la cual ni siquiera se le puede considerar el nivel otorgado a los peones.

Los escribas de Mariano, propusieron entonces, la iniciativa de ley mordaza entregada al Congreso, bajo el supuesto de germinar a través de la presentación hecha por un remedo de legislador.

Como era de esperarse el gremio periodístico lo llenó de críticas y el curioso diputado tricolor no tuvo más opción que perderse en el laberintoso mundo al que pertenece.

Hoy resulta que el Congreso aprobó la nueva ley de Acceso a la Información Pública por unanimidad de votos.

En otras palabras, el minúsculo representante popular que en su tiempo se enfundó en la piel de defensor del buen nombre y honorabilidad de los servidores públicos, con el tiempo se dio cuenta de la metida de pata que estaba dando y optó por unirse al coro de la unanimidad.

Lamentamos que se haya prestado a la presentación de semejante bodrio, y permitido ser usado como señuelo en este nuevo mar, donde las deidades versión pirata no tienen otro destino más que ser devoradas por una opinión pública harta de la imbécil conducta de políticos en el supuesto de los engañadores perfectos.

Recordamos a quienes se permitieron ver a los medios de comunicación como un sub estrato que, buena parte de su triunfo electoral se debió al análisis serio con manufactura local que vio en el hoy gobernante como lo menos malo de los tres que disputaban la gubernatura.

Qué bueno que la clase política abrió los ojos. Mejor que la ley mordaza haya ido a dar a la basura.