Se necesita el concurso de funcionarios de la talla del secretario de finanzas, de la titular de Secte y del director del C-4 para hacer que el gobernador quede mal, de veras mal ante una multitud de causantes cumplidos que reclaman la entrega de sus nuevas placas de circulación.


El entusiasmo de unos 160 mil automovilistas por recibir sus nuevas placas de circulación se ha visto opacado por la tardanza de las autoridades para entregar el producto por el cual ya cobraron 591 pesos más 236 por concepto de refrendo.

¿Cuál es la causa de la demora, si el esquema de gobierno es gerencial?

Teóricamente las indicaciones del contador-gobernador a sus subordinados fueron muy claras: limitarse a administrar. Sin mayor complicación.

Ah, pero hay que ver la indescriptible capacidad de la burocracia subordinada para perjudicar cada proyecto encargado. Es una habilidad fuera de este mundo.

De las nuevas placas, por ejemplo, la secretaria de Comunicaciones y Transportes, Gisela Santacruz, asegura que ahora sí contarán con un chip, más inteligente que el promedio de los funcionarios marianistas, capaz de lanzar mensajes codificados a las antenas de primer mundo, adquiridas, con el único fin de interpretar ese avanzado lenguaje que le platico.

Pues qué bien, verdad.

Pero, ¿y las placas… y las antenas para localizarlas?

Nada más nos las imaginamos gracias a las formidables descripciones hechas lo mismo por Ricardo García Portilla, el secre de Finanzas que por la propia Gisela, quien a su vez involucró a Benito Hernández Fernández, titular del C-4 para cerrar el círculo de beldades respecto a las famosísimas matrículas mandadas a hacer a Yucatán (tal vez en uno de los románticos encuentros al más alto nivel).

¿Se ha dado cuenta que crecen los fenómenos como el de las placas?

Y el gobierno pierde credibilidad.

Clausuró el Tribunal Laboral, y ha tenido que recular. Hizo lo mismo con la Central de Abasto de Tlaxcala y, hoy se apresta a pagar una fortuna por concepto de indemnización y otras penalizaciones.

Clausuró la construcción de la Plaza Bicentenario y hoy no sé qué espera para retirar los sellos y así permitir que los trabajos se reanuden, pues la justicia federal concedió un amparo a la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT) para seguir con el comodato otorgado por el gobierno de Héctor Ortiz Ortiz.

Basados en la cauda de pifias en estos primeros quince meses de gobierno, las fallas son una constante.

González Zarur, debe dar un golpe de timón para dejar de perder terreno ante los ciudadanos.

No se trata únicamente de la impuntualidad en la entrega de las nuevas placas de circulación.

Tiene que ver con las heridas causadas a su propio partido en mayo del año anterior, cuando gritó a todo pulmón no tener deuda alguna, ni siquiera con el instituto político con cuyos colores contendió y ganó al PAN la pasada elección.

Lastimar, humillar, dañar, desconocer, son acciones que con el tiempo se convirtieron en deporte, y aunque generalmente tuvieron desenlaces adversos no han salido de esa percepción de la colectividad, en la que va incluida la propia burocracia a su servicio.

Mire usted, a propósito de las placas y el incumplimiento en su entrega, en este espacio revelamos acciones de maltrato a los servidores públicos… algo que no tiene nombre, ni registro en la historia moderna no sólo de Tlaxcala, sino del país.

El dato pretendió verse como un atrevimiento de parte nuestra y nos costó ser llamados por la procuraduría ante la queja de los personajes, hasta ese momento supuestamente maltratados por su jefe el gobernador.

Hace unas semanas, durante los informes regionales de don Mariano, este reveló ser asiduo golpeador con sus subordinados: “yo les doy sus coscorrones”, confesó riendo ante ciudadanos incrédulos.

Se nos advirtió que para evitarnos problemas sería causa de sanción volver a mencionar el término: «el secretario de los zapes”… pero ya ve usted, el propio autor de esos zapes se encargó de echar abajo las acusaciones de su secretario de finanzas.

¿Qué va a pasar hoy, cuando el proceso de emplacamiento es un rotundo fracaso?

¿Quién se esmera en recibir dosis de zapes?

Gisela Santacruz, aseguró que ya pagó 80 por ciento de los 200 mil automovilistas. Es decir, 160 mil han desembolsado 827 pesos por las latas y el refrendo… pero no vemos para cuándo lleguen las llevadas y traídas nuevas placas.

Como puede usted observar, se necesita del concurso de muchos para lograr las pifias.

Hoy los responsables comienzan con la titular de Secte, Gisela Santacruz, pasan por finanzas y hunden a Ricardo García Portilla, y dan la bienvenida a Benito Hernández Fernández, del C-4.

Sin embargo el que queda mal es Mariano.

Y los que ya pagaron, oiga pues están justificadamente molestos.

Adiós a Arzaluz

Para el temperamento marianista sencillamente personajes de la talla de Arzaluz Alonso, no prosperan.

Al frente de la Coordinación Estatal de Ecología tuvo un papel demasiado modesto. No queremos decir que no hizo nada, pero sinceramente no veo que haya disminuido la contaminación o, que la corrupción en los centros de verificación vehicular haya desaparecido.

Lo que me preocupa es que a dicha coordinación llega un señor de apellido Lima, no tanto en atención a sus capacidades –de las que nunca dudaré- sino como cuota en el reparto del pastel a uno de los personajes más siniestros de la política tlaxcalteca.

Si Mariano considera que premiar a Ariel Lima Pineda, colocando a uno de sus hijos al frente de una instancia harto sensible a los ciudadanos es una forma adecuada de manejar ese capítulo en la víspera de la elección, siento decirle que se halla en un craso error.

Atrapan a ex colaborador orticista… huy qué miedo

Ciertos medios a modo maginfican notas que, no dejan de ser delicadas pero denotan el hambre de quienes lo firman.

Resulta que el secretario particular del anterior titular de Sefoa, fue encarcelado como resultado de una denuncia penal.

El hecho no es para menos, pero la receptividad de blogeros y gentes con tecnología de vanguardia nos lleva a pensar en lo chafa que resultan en el largo plazo (y en el corto también).