Cuando a los candidatos del PRI les llueven reclamos debido al cruel y a veces errático estilo marianista de ejercer el poder, hábilmente se opta por el tema Peña Nieto y su inigualable éxito estadístico… es mejor que entrar en improductivos detalles.

Sería impensable separar la mala influencia del gobernador Mariano González, de los candidatos de su partido, pero como nunca es necesario.

Y hay de aquél abanderado sin estructura propia para promoverse. Creer que el respaldo de su partido es suficiente para obtener buenos resultados en la urna es un rotundo error.

¿Habrá entre los candidatos algún valiente que presuma logros del actual régimen para ganar simpatías?

Yo creo que no. Un impasible voto de castigo sigue a todos lados a los hombres y mujeres del PRI. Y si alguno de ellos confía en su partido y en el sincronizado sistema de antes para impulsar su proselitismo le aguarda la amargura, al darse cuenta que los ladrillos colocados en cada jornada, van a dar al suelo con las frecuentes pifias del marianismo y su singular equipo de asesores.

Viene entonces el necesario efecto Peña Nieto. Con él se logra equilibrar la pesada sombra local, pero insisto, aparece la necesidad de contar con puentes y carreteras propias si se tiene un mínimo de sentido común.

La deformación es de fondo. Inicia desde el mismo palomeo. Unos resultan beneficiados con el dedo/yerro y otros han de ser sacrificados. Tuvieron la mala suerte de confrontar los estados de ánimo antepuestos a cualquier análisis con tantita seriedad.

Así, unos con mérito de sobra y otros, sorprendidos por alguna ocurrencia de carácter cupular que acabó por mandarlos inermes a la batalla, han tenido que surcar los raros caminos, con todo para un triunfo holgado, pero precisados a escuchar toda clase de improperios, por causas ajenas a ellos.

Es el precio del equipo conformado por puro segundón. Desde el michoacano que ve nada más por su beneficio, hasta el médico con título de secretario, bueno para la compra inflada y para la grilla interna, pero negado a la demasía vital tan necesaria a los políticos con el sueño de no ser macetas incapaces de superar el limitado corredor al que pertenecen.

Aquí se abre la brecha. Estos, de naturaleza cortoplacista, codiciosos y profundamente egocéntricos, carecen de cualquier doctrina –salvo la seguridad que les hace sentir el dinero, fácil y abundante gracias al sistema que ellos mismos han formado-.

Los abanderados, en cambio, cargan adonde quiera que vayan con este lastre, y han de inventar métodos para saltar el tema local del poder. Mejor hablan de Peña Nieto y su inmejorable estadística.

De ello resulta el nuevo lenguaje entre potenciales votantes y aquellos que demandan su sufragio.

En este brinco no ha sido ajena la distancia –cada día más grande- entre el pull de Peña y la arrogancia local, capaz de inducir con sus desplantes la suspensión de eventos como aquel anunciado para el pasado diez de abril en Calpulalpan, cuando aquí anduvieron Josefina y el Peje, haciendo los honores en sendas plazas de Apizaco.

No dude usted que vengan cambios.

La campaña del PRI no ha prendido como suponían. Y si no fuera por el esfuerzo de algunos, esto ya habría tomado visos de tragedia.

No son casuales los focos prendidos en el primero y tercer distrito electoral. Menos lo es la amenaza orticista en el segundo, en contra de un Enrique Padilla a quien esa corriente política considera un traidor.

Y el lío con de la CAT, ¿cómo va?

A la mucha tinta gastada en torno de la indemnización de 320 millones de pesos que el gobierno de Tlaxcala tiene que pagar a Cemex, por incumplir el contrato suspendiendo la construcción de dicha obra, hay una situación embarazosa.

Es muy claro el clausulado de penalización que obliga al gobierno tlaxcalteca a entregar de manera directa el recurso al que ya nos hemos referido.

Pero los bellos de cualquiera se erizan al ver una parte más de las mencionadas cláusulas, muy claras al anunciar la afectación de las participaciones para asegurar las obligaciones adquiridas mediante un contrato signado con una filial de la empresa cementera más poderosa del país.

Tomemos en cuenta la cercanía de la elección.

Imagine el golpe a las finanzas de Tlaxcala y a los compromisos asumidos. ¿Y si la afectación de los más de 400 millones de pesos se da de cara a diciembre, cuando habitualmente Tlaxcala se las ve complicadas para asegurar el pago de aguinaldos y prestaciones al poderoso gremio magisterial?

Acusa Ortiz lanzamientos de lodo a la cara

En entrevista con agendatlaxcala, el panista –por conveniencia- Héctor Ortiz Ortiz, instó al electorado a comparar los perfiles de quienes aspiran a una curul, y se quejó por aquellos representantes tlaxcaltecas del pasado que, ni leían ni escribían, y en consecuencia nunca participaban en las sesiones.

Como si se tratara del cariñoso Peje, el abanderado albiazul perdonó a quienes antes lo tildaban de ratero y con el tiempo hasta se convirtieron en sus aliados. Caso concreto, la senadora Minerva Hernández, quien lo traía marcando el paso y hasta le adjudicó un castillo en Inglaterra, afirmación que según Ortiz, “es una tontería”.

Llamó a Adriana Dávila a aceptar sus errores como causa de fondo para perder la elección de 2010 al gobierno, pues uno busca culpables antes de aceptar la responsabilidad.

Tras dicho ejercicio catártico, el ex mandatario se declaró impulsor de las reformas estructurales en materia laboral y de justicia, tal como lo pregona Josefina Vázquez Mota.

Tal vez la diferencia estructural entre el marianismo y el orticismo, es el tema electoral del momento, pues mientras el ex rector conserva a sus valiosos mapaches, Mariano debe bregar contra la candidez e ignorancia de sus subordinados.