Ver los cuatro minutos del stpot de los niños muestra escenas de violencia, corrupción e inseguridad, pero omite prácticas monopólicas, relación perversa entre Iglesia-Estado y ni de chiste exhibe casos de pederastia con la cual algunos sacian sus más sucios instintos.

Andrés Manuel López Obrador de veras se siente bien en Tlaxcala. Ayer, pese al tremendo aguacero registrado habló más de cuarenta minutos, liberado ya de la improductiva farsa de querendón y cariñoso.

Al PRI le adjudicó el hundimiento del país como ocurrió con el dictador Antonio López De Santa Ana. Del PAN, dijo que le escasea la levadura y, a los medios de comunicación los instó a expresar abiertamente –como se hace en los Estados Unidos- la preferencia hacia algún candidato o candidata.

El dramático cambio en el discurso del Peje no es casual.

Se da al mismo tiempo en que cobra popularidad el spot de cuatro minutos actuado por niños, tras cuya cruda trasmisión, sencillamente los candidatos quedan anulados por el lúgubre escenario que plantean al tiempo de instarlos a no arreglar al país por encimita.

El spot de los niños según especialistas, desalienta el voto de los mexicanos por cualquiera de los cuatro abanderados y trasladaría al primero de julio el mismo esquema de preferencias alcanzado en estos momentos, lo cual significa el inevitable triunfo de Enrique Peña Nieto.

Es la nueva apuesta de los grandes capitales en nuestro país, reclamando inseguridad, prostitución, corrupción y violencia.

Pero los niños no plantean en su actuación monopolios, explotación laboral, pederastia y retroceso a la superada influencia de la Iglesia Católica.

Y mientras AMLO nos sorprendía con sus frases de amor y su enorme corazón lleno de bondad, aquellas mentes brillantes encargadas de apuntalar con complejos mecanismos el retorno del PRI al poder, no perdían el tiempo y apuraban a los grupos de chamacos encargados de actuar sólo una parte de las injusticias que a todos nos tienen postrados.

Se parece al spot de la publicidad responsable que condena la propagación de mecanismos mágicos y fraudulentos ofreciendo resultados increíbles. ¿Puede usted creer que tras esa publicidad responsable se encuentran por ejemplo Sabritas –la gran productora de comida chatarra-, Marinela –el fabuloso horno de galletitas para los jodidos- y la Cocacola, tan buena para hacer diabéticos como para lavar radiadores automotrices.

Los grandes empresarios prestaron temporalmente el poder al PAN pero al ver que no pudieron con el paquete, se aprestan a cambiar de representante.

Y el joven copetón ex gobernador del Estado de México, podría llenar su expectativa.

Por lo pronto, Televisa ha movido sus tentáculos para lograr el llevado y traído spot parcial de los chamacos. Y ante la protesta de diputados y senadores para sacarlo del aire, hasta ahora se ha impuesto el aplastante poder de la empresa de Azcárraga.

Si AMLO no reacciona, como también lo está haciendo Josefina Vázquez Mota –autodefinida como La Jefa que busca un cambio alejándose de Felipe Calderón- la llamada plutocracia seguirá avanzando hacia el nuevo modelo de dominación de un pueblo harto complejo, al cual sorprendentemente se puede manipular usando réplicas de violencia y corrupción actuadas por niños.

Ojalá venga ya otra versión de spot. Una donde podamos ver el terrible lenguaje entre religiosos y políticos; la capacidad de ciertos empresarios para romper la Constitución y, hasta el gusto de otros por llevar carne fresca para saciar sus más asquerosos deseos impuros.

Como aquello es poco probable, sería conveniente aplicar una mirada un poco más detallista a los discursos buenos que parecen malos, y a los spots terribles que se hacen pasar por buenos.

Quitar las grecas de las escuelas

El origen egocentrista de esas grecas no tuvo buenas intenciones y su obsolescencia habría requerido retroceder tres décadas para que la gente no protestara.

Ha sido de tan mal gusto plasmar las iniciales de un político en las fachadas de las escuelas como perjudicial a la economía del estado más pequeño de la República tener que borrarlas de al menos sesenta y cinco planteles, entre cientos cuyas fachadas se convirtieron en un permanente anuncio de carácter electoral, pero descritas oficialmente como un importante logro en el mantenimiento que nunca se había dado a los planteles.

¿Ve usted diferencia entre la práctica del grafiti y lo que nos hizo la actual administración?

Me atrevo a contestar que sí, porque el grafitero se expone a ser detenido por la policía, en cambio el pintor de las siglas del gobernador gana mucho y es protegido por la policía.

En esencia es lo mismo. No sirve para nada.

Pero estéticamente es terrible.