Quién iba a pensar que con el tiempo ASA, Ortiz y Mariano, se vieran con tal recelo si eran los grandes camaradas en la CNC bajo la secretaría general de Beatriz Paredes… qué va, si hoy pudiera, Mariano daría cadena perpetua a Ortiz.
Conmueve el optimismo del senador Alfonso Sánchez Anaya, respecto a las izquierdas y lo que les espera en Tlaxcala el uno de julio.
De ser efectivos los 48 mil protagonistas a lo largo y ancho del territorio estatal para promover el voto por Andrés Manuel López Obrador y defender el triunfo de los candidatos a diputados federales y senadores, Tlaxcala le habrá apostado a la izquierda, una vez completado el círculo que aquí ofrece la alternancia.
El entusiasmo del ex gobernador me remonta a la elección de 2004, cuando su esposa Maricarmen Ramírez García, fue la gran protagonista del efecto dominó de la izquierda en momentos que habrían marcado su afianzamiento aquí –como ha podido ocurrir en la Ciudad de México- y sin embargo esta opción cayó a la tercera posición tras el desacuerdo interno que llevó las ansias de izquierda a los tribunales y allí las disuadió.
Nadie olvida la lucha por la candidatura al gobierno de Tlaxcala, entre Maricarmen Ramírez y Gelasio Montiel.
No debió suceder.
Y la verdadera disputa del gobierno se dio entre Héctor Ortiz Ortiz y Mariano González Zarur. Maricarmen –finalmente reconocida como candidata del PRD- cayó a una tercera posición. Perdió en los tribunales un tiempo precioso. Pero su fracaso era de origen.
Fueron momentos dolorosos para el perredismo porque tras un papel relevante en el sexenio, al final no pudo superar un sentimiento básico de sus protagonistas: la codicia.
Para la elección federal de 2006 el propio Sánchez Anaya se encargó de corregir el rumbo. Se hizo senador encabezando la fórmula ganadora con Minerva Hernández Ramos, su apreciada compañera de partido, ex secretaria de finanzas y estratega en el rotundo triunfo de la izquierda en aquél cotejo del que siempre se creyó que AMLO había ganado, mas la derecha nos tenía reservado el aiga sido de Calderón, razón suficiente para que la izquierda lo considerase espurio a lo largo del sexenio.
¿Quién pensaría que al paso de los meses, los senadores Sánchez Anaya y Hernández Ramos, tendrían tantas diferencias que romperían. Es más, Minerva pasó de una izquierda bien definida –aunque nunca alejada de la casta divina- a la derecha, a lado de Adriana Dávila Fernández, la protegida de Calderón que un día colocó sus manos sobre sus menudos hombros y la presentó en una inolvidable y vergonzosa conferencia de prensa.
Y ASA no tuvo opción más que seguir solo en la brega del capítulo izquierdista en su haber.
Ha hecho un papel destacado. Hasta lo llegaron a ver como opción para encabezar la dirigencia nacional.
Refundó al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y casi me convence cuando culpa al PRI de no hacer nada durante 70 años.
Es que militó casi cuarenta años en el tricolor, cuando su desempeño era observado por la mujer que ha sido fundamental en su vida política: Beatriz Paredes Rangel.
Hubo que observarlos juntos en alguna sala de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos, cuando Beatriz ocupaba el cargo de secretaria general.
Ahí podía usted observarlos: Alfonso Sánchez Anaya, joven, jacarandoso y consentido por la llamada líder. Mariano González Zarur, presumiendo su rebeldía a la concurrencia, pese a los tremendos errores en su vida en el servicio público, invariablemente reparados por quienes nunca lo dejaron caminar solo. Y Héctor Ortiz, el menos favorecido de la alegre mesa, introvertido y leal secretario particular de la singular Beatriz.
Al paso de los años cada uno tomó su camino.
ASA se inclinó casualmente por la izquierda. Lo convencieron amigos suyos que ya deambulaban por la izquierda, molestos porque en el PRI cerraron la puerta al güero de rancho que no le paraba el pico. Y pese a ese arribo, por casualidad, hizo una gran carrera en el perredé.
Hoy, es gente de confianza de Andrés Manuel.
No dudo que ante un eventual triunfo del tabasqueño, el paisano Sánchez Anaya trascenderá en el equipo de primer nivel.
Hoy, su aseveración de 48 mil activistas dispuestos a batirse en la llamada madre de todas las elecciones me parece tan llena de optimismo como siempre ha sido su incursión en los medios.
Si los perredistas fueran un poco menos conflictivos… si no vieran a la libertad como aquel factor maldecido por Tulio Hernández Gómez y su célebre: “tanta democracia nos partió la madre…”, si fuesen menos protagónicos y más disciplinados, tal vez el papel de líderes como el ex gobernador de Tlaxcala entre 1998 y 2004, sería fundamental para la llegada de un proyecto interesante de reconstrucción, así como rezan sus siglas.
Ojalá sean capaces de contenerse, pues suelen ser como los escorpiones… tan letales que ellos mismos sucumben a su veneno.
Rumbo a julio
Y quién iba a pensar que dos ex gobernadores: Héctor Ortiz y Alfonso Sánchez Anaya, enfrentarían a un viejo camarada como Mariano González Zarur.
Quién daría crédito de que, derivado de la insuperable fobia marianista por Héctor Ortiz, hoy este ex priísta viviría un momento tan extraordinario en el proceso electoral.
Quién creería que pese a la alianza inicial, Mariano habría dejado, colgado de la brocha a su primo Alfonso Sánchez Anaya, como suele hacerlo con cada elemento o grupo con quien llega a algún acuerdo…
La intempestiva salida de JJ
Para muchos es un rotundo acierto del gobernador Mariano González Zarur. Nunca dejará de ser positivo limpiar de alimañas los sitios delicados del gobierno.
Hay que ver el reacomodo a que dará lugar el haber privado de semejante herramienta a quien no ha brillado como un astro de honestidad.
Incluso como mecanismo para ganar simpatías rumbo a la elección, insisto ha sido un rotundo acierto.
De los abogados cuesta abajo
Habrá que confirmar la supuesta crisis entre el gobernador Mariano González Zarur y muchos de los abogados responsables de que su administración tenga una estela de casos perdidos.
Al parecer la simpatía acabó para gentes de la talla de Marco Antonio Díaz, Hugo Gaspar García y otros, que cobran como jurídicos de Secoduvi pero con logros escasos… mejor dicho con fracasos abundantes.
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