Perder la vertical como ocurre con más frecuencia con el mandamás tlaxcalteca es materia de análisis serio y profundo pues, esto puede convertirse en el régimen con más desapariciones  o encarcelamientos, según una agenda siniestra cada vez más vigente.

La ira no debería campear en las decisiones de la autoridad; la acorrienta… la devalúa y de plano rompe con el pacto acordado democráticamente entre pueblo y gobernante.

La ira invadió Palacio como la humedad. En este trecho avanzó tanto que es imposible combatirla. No hay sesión sin golpes a la mesa. No hay oportunidad de diálogo, porque el iracundo pierde los sentidos del oído, por supuesto del tacto, y cae en el precipicio de las ofensas, sigue con amenazas y… puede acabar cumpliéndolas porque la violencia comenzó a la voz de ya, a presentarse sin invitación.

¿Qué hace pensar a quien gobierna en el terror, como el método infalible para tratar con pobres, ricos, altos y chaparros?

¿Domina a Tlaxcala una agenda que pasó de la inacción a la agresión, como última parada para la desaparición?

Que lo digan aquellos intimidados por el hoy carente de equilibrio.

Los subordinados obligados a modificar su nombre (el secre de finanzas puede ser el caso más conocido) pueden dar cuenta de la violencia supliendo al diálogo y de los golpes en tanto lenguaje corporal de novedoso código al cual hay que entender si se quiere seguir en este calvario con sede en el palacio de gobierno.

Hace días subió de tono el lenguaje (para variar). Del otro lado de la mesa (la de los golpes) notarios con el pecado de ser padres de otros notarios, pero con patente orticista, vivirían en carne propia –según crónicas palaciegas- la pasión del maltrato, con palabras tan impublicables como violentas (claro, dicen que las amenazas de muerte y de cárcel no se hicieron esperar).

¿Qué gobernante en sus cinco abre la puerta al desequilibrio para demostrar su poder?

Para los que pensaban en traer el sanchezpiedrismo a los años actuales evocando el don de mando y rebeldía de don Emilio… pues cometieron el error de su vida. No hay tal, y sí en cambio la recurrencia a libertades en el espejo del desquiciamiento, marcando el tiempo de poder pleno.

Dichas libertades erizan al más atrevido, pues a nadie se amenaza de muerte como emplazamiento para cumplir una orden. Y a nadie se le muestra la hiel de perder la libertad como seguro escenario en caso de incumplir las órdenes giradas.

Bueno, eso es para los que piensan en autoridades con un mínimo de compromiso social. Para los que se la creyeron con aquello de resarcir el tejido roto.

De un tiempo hacia acá a la palabra la suplió el insulto, a la inversión el dispendio y a la ideal actitud de gobernante que sabe escuchar, los golpes sobre la mesa… tremendos, aterrorizantes.

Qué será de su vida cuando se tope con verdaderos profesionales del desquiciamiento. Como los que actualmente operan en Huamantla.

Entre ellos destacan los apellidos Malacara y Arredondo.

No quiero ni pensar en la energía negativa que se dé al encontrarse el dueño del mando absoluto con estos particulares líderes del desorden.

¿Habrá que dar paso a la desaparición de alguno de ellos (o los dos) porque el señor de los arranques de ira decida borrarlos de un plumazo, en honor a la minusvalía que le representan?

De no poner un freno a los frecuentes desquiciamientos, nos encontramos en los albores de un régimen de terror, donde se habrá pasado de la censura a la persecución. Donde las voces disonantes corran el riesgo de pasar a formar entre los muertos.

Volviendo al asunto de aquellos notarios con sello orticista, habrían sido convocados los retoños de Gonzalo Flores (Marcela Flores), Carlos Ixtlapale, (Carlos Erick Ixtlapale), para exigirles la renuncia de sus hijos. Las condiciones del “diálogo” las hemos citado al inicio de esta entrega (cárcel… muerte).

Días después los aludidos se presentarían ante su alteza (je) para proceder a dicha renuncia. Al ser recibidos y como testigos dos secretarios del gobierno marinista, serían centro de ofensas, recordatorios maternos y hasta la advertencia de desaparecer al notariado del mapa nacional, cosa que agradecería el mismísimo presidente de la República (según el amohinado).

Con ojos desorbitados, los notarios condenados a su extinción intercambiaron miradas, se encogieron de hombros y vieron como el de los regaños desapareció entre los muros forrados de madera y muchos, muchos ademanes ofensivos, acompañados por ese creciente temblor en la diestra.

A esa cita también acudiría Selena Cabrera, sobrina de María del Rayo Cabrera Guarneros –notaria de Tlaxco. Lo presenciado es para no platicarse, pero ha de permanecer en la caja de los malos recuerdos, porque no es posible tanta violencia verbal.

Decíamos al principio, es devaluatorio y conforme pasan las semanas y los berrinches se tornan en agresiones vulgares muy fuera del contexto vigente de la política dentro y fuera de Tlaxcala.

Estas son apenas muestras del cotidiano desquiciamiento. Conste que es el inicio del segundo año, el panorama se torna sombrío.