Para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo. Es la voz popular a la que parece obedecer un gobernador sumiso ante el Presidente, en su primera gira a Tlaxcala, no para entregar recursos extraordinarios, sino para hablar de la metáfora que es sembrar árboles.
Tuvieron que pasar seis meses para que el presidente Felipe Calderón Hinojosa, decidiese hacer una gira de trabajo a nuestra entidad. ¿Quién dudaría que en ese lapso, observó el comportamiento del mandatario Mariano González Zarur?
La cercanía geográfica de Tlaxcala y la garantía de un paraje estimulante para encabezar aquí la siembra de cuatro millones de árboles en 360 zonas del país, con la participación de 100 mil brigadistas, tal vez demandó la primera intervención seria del amo manchis, quien ante los ojos de México y la impasividad de Calderón, dio datos reveladores respecto de la gravísima deforestación, parada en seco en años recientes, cuando nos convertimos en uno de los principales sembradores del mundo, casi once de cada cien arbustos plantados los últimos cuatro años, lo fueron aquí en bosques nacionales, según reveló el Presidente.
Los de Adriana Dávila eran los otros ojos que seguían a detalle, movimientos y palabras de quien le arrebató la gubernatura el antepasado cuatro de julio. Muy a su lado –cual si fuera su guarura- vimos a un Rolando Romero López, evocando aquellos tiempos en que fungía como delegado de la Sagarpa, y en giras como esta jugaba un papel protagónico. Ayer domingo anduvo ahí, de muy bajo perfil.
Lo cierto es que el gobernador de Tlaxcala, canceló la cita que tenía con los líderes de su partido y gobernadores (llegaron 17 de 19) a la reunión donde el punto medular fue expresar la desconfianza del partido (Revolucionario Institucional) hacia Ernesto Cordero, un secretario de Hacienda que, además de aspiraciones presidenciales ha tenido el pésimo detalle de afectar los presupuestos de gobiernos, naturalmente priístas.
Y es en momentos como este, cuando aquello de la orfandad política pesa en serio al amo manchis, quien lejos de unirse al coro tricolor en crítica al gobierno federal, prefirió quedarse en casa, recibir al presidente Calderón, reconocer su liderazgo en materia de defensa al medio ambiente y hasta decirle amigo, como no le pasaba por la cabeza cuando alardeaba de su incontrolable priísmo, a toda prueba.
Muy en su papel, el gobernador de Tlaxcala, invocó a una máxima de su partido, en relación al Jefe de las Fuerzas Armadas: sumisión absoluta.
Más de uno de los que andábamos en el bosque de Tlaxco participando de algún modo en este inicio de la Jornada Nacional de Reforestación, temíamos que al gobernador-hacendado le diera por ponerse a regañar a los presentes.
Pero no, al contrario. Vimos el lado sereno de Mariano, con el que siempre debería actuar.
Reafirmé la tesis aquella, en el sentido de que a los tipos rasposos, mandones y malhablados, hay que verlos menos, porque si ocurre lo contrario… no te la acabas con ellos.
Es una especie de olfato dedicado a localizar a personas temerosas, a quienes ante la mínima muestra de debilidad sobrevienen regaños, castigos y la infaltable subestimación. Todo esto es como un alimento para el ánimo del amo, quien no dudará un instante en colocar a sus víctimas en su redil.
Por el contrario, cuando se topa con el aparato de seguridad y la apostura de personajes como el Presidente, pues no le queda otra más que: “sumarse, sumarse y sumirse”, como él mismo lo pregona.
No creas que le faltaron ganas para invitar a Calderón a su rancho, nomás para demostrarle cómo trata a sus subordinados. De seguro le pasó por la cabeza. Y quién quita hasta hubiera aguantado vara, si la seño Adriana llega de invitada de Calderón.
Beatriz anda de fiesta
No nada más porque la jugada le salió al pie de la letra en la elección de la nueva dirigencia priísta en Tlaxcala, sino por el nivel de popularidad alcanzado en la Ciudad de México, donde es 92 por ciento de los encuestados por Excélsior la conoce y no la reprueba como eventual jefa de gobierno.
Le estimula que su nombre es un factor que cambia la percepción del PRI en el DF, donde remonta la desventaja de seis puntos en contra del PRD, y deja muy atrás a un desdibujado PAN, cuyo nombre fuerte, Demetrio Sodi de la Tijera, no representa competencia alguna para la tlaxcalteca.
Tal vez recuerda usted un aquelarre en un restaurante ubicado en la Vía corta a Puebla, donde un grupo de beatricistas encabezados por Alberto Campuzano Rivero, convinieron en conformar algo así como el comité de tlaxcaltecas en pro de la candidatura de Beatriz.
Al principio andaban algo confundidos y hasta pensaron que era la Presidencia de la República lo que le quitaba el sueño a la paisana, pero en ese mismo encuentro llegaron a la conclusión de sumar esfuerzos hasta verla gobernando a la Ciudad de México.
Alcaldes priistas muestran el cobre
Lo primero que piensan los priístas que llegan a ocupar un puesto como el de alcalde de su municipio, es que nadie podrá detener su carrera rumbo a la gubernatura. Así se las gastan y hasta guapos se sienten, y hasta se dan el lujo de generar escándalos de faldas en las mismísimas instalaciones del ayuntamiento.
Pero en materia de administración, comienzan a ser ineficientes.
Hay casos de estruendo, como el del municipio de Tlaxcala, donde ha sido tanto el retraso en la entrega de las cuentas públicas al Órgano de Fiscalización Superior (OFS) que la comuna ya debe cuatro tremendas multas ante semejante incumplimiento.
Ni qué decir del ayuntamiento de Huamantla, donde los escándalos y la frivolidad llegaron para asentarse en una alcaldía que muchos creían en buenas manos, luego que Carlos Ixtlapale, ganó la elección el pasado mes de julio.
Post Views: 19