El tema debe tomarse con toda seriedad pues, los yerros constantes y las incongruencias, una tras otra, no necesariamente obedecen a una conducta predispuesta… puede ser producto de una seria afección neurológica
La salud de nuestras autoridades va de la mano con su rendimiento. Restar importancia a la enfermedad de Parkinson que desde hace años afecta al protagonista de la actual administración, sólo mostraría el querer desentenderse de un tema fundamental en lo que cada vez más sectores de la política consideran un comportamiento con recurrentes crisis erráticas.
Una joven colaboradora muy cercana, confesó hace poco haber sido víctima de una inexplicable pero dolorosa golpiza de parte de su jefe. Cualquiera que haya sido el pretexto jamás justificará una conducta violenta.
Hay un funcionario (el secretario de los zapes) con un calvario semejante al expuesto; incluso con reiteradas renuncias, a las que invariablemente siguieron actos de convencimiento para aplicar la dosis necesaria de resarcimiento de tejido social roto.
Hoy, puede acontecer la más severa acusación en contra de su antecesor y el terrible lío en que legaría las finanzas, pero mañana esperaríamos la súbita encomienda al gobierno federal para castigar aquél comportamiento cuasi delincuencial.
En la víspera de una significativa celebración de toda familia podemos escucharlo hablar de su orfandad política, aunque en oportunidades posteriores haga un rebosante homenaje al ex gobernador Emilio Sánchez Piedras.
Los trastornos neurológicos, como la enfermedad de Párkinson, llegan a nuestra vida sin ser invitados. Provoca la muerte de neuronas en perjuicio de una sustancia llamada dopamina, indispensable para que nuestros movimientos sean armónicos y para que nuestra conducta transite por escenarios de congruencia.
Es una alteración motora progresiva e incurable.
Por eso, familiares, amigos y demás personas interesadas en la salud de un ser con esta enfermedad, no pueden mostrarse ajenos a su progreso. Los medicamentos en este caso se consideran paliativos, pero no logran curarlo.
La mano izquierda de la persona que nos ocupa entra en constante afección de lo que los especialistas llaman control de reposo. Otros síntomas, como la resequedad de la boca, mal humor, cuadros hostiles y rigidez, están presentes.
Y quien lo niegue, peca de soberbio pues se trata de una enfermedad degenerativa que se agudiza a los sesenta y dos años de edad de quien la padece.
Creo que el Poder Legislativo podría dejar de lado cuestiones insustanciales, y analizar de manera seria y profunda esta patología neurológica en un personaje de tal relevancia para la vida del estado.
Ya en el terreno de las acciones, digamos que el cortoplacismo domina la agenda de quien nos ocupa, de tal forma que los seis meses aquellos, transcurridos tras la elección de julio de 2010, más el otro medio año (casi) de desempeño, sin evidencias de un avance concreto facilitado por un indiscutible liderazgo no necesariamente se relaciona con falta de planeación o comportamiento errático.
A esto, los especialistas le llaman memoria de corto plazo.
En este esquema, insistimos, el papel del Congreso es importantísimo.
1.- Dada la conducción con yerros notables, se han formado poderosos grupos al interior del gabinete que, procuran su prevalencia por encima de los demás integrantes. No tienen ningún interés por el estado, y al contrario, pugnan por un beneficio económico personal… los resultados serán funestos.
2.- Con gran habilidad, beneficiarios de esta crisis, perfectamente identificables, inventan conflictos de carácter partidista o grupal. Amplios conocedores y manipuladores del comportamiento de su jefe, adivinan las posibles reacciones. Y las aprovechan.
El escenario, ni pretende ser catastrofista o atribuir males inexistentes a tan importante personaje, pues disponemos de evidencias para demostrar de manera científica su padecimiento de la enfermedad de Parkinson.
Cercano a quien ocupa estos párrafos, el ex gobernador Tulio Hernández Gómez, tiene que enfrentarse a una situación parecida, aunque sus problemas neurológicos no se hallarían en el esquema del Párkinson, sino como una serie de secuelas por traumas, lo mismo en su apasionada afición por los toros, que por las altas velocidades en motocicleta (todos recuerdan la trágica caída en la Ciudad de México que lo mantuvo en un prolongado coma).
Este ex mandatario debió ser internado en un hospital psiquiátrico, tras un penoso proceso legal iniciado por sus propios hijos, debido a evidentes yerros en su conducta, que afectaron su situación patrimonial.
Es apremiante tomar con seriedad el tema, pues la conducta de quien consume productos como, sinemet o madopar, para atender los temblores lo afectan, debe ser observada por especialistas. Y no estamos hablando de un personaje menor.
Hagamos una evaluación seria de este primer lapso de gobierno. Veamos que además de los temibles apetitos de quienes tomaron desde fuera por asalto a Tlaxcala, hay una patología neurológica en la salud de quien sostiene el timón.
¿Sabe?, los resultados son delicados.
Debemos apostar por una cura, aunque dicha enfermedad no la tiene. Entonces, debemos ser conscientes de los altibajos de la autoridad y sus orígenes.
Si lo juzgamos de manera implacable, nada bueno aguarda al destino del estado.
Es mejor conocer y compartir el problema. Buscar soluciones de manera mancomunada.
La realidad no es sencilla.
Llega Noé, las expectativas
Cuando Noé Rodríguez Roldán fungía como líder de la LVII Legislatura, la bancada priísta enfrentó una terrible división. Dos orticistas: Víctor Hugo Cahuantzi y Antonio Velázquez Nava, se asumieron en abiertos opositores al liderazgo de Rodríguez, quien a su vez obedecía órdenes del entonces presidente estatal del PRI, Mariano González Zarur.
– ¿Quieres ver cómo trato a mis subordinados?, preguntó el dirigente tricolor a un compañero circunstancial en una mesa de café.
Aquél respondería con un, “yo no sé” y, como si esto fuera una expresión de asentimiento, sobrevino lo siguiente.
Mariano tomó su teléfono celular, marcó a Noé Rodríguez Roldán, y le reclamó con un lenguaje propio de los carretoneros, la incapacidad mostrada en la bancada priísta para contener el activismo de aquellos orticistas que le platiqué.
– ¿Ves?… así trato a mis subordinados…
Esa fue la placentera demostración del dirigente del partidazo (por cierto, ya como candidato a la gubernatura, perdería la elección frente al motivo de sus mohínes: Héctor Ortiz)
Hoy, al asumir el cargo de secretario de Gobierno, Noé Rodríguez (el de las mentadas telefónicas de su amo) consideró medular el asumir un papel de absoluta lealtad al señor gobernador…
Hay quien piensa que el nuevo responsable de la política interna del estado antepondría mayores compromisos con Tlaxcala y sus habitantes, dejando en segundo término el comprometido y temeroso agradecimiento a su jefe, por la oportunidad.
Pero lo dicho por Noé quedó plasmado como el reafirmado control absoluto, tiranía pues, que nos aguarda como parte del culto personal en que devino este incipiente sexenio de los nulos logros a casi medio año de desempeño.
Y por cierto, que dirá Rubén Flores Leal de ese cambio.
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