A diez meses de detentar el poder (seis antes de rendiré protesta y cuatro ya todo un mandamás) Mariano González, actúa como un suicida. Niega a su partido, ofende, descalifica y en el peor de los casos, golpea. Las facturas comenzaron a llegarle de montón…
Un tema es el profundo placer sentido por el ex gobernador Héctor Ortiz, viendo a cientos de senectos hechos unos energúmenos frente al Palacio de Gobierno, y otro, la dolosa parálisis de la administración encabezada por Mariano González Zarur.
Hoy, la aún secretaria de Gobierno, Anabel Ávalos Zempoalteca, condena la manipulación de viejecitos para ponerlos en contra de González, pero no ha justificado los seis meses echados al caño, luego que su jefe ganó la elección, más los cuatro meses ya con el timón en la mano, caracterizados por una pasividad vergonzante.
Son varios los momentos y las circunstancias de esta tremenda crisis:
1.- Como se recordará, Héctor Ortiz, entregaba en propia mano los mil 400 pesos a cada uno de los ancianos apuntados en su mañosa lista. Que esta daba chance dobletear a unos y, tripletear a otros, pues resultaron excelentes promotores de una causa política haciendo a un lado su edad.
De esa forma mantuvo vivo el vínculo con un sector social, tan efectivo como la red de mujeres, tan leal como la burocracia a su servicio y lo mejor para sus intereses: realmente barato, pues sus ingresos los completaba haciendo, y cacareándolo, descuentos a los sueldos de los servidores públicos.
2.- Otro sector aprovechado desde el ámbito electoral fue el campesino. Tractores, implementos, fertilizante, invernaderos (la mayoría quedó a medias) y hasta computadoras, fueron entregados a ejidatarios y pequeños propietarios, en tanto una inversión más, para aprovecharla al momento de ir a las urnas.
3.- La maquinaria orticista fue capaz de mantenerse lubricada y presta a entrar en acción, pero enfrentó una serie de imponderables. Primero, el presidente Calderón se empeñó en hacer candidata a Adriana Dávila, ocasionando el primer desencanto, sobre todo de los operadores. Luego, ya próxima la elección, vino la advertencia de Beatriz Paredes –entonces lideresa nacional priísta- para no impedir el triunfo de Mariano González.
Entonces muchos de aquellos operadores desencantados trabajaron para el triunfo marianista. Es decir, primero por la decisión presidencial de apuntalar a Dávila, y luego por la intervención de Beatriz, el orticismo colapsó.
4.- Mariano ganó la elección. Pero no estaba preparado para ello. Se sabía David frente a una elección de Estado, maquinada por Goliat. Para su sorpresa las cifras lo favorecieron. Entró en conflicto. El triunfo se lo debía a la mujer que más repulsión le despierta: Beatriz.
En consecuencia, comenzó a comportarse como un suicida. Abrió mil frentes, se declaró huérfano de partido y, atribuyó la falta de éxito de su gobierno a la herencia administrativa de Héctor Ortiz. Si algo andaba mal, la culpa era de quien lo antecedió.
Sólo que sus mensajes fueron tan predecibles como de exterminio al orticismo. Y logró remontar el colapso en el que esta corriente política se hallaba. Mejor dicho, unió en su contra a orticistas, adrianistas, panistas, universitarios, ex servidores públicos y ex operadores políticos.
5.- Ortiz tomaba nota de cada acción. A más de uno le comentó que no era necesario trazar ataques contra su sucesor, pues su propia actitud autodestructiva le estallaría tarde o temprano. A cuatro meses del nuevo gobierno, el propio Ortiz fue incapaz de contener a sus enardecidos incondicionales. Y hubo de ceder a maniobras como la de ayer martes, en la que los ancianos, perfectamente coordinados, movilizados y arengados, se mezclaron con campesinos y, acabaron con la habitual paz del centro histórico de Tlaxcala.
De lo que puede concluirse
Uno por perverso y el otro por… inmaduro, pero vivimos una crisis que nos avergüenza ante todos los estados que, cierto con mil problemas pero los van superando.
Aquí, la disputa por senadurías y diputaciones federales, pudo costar la vida de servidores públicos, en cuya eventualidad, Ortiz habría dicho: “fueron los viejitos, yo no se nada”; y Mariano habría respondido: “fueron los condenados orticistas, manipulando ancianos”.
Pero el gobernador es Mariano González Zarur. Y la responsabilidad por su inacción en estos diez meses desde su triunfo sólo recae en él.
Y el primer saldo negativo lo verá en la elección federal, en 2012.
Por más ofensas y vociferaciones huecas, González debe entender que es el gobernador de todos los tlaxcaltecas. Su comportamiento dibuja a un político sectario, incluso en contra del mismo partido que lo llevó al poder y eso no funciona.
El Ejecutivo tlaxcalteca debe aceptar que su mediocre papel suicida demostrado hasta hoy, comenzó a cobrar facturas. Ahora, muchos lo saben vulnerable y no van a detenerse hasta doblarlo.
Mal hace el libanés-apizaquense en agazaparse y no pensar que tan errático como ha actuado, puede hacerse realidad un movimiento social tan robusto que deba dejar el poder.
Ortiz ya le mostró el músculo. Otros no tardan en hacerlo.
Si persiste en su actitud lépera y autodestructiva, el fracaso lo aguarda. De ello estamos seguros.
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