Da escalofrío el alto grado de violencia de un grupo de sicarios que levantó el pasado ocho de abril a una maestra de la UAT; “el problema es con tu esposo”, le dijeron, tras una espantosa persecución que culminó muy cerca de la ex fábrica San Manuel.
Aunque el nombre de la mujer, “levantada” el pasado ocho de abril en San Miguel Contla, lo desconocemos, otros detalles de este aterrador evento nos permiten hablar con certeza de la incursión del crimen organizado, en contra de una maestra de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT).
Eran aproximadamente las 12:30 del medio día. Un testigo presencial circulaba por el camino que lleva a la ex fábrica San Manuel, donde se encuentran el Instituto Electoral de Tlaxcala (IET) y el Centro de Educación a Distancia de la UNAM.
El ir y venir del rumbo se vio irrumpido por acelerones y rechinidos de llanta de dos vehículos, un automóvil de modelo reciente, huyendo de un grupo de sicarios, y la camioneta donde viajaban estos, con la cual cortaron el paso a la primera unidad, tras golpearla en varias ocasiones y realizarle maniobras que denotan conocimiento y experiencia en técnicas de persecución.
Al auto lo conducía Héctor Martínez de la Fuente, personaje ligado a la UAT, quien después narraría a las autoridades su frustrada escapatoria de aquél comando, cuyos integrantes lo habrían encañonado desde su unidad en varias ocasiones, tantas como intentos violentos de deternerlos.
En su huída, Martínez de la Fuente –quien iría de Apizaco con rumbo a Tlaxcala- supuso que los vigilantes del IET y las demás instalaciones en el ex rancho San Manuel, lo asistirían y, por eso se dirigió allá. Pero ya no fue capaz de lograr su objetivo porque los sicarios lo detendrían donde inicia el bulevar que desemboca en las citadas instituciones, aproximadamente doscientos cincuenta metros antes.
Detenido el auto de Martínez de la Fuente, descendieron de la unidad –que sería del tipo Suburban o Expedition- varios sujetos con armas en ambas manos. Mientras unos no dejaban de encañonar a la pasajera y al conductor, los otros rompían las ventanas de la unidad y sustraían, con una violencia impresionante, a la académica de la UAT.
“El problema no es contigo, sino con tu esposo”, señaló uno de los matones. Lo hizo durante el traslado –cual si fuera un trapo- del auto, a la camioneta. Otro abriría una puerta de esa unidad, a la que fue subida la mujer, cuyos intentos por librarse fueron en vano, pues la fuerza y violencia de quienes ejecutaron la maniobra denotaba planeación.
Aunque las policías (preventiva y ministerial) llegaron al lugar a los pocos minutos, los sicarios ya se habían retirado, llevando con ellos a su víctima “levantada”.
¿Por qué dejaron a Martínez de la Fuente?, ojalá las investigaciones de la Procuraduría de Justicia desenreden este nudo que, por lo pronto tiene indignada a la comunidad universitaria.
Según sabemos, el violento suceso generaría indignación en el numeroso grupo de académicos, empleados y estudiantes de la UAT. Incluso, habrían convocado a una multitudinaria protesta para exigir el esclarecimiento de estos hechos y para dar con el paradero de la “levantada”.
Atreverse a afirmar que la violencia es cosa nueva en Tlaxcala sería inútil. Sin embargo, hoy que el crimen organizado, los zetas, la familia michoacana, son temas que con insistencia abordan familias en su intimidad y ciudadanos cada que pueden, el presenciar un levantón con semejante sincronización, no nos queda más que creer que los responsables serían ex militares, o bien, elementos con sobresalientes recursos para lograr un objetivo, sin importarles los daños colaterales, incluso, preparados para repeler –lo deducimos por el número de armas, dos por elemento- a la policía.
Se habla de por lo menos tres secuestros perpetrados en la presente administración. Como es del conocimiento de todos, se han registrado ejecuciones, con arma de fuego y a escasas calles del zócalo de la capital.
Supondríamos que al haber tantas cámaras de vigilancia en accesos y zonas importantes de la entidad, la seguridad de los ciudadanos estaría garantizada. Mas los hechos me llevan a pensar en la incapacidad de quienes están al frente de herramientas como el C-4, o en una situación confusa sin descartar perversa, pues resulta que el titular de esta herramienta de seguridad, en esos momentos se hallaba en la ciudad de México.
El gobernador Mariano González Zarur, tiene un reto a su tamaño, con la inseguridad desatada en Tlaxcala. Sabemos que cuando algo no le cuadra, primero lo niega y luego, la emprende a regaños.
Pero esto no tiene que ver con las formas temperamentales del divo. Es gobernador para todos y lo que menos nos importa son sus desplantes.
Tiene la obligación de reunir a su gabinete, evaluar hasta dónde ha llegado el crimen en el estado que gobierna y dar al pueblo una cara que hasta hoy no ha sido capaz: la de la humildad para reconocer que como gobernante nos ha fallado y, para ofrecer un esfuerzo sin fin con el propósito de recuperar el equilibrio perdido, en todos los ámbitos, pero sobre todo en inseguridad.
Mariano debe dejar de escudarse en su ignorante violencia verbal y aplicarse a fondo para responder al encargo que con gusto o sin él, el electorado le otorgó.
El levantón a una académica de la UAT, hirió a una poderosa comunidad que, no dudará en poner el grito en el cielo. Ojalá el amo, no responda a esta, que es la peor crisis de inseguridad de su incipiente gobierno con las acostumbradas peroratas, tan carentes de sustancia que cada vez a más, les resultan ofensivas.
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