Entonces, de qué sirvieron las ocho columnas de Reforma, el intenso debate en torno a ese asunto, si con una declaración de desánimo, el mandatario deja su compromiso con los tlaxcaltecas en manos del gobierno federal; al ritmo que vamos, ese mismo cansancio lo mostrará al reclamar la Plaza Bicentenario

Lo deseable habría sido que en ausencia de tinte cubriendo el bigote mejor recortado de Tlaxcala, los razonamientos de un amo más… añoso,  movieran al aplauso al respetable, pues entre otras virtudes custodie del enemigo al patrimonio del tejido social.

Mas al ver desinterés en el caso de Los Laberintos y el agandalle orticista del singular espacio, uno queda anonadado ante la súbita conmiseración del árbol caído, como tildó a su antecesor, Héctor Ortiz, segundos antes de modificar por enésima vez su próxima embestida.

Pese a tratarse de un bien dentro del patrimonio nacional de zonas arqueológicas, era de esperar la defensa local en voz del único autorizado por él mismo para brillar con luz esplendorosa aquí y en China.

Tomó sus canicas, entre las cuales se hallaba la procuradora Alicia Fragoso, y dio la vuelta al asunto de Los Laberintos, no sin antes masacrar a aquellos deseosos de verlo sobre un ring, dándose guantadas con su antecesor.

Al impulsor de las denuncias mediáticas por encima de la inoperancia de su pull chafa de asesores, de repente le dio por ser amable con aquél a quien no se cansa de señalar como el demonio cuyas travesuras tienen hundido al estado.

¿De qué sirvieron las ocho columnas de Reforma y el seguimiento sobre el destino de Los Laberintos, hecho por ese importante rotativo?

Pues de poco, ante un gobernador que alterna la cruz y el acero, según convenga a su estado de ánimo, pero nunca con un rumbo firme, sostenido y definido.

Yo creo que muy pocos lo querrían ver peleando con su antecesor, pese al morbo en torno a la expectativa creada alrededor del rijoso en ocasiones y lobo de las estepas en otras.

Si ese ahínco mostrado ayer de manera tan desagradable se traslada al tema de la Plaza Bicentenario, ya estuvo que nos fue mal con uno de los pleitos manejados como etiqueta del sexenio en su admirable etapa de la intolerancia.

Me da la impresión que el amo se ensaña con los débiles y busca la querencia con aquellos que le provocan jaqueca.

En otras palabras, a sujetos de la talla de su secretario de Finanzas, les enrojece la mollera con tanto zape, pero a otros les ha declarado una arbitraria tregua, no sé a causa de qué.

A lo mejor las incipientes marchas le movieron el tapete.

Y al percatarse del efecto adverso de su política hacia el tejido social, se dijo a sí mismo: mi manchis, pos qué necesidad de andarte haciendo de tantos enemigos, si podemos ser los muchachos chichos de esta película chafa.

Conste que este repentino cambio, ¿de estrategia?, pudiera ser interpretado por sus detractores como otro síntoma de agotamiento, de la mano con su oferta de dejar que sus colaboradores operen sin su molesto bulto, a partir del último de marzo.

Tlaxcala en los últimos lugares

Ayer jueves, con la visita de Marquitos Santacruz Moctezuma, el líder de la Coparmex, el gobernador Mariano González Zarur, vivió en carne propia aquello de que lleguen a tu propia casa a decirte tus verdades.

Por eso, más que declaraciones espectaculares contra la corrupción urge un gobierno con rumbo, con acciones contundentes que devuelvan a los simpatizantes del marianismo la desconfianza sembrada a causa de una falta de concentración en el proyecto supremo, por el hecho de albergar grandes cantidades de resentimientos acumulados a lo largo de los años.

Unos dicen que son tres lustros de frustración. Demasiado tiempo aguardando por la gran oportunidad a la que hoy se le ve con el desinterés como el mostrado con el asunto de los Laberintos.

Esos casi treinta años surgen del tremendo coraje que al entonces joven manchis le ocasiona el ver cómo otra joven, vulgar, desaliñada y hasta pachona, pudo a sus 32 ser gobernadora de Tlaxcala, mientras él, a penas lo pudo lograr… ya pasados sus mejores años.

El negro panorama planteado por el señor Santacruz Moctezuma para Tlaxcala, nos indica que en materia de seguridad y justicia andamos de lo peor.

Un líder agotado y desinteresado es lo que menos haría falta a estas alturas.

Conviene al gobernador cuidar ese detalle. Dar ánimos, como él dice, al tejido social.