El gobierno podrá seguir con que somos el estado más seguro y que la presencia del crimen organizado es un invento de los medios de comunicación, pero la realidad, hechos, ejecuciones y asaltos de comandos armados confirman que Tlaxcala vive la peor ola delictiva de su historia.
Y si bien hoy se percibe que el gobierno lorenista ha fracasado en resolver el problema de la seguridad, en este momento y con una enorme decepción se confirma que los ayuntamientos tampoco pueden con esa grave situación, porque los delincuentes y criminales están desatados y no existe nadie con la capacidad, la estrategia y ya ni si diga la mínima voluntad de contener, inhibir o detener a los maleantes que se han apoderado del estado más seguro del país.
Lo sucedió la semana pasada y la violencia criminal que se ensañó el sábado con la presencia de un cuerpo con signos de violencia en San Pablo del Monte, el intento de asesinato a balazos de un joven en el municipio de Calpulalpan y la ejecución estilo del narco de un presunto capo dedicado a la distribución de drogas en la capital del crimen, o sean, la ciudad de Apizaco y de otro más que controlaba el huachicol en el municipio de Ixtacuixtla , demuestran que la presencia de los maleantes es estatal y que ya dejó de ser exclusiva de unas cuantas poblaciones tlaxcaltecas.
Lo malo y curioso es que todo se agravó con la llegada del marino Alberto Perea Marrufo a la secretaría de Seguridad Ciudadana, tal y como está sucediendo en Apizaco con la designación de otro marino como director de Seguridad Pública, el capitán José Ramón Jacques Mena.
Sencillamente los criminales se alborotaron y se multiplicaron, lo cual es notorio porque los indicadores de ciertos delitos se incrementaron y porque se empezaron a perpetrar hechos que antes no se cometían como las ejecuciones, los asaltos violentos llevados a cabos por comandos armados que lo mismo se meten a casas que a restaurantes o que se dedican a robar automóviles y camiones de carga.
La simulación de las fuerzas del orden para detener y combatir a los criminales es más que evidente y sencillamente ya no se puede ocultar el sol con un dedo.
En los últimos días un grupo armado integrado por seis u ocho personas ha asaltado tres restaurantes en la capital tlaxcalteca, el Vintage, el Bonsai y el sábado a la hora de la comida El Pescador, el cual recurre al mismo modus operandi, dejando en claro la gran incapacidad de las autoridades.
En los dos primeros atracos se valieron de la noche para cometer ese ilícito, pero este fin de semana el hecho ocurrió a plena luz del día y a escasos tres kilómetros de la Fiscalía General de Justicia. Los criminales portaban armas de grueso calibre y estaban encapuchados, lo que generó un enorme pánico entre las víctimas.
Una horas más tarde, en Apizaco donde los habitantes tienen miedo de salir por las noches ante la ola de asaltos y crímenes que ocurren, se concretó la ejecución de Julián M. alias el “El Lobo”, un presunto criminal que según la información disponible era el presunto encargado de distribuir y controlar en ese municipio y en sus alrededores la venta de droga.
El tipo era conocido y era un secreto a voces cuál era su actividad. Siempre se le veía custodiado y era más que claro que la policía de Apizaco jamás lo molestaba tanto cuando gobernaba el PAN con Pablo Badillo Sánchez y como hoy lo hace Morena a través del castrado edil Javier Rivera Bonilla, tan es así que en dos meses el capitán de Marina José Ramón Jacques no hizo ningún intento por detenerlo pese a que el sujeto siempre andaba armado.
La ejecución de “El Lobo” se da luego que los comerciantes de algunos mercados y del centro de la capital del crimen, como se conoce a Apizaco, empezaron a ser visitados por supuestos integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) para dar a conocer que ya están en el municipio.
Coincidencia o no, lo cierto es que de ser ciertos los rumores que la persona ejecutada el sábado por la noche en una plaza comercial controlaba la distribución de drogas, la realidad es que la descomposición que se percibe en Apizaco es grave y resulta alarmante porque los maleantes al parecer llegaron para controlar esa ciudad, lo cual se les está facilitando ante la torpeza e incapacidad del edil Javier Rivera.
El presidente municipal y su lacayo el secretario del ayuntamiento, Juan Pablo Morales Rico alias “El Mazapán”, lo saben y por eso se pasean por la ciudad rielera para presumir que gozan de protección personal por parte de marinos, mientras que los ciudadanos que padezcan la inseguridad que se encuentra desbordada.
Después de ese asesinato, se reportó el ataque mortal por un comando armado al presunto líder huachicolero de Ixtacuixtla, Antonio Guzmán, quien fue sorprendido junto con su hijo en su rancho localizado en San Antonio Atotonilco del mencionado municipio.
Este personaje que falleció en un hospital era otro supuesto criminal que ninguna autoridad tlaxcalteca veía ni molestaba, al contrario era visitado por los delegados de la Policía Estatal de diferentes regiones de la entidad, pues se dice que controlaba el huachicol en Ixtacuixtla, San Martín Texmelucan, Nanacamilpa y Calpulalpan.
Esos dos hechos no son aislados ni son productos de la casualidad. Algo está pasando en Tlaxcala y eso resulta preocupante, porque pareciera que los criminales se están disputando la plaza y el control de las principales actividades ilícitas.
Después de lo que se vio este fin de semana, dudo que alguien niegue que en Tlaxcala existe y opera el crimen organizado.
El silencio del gobierno ante estos hechos preocupa.
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