Bastaron tres años de una fallida estrategia en materia de seguridad para que en Tlaxcala se normalizara la violencia.
A nadie conmueve que aparezcan ejecutados, que un marido asesine a su mujer o que en algunos municipios de la entidad se localicen autos incendiados y con cuerpos humanos en su interior.
Tampoco horroriza que un hermano con aparente enfermedad mental decapite a su joven hermana que era estudiante de la Universidad Politécnica de Tlaxcala.
Y menos que en Tlaxcala se lleven a cabo ejecuciones o atentados con armas de fuego a plena luz del día, como el ocurrido ayer en la población de San Diego Xocoyucan del municipio de Ixtacuixtla, donde dos sicarios persiguieron a un hombre para intentar matarlo.
En su acción, los maleantes lesionaron a una mujer y a su menor hija. La primera recibió un rozón de bala en el brazo, mientras que la infanta fue impactada por un proyectil en su pierna.
A nadie sorprende que una banda haya emboscado a balazos a agentes de la Policía de Investigación de la Fiscalía General de Justicia, quienes llevaban a cabo un supuesto operativo para detener a sujetos dedicados al robo de vehículos.
En la mayoría de los casos no hay detenidos, lo que siempre evidencia que la estrategia de seguridad y los modernos sistemas de video vigilancia no están arrojando los resultados esperados.
Alberto Perea Marrufo, el inútil secretario de Seguridad Ciudadana de Tlaxcala, seguramente permanecerá en el cargo mientras se sigan maquillando los datos oficiales y se mantenga la cantaleta de que la entidad es de las más seguras del país, sin embargo eso de nada servirá para cambiar la percepción de los ciudadanos que siguen considerando que en el estado existe un grave problema de inseguridad que conforme pasan los días, las semanas, los meses y los años se está agravando cada vez más.
El gobierno lorenista nomás no puede con el problema y sigue dando tumbos y cayendo en severas contradicciones.
Sí Tlaxcala es de los estados más seguros para qué comprar una docena de lujosas camionetas blindadas, las cuales ya están circulando por las inseguras calles de la entidad.
Esas unidades a quiénes fueron entregadas para su uso y cuáles son las razones para haberles dotado de esa medida extra de seguridad.
Por qué si estamos en el estado más seguro es necesario que ciertos ayuntamientos destinen fondos públicos a mantener a un grupo de marinos que sólo vienen a galantear y acosar a mujeres.
Sabía que los marinos que disque vigilan Apizaco reciben al mes 5 mil pesos adicionales a su salario y una lana extra los que ahora se desempeñan como guaruras del castrado y mandilón edil neo morenista Javier Rivera Bonilla y su torpe secretario del ayuntamiento, Juan Pablo Morales Rico alias “El Mazapán”.
En materia de seguridad existen ocurrencias y se ve en las acciones que se emprenden, por un lado se exige que los ayuntamientos contraten a policías municipales certificados, pero por otro la instancia encargada de evaluar a ese personal ya declaró que carece de fondos para ese ejercicio y que se abrirá ese proceso hasta febrero del 2025.
Los policías municipales que no están certificados pero que cobran su salario, representan un daño patrimonial para los ayuntamientos porque el Órgano de Fiscalización Superior determina que lo anterior es irregular al considerar ese asunto como un desvío de recursos públicos, lo cual los ediles ya no saben qué haces, es decir, tener ese personal o de plano despedirlo y quedarse sin elementos que vigilen los municipios.
Otra contradicción más tiene que ver con la implementación del mando coordinado en ciertos municipios tlaxcaltecas, acción que supuestamente se refleja en una disminución en los delitos y en la presencia de criminales, pero si es tan efectiva esa estrategia, entonces porque no se aplica a nivel estatal y de una vez por todas no sólo se contiene la ola delictiva, sino que se detiene a los maleantes que operan con total impunidad.
O no lo cree usted.
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