La frivolidad con que se conducen, operan y legislan los diputados y las diputadas de Morena y sus aliados que sólo alzan la mano para aprobar lo que se les ordena es vergonzosa, pues con su comportamiento demuestran que sólo les interesa quedar bien con su jefa la gobernadora de Tlaxcala Lorena Cuéllar Cisneros y con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

 

 

Resulta patético que sin algún rubor los legisladores presuman su sumisión y avalen reformas constitucionales como la del Poder Judicial y la de la Guardia Nacional, fuerza policiaca que formalmente pasará al control de la Secretaría de la Defensa Nacional, sin siquiera realizar un análisis o debate serio y profesional sobre esos temas relevantes.

 

Ambas reformas fueron aprobadas rápidamente sin que los diputados locales por lo menos evidenciaran alguna preocupación para que esos cambios legales se traduzcan en beneficios para los tlaxcaltecas que padecen una nefasta impartición y procuración de justicia y una creciente ola delictiva que cada día golpea con más severidad a los ciudadanos.

 

Si la anterior legislatura estaba convertida en una oficina de trámite del Poder Ejecutivo, la actual no sólo replica ese comportamiento, sino que de plano hoy los diputados están convertidos en figuras decorativas y de ornamento, lo cual en gran medida se debe a que muchos se reeligieron y saben que hace algunas semanas se repartieron vorazmente los recursos del Congreso del Estado y ahora no les queda más que obedecer y callar.

 

Pronto se darán a conocer las cantidades que el obediente diputado ex panista y hoy morenista, Vicente Morales Pérez, presidente del Comité de Administración del Congreso del Estado, repartió entre sus compañeros, razón por la cual hoy los legisladores en funciones no ven que fluyan los recursos públicos como sucedió en la anterior legislatura.

 

Pero volviendo a la actitud entregada y lambiscona de los diputados y las diputadas morenistas, su comportamiento está provocando un desencanto y desánimo entre los ciudadanos, quienes lamentan que ningún representante popular denuncie y se pronuncie por los nulos resultados que hay en la entidad para detener y encarcelar a los criminales que operan libremente, ya que también callan y se muestran omisos para exigir explicaciones y resultados al inútil secretario de Seguridad Ciudadana, Alberto Perea Marrufo y a la fiscal General de Justicia de Tlaxcala, Ernestina Carro Roldán.

 

Si el gobierno lorenista calla ante los feminicidios y los crecientes asaltos violentos, los legisladores tlaxcaltecas hacen lo mismo, lo cual representa una enorme burla para los ciudadanos que al parecer están solos en estos tiempos mientras escuchan que la administración lorenista insiste en presumir que la entidad es de las más seguras del país.

 

Me queda claro que los homicidios dolosos y los atracos violentos aún no son suficientes para el gobierno estatal que no muestra ninguna reacción o la mínima empatía con las víctimas, de ahí que habría que preguntarle a los flamantes, entregados y complacientes diputados y diputadas que cuántas mujeres más necesitan ser asesinadas y cuántas viviendas faltan por ser atracadas por hombres armados para que muestren tantita solidaridad con los tlaxcaltecas.

 

La zona de confort en la que se encuentra los legisladores locales quizá no sea la mejor para sus futuras aspiraciones, porque pronto los ciudadanos y las ciudadanas dejarán de ver y escuchar al presidente López Obrador y eso seguramente influirá en retirar algo de su respaldo a Morena, sus legisladores y a las autoridades emanadas de ese partido.

 

Un dato que deben tener en cuenta es que mientras el aún presidente de México se va con un nivel de aprobación del 77 por ciento, la gobernadora Cuéllar sigue cayendo en su nivel de aceptación ciudadana al obtener un respaldo del 52 por ciento justo cuando su administración acaba de cumplir tres años.

 

Por lo que se refiere a la aprobación de los funcionarios lorenistas, todos están reprobados y ninguno destaca o es reconocido por los tlaxcaltecas, quienes han empezado a señalar que en el actual gobierno lorenista existe un problema creciente de corrupción, lo que explicaría la caída de la gobernadora y la mala calificación que obtuvieron sus colaboradores.

 

Los nuevos diputados locales ya están contaminados por la mala percepción que tienen los ciudadanos y las ciudadanas de las autoridades estatales y no dude que cuando éstos sean evaluados también saldrán mal calificados.

 

Al tiempo.

 

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