El secretario de Seguridad Ciudadana, Alberto Martín Perea Marrufo, no convenció a nadie. Vaya ni a su tropa.

 

 

 

Su estrategia de echar la culpa de la inseguridad que prevalece en Tlaxcala a la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros por no lograr, según él, la permanencia ni la continuidad de un secretario de Seguridad resultó un golpe bajo que después intentó corregir ese mediocre capitán de la Marina que, al no conectar su lengua con el cerebro, no tuvo otra emprenderla con su antecesor, Ramón Celaya Gamboa, lo que fue visto como un acto de cobardía, porque es muy fácil hacer señalamientos cuando se sabe que nadie le va a contestar y debatir.

 

Perea Marrufo que se presentó ante los legisladores y legisladoras como la solución al problema de la seguridad y la inestabilidad en esa dependencia que ha tenido cuatro titulares (Alfredo Álvarez Valenzuela, Raúl Ruiz García, Ramón Celaya Gamboa y él) y tres encargados de despacho, resultó todo un bribón que no pudo contestar adecuadamente las preguntas, ya que es obvio que se dedicó a evadir responsabilidades y negar lo que es innegable.

 

Su cantaleta de que Tlaxcala es de los estados más seguros del país ya aburre. La realidad es otra y esa no se puede ocultar con cifras alegres. Dirá misa, pero los crímenes violentos van en aumento.

 

Tan solo de noviembre a diciembre del año pasado la incidencia delictiva creció 5.10 por ciento. De tres homicidios registrados en el onceavo mes del 2023, cerramos con 11, es decir, un incremento del 266.67 por ciento.

 

En ese mismo lapso de tiempo creció el robo de automóviles un 4.17 por ciento y el atraco a transportistas se disparó un 100 por ciento.

 

Los datos no son inventados, pues forman parte del reporte del Centro Nacional de Información del SESNSP, por lo que ese inútil funcionario que forma parte de los foráneos que llegaron a Tlaxcala no podrá decir que la información es falsa.

 

En lo personal creo que a Alberto Martín Perea le quedó muy grande el puesto y que su gestión será tan desastrosa como las de sus antecesores, pues aunque diga que encontró una Secretaría de Seguridad Ciudadana sin capacitación, sin personal, sin elementos debidamente acreditados, con desconfianza y bajos sueldos, lo cierto es que su llegada no ha implicado ninguna mejorar y tampoco algún cambio.

 

Durante su comparecencia, dijo que a su llegada encontró focos rojos de corrupción en la corporación, sin embargo no se sabe de qué esa situación haya cambiado, sobre todo porque en junio del año pasado cuando dos mandos de la corporación fueron detenidos por la PGJE acusados de extorsión agravada (lo que generó la salida de Ramón Celaya de la SSC) se hizo el compromiso de llevar a cabo una exhaustiva depuración y revisión del personal por parte de las autoridades, pero hasta el momento no se sabe de despidos o de uniformados separados por incurrir en supuestas anomalías.

 

Además, los tlaxcaltecas nos seguimos llevando la sorpresa de que los directores de las corporaciones municipales son unas fichitas que operan con el consentimiento de los alcaldes y de Alberto Martín Perea.

 

En julio del año pasado se supo que el director de la policía de Tlaltelulco, junto con otro mando y varios elementos más violaron a una mujer de esa corporación, sin que hasta la fecha los responsables hayan sido detenidos y castigados.

 

Y ya en los tiempos del inepto capitán de La Marina nos enteramos que el jefe de la comandancia de Nopalucan y un elemento más fueron detenidos la semana pasada acusados de homicidio calificado, razón por la cual ya fueron vinculados a proceso.

 

Es obvio que el ineficiente secretario de Seguridad Ciudadana no ha cambiado nada ni ha mejorado nada en lo absoluto, de ahí que su perorata de que con él se ha registrado una transformación y se ha reforzado la estrategia para combatir a los criminales resulta una vil farsa y una pantomima.

 

Hay funcionarios que piensan que pueden engañar, pero se equivocan.

 

Crece conflicto del relleno sanitario

 

Como suele suceder en la actual administración, el problema del relleno sanitario del municipio de Panotla se complicó, sí, porque no se atendió a tiempo y porque se dejó crecer, al grado que un grupo de vecinos y de pepenadores cerró la carretera Texmelucan-Tlaxcala y después decidió arrojar basura a las puertas de la alcaldía.

 

Su molestia radica no sólo en el prolongado incendio, sino en la extensión del tiradero que ha abarcado otras extensiones de tierra donde se depositan desechos sin ningún cuidado o manejo adecuado, lo que según ellos ya contaminó los mantos freáticos y el medio ambiente por los desagradables olores que emanan.

 

Con gritos de que de Panotla no es un basurero, los inconformes dejaron entrever que ya no permitirán que la basura de 20 municipios de la zona sigan arrojando sus desechos en el relleno sanitario, ya que éste llegó a su máxima capacidad y porque las autoridades estatales y municipales han sido incapaces para apagar el incendio que se ha prolongado por días.

 

La emergencia ambiental sigue, al igual que la suspensión de clases presenciales en las escuelas de esa zona.

 

Lo comente hace unos días y hoy lo sostengo, los funcionarios lorenistas no dan una y su incapacidad es manifiesta, o no.

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