Lo bueno de la celebración de dos años en el poder, fue que ayer Tlaxcala celebró el segundo aniversario del inicio de una nueva era en la que la corrupción está siendo reemplazada por la transparencia y la justicia. Este hito histórico ha sido posible por la determinación de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros de erradicar vicios que han minado las finanzas y la confianza en nuestro estado.
Desde el comienzo de su mandato, la gobernadora tomó decisiones necesarias para alcanzar este propósito. Se enfrentó a la corrupción con firmeza, despidiendo a quienes la practicaban y denunciando a quienes habían saqueado a las finanzas públicas y al pueblo. A pesar de las protestas y marchas de aquellos acostumbrados a la impunidad, Cuéllar Cisneros ha preservado su compromiso con el pueblo.
Uno de los primeros pasos cruciales fue la eliminación del fuero para la gobernadora, magistrados y diputados, enviando un claro mensaje de que nadie está por encima de la ley. Además, se estableció la Unidad de Inteligencia Patrimonial y Económica en Tlaxcala, lo que permitió iniciar procesos legales contra ex servidores públicos corruptos.
Pero la administración de Lorena Cuéllar no se ha centrado únicamente en castigar la corrupción; también se enfocó en mejorar la calidad de vida de los tlaxcaltecas. Se pusieron fin a los excesos y privilegios de unos pocos, lo que permitió ampliar los programas de bienestar social. En solo dos años, más de 80 mil tlaxcaltecas han salido de la pobreza y 113 mil ya no padecen hambre, gracias al cierre de la brecha en el acceso a una alimentación adecuada.
También, se abordaron problemas sociales que habían sido ignorados durante décadas, problemas que solo exacerban las desigualdades y generaban conflictos. Cuéllar Cisneros tomó medidas audaces para resolver problemas que habían persistido por demasiado tiempo.
Un ejemplo notorio es la crisis en Pensiones Civiles, que afectaba a trabajadores, pensionados y jubilados. El gobierno implementó Nuevos Módulos Médicos de Salud Integral, un servicio que ha beneficiado a los trabajadores y a quienes han dedicado años de servicio al Estado y la Educación.
Hoy, Tlaxcala es testigo de un cambio significativo. La corrupción está siendo reemplazada por la transparencia y la justicia. La gobernadora Lorena Cuéllar ha demostrado que es posible transformar nuestro estado en beneficio de todos. Este segundo aniversario es un recordatorio de que cuando se toman decisiones valientes, el progreso es posible y la corrupción puede ser derrotada.
Esperamos que este camino de transformación continúe y que Tlaxcala siga avanzando.
Lo malo de la celebración del segundo año de la llegada al gobierno del estado, es que muchos funcionarios lorenistas sencillamente simulan y lejos de representar un aliado se han convertido en una carga, como es el caso de los directores del Cecyte y Cobat, Norberto Cervantes Contreras y José Alonso Trujillo Domínguez, respectivamente, quienes fracasaron en la movilización de ayer y dejando huecos en los espacios asignados para sus instituciones educativas, tal y como pasó con la supuesta priista encargada de la rectoría de la Universidad Politécnica de Tlaxcala, Rosalía Nayelli Pérez Estrada que demostró nula capacidad para organizar y mover a simpatizantes.
Lo mismo pasó con el inútil secretario de Impulso Agropecuario, Rafael de la Peña Bernal, quien fue los funcionarios estatales que recurrieron a la actitud del “tío Lolo” que dejó el trabajo y desgaste a sus compañeros de gabinete, actitud que fue no sólo replicada sino llevada al extremo por Josefina Rodríguez Zamora, secretaria de Turismo, quien después de su viaje a California, Estados Unidos, se presentó en el Estadio Tlahuicole cerca de las 10:30 de la mañana bañada y perfumada supervisando que el inmueble estuviera lleno para sumarse a las porras a la mandataria tlaxcalteca.
Lo peor es que una vez más fracasó el secretario de Gobierno, el ex panista Sergio González Hernández, a la hora de no hacer su trabajo, ya que permitió que los miembros del sindicato 7 de Mayo llegaran hasta las puertas del estadio para protestar contra la administración estatal y prácticamente fue su culpa los conatos de bronca y que los gritos de inconformidad de “Fuera Lorena, fuera Lorena” mancharan el festejo porque nunca dejaron de escucharse.
Sí tal vez Sergio González dedicara el mismo tiempo que emplea para convocar y llevar a cabo reuniones políticas para promover sus aspiraciones al Senado como las que organizó el miércoles y jueves de la semana pasada para atender los problemas de su incumbencia, a los mejor hubiera diseñado una estrategia para contener a los inconformes junto con el secretario de Seguridad Ciudadana, el capitán de la Marina, Alberto Martín Perea Marrufo, quien resultó otro inútil porque sus acciones no sirvieron de nada para impedir que la protesta llegara hasta el Estadio Tlahuicole, hecho que obviamente incomodó y molestó a la mandataria.
Otros funcionarios que también tuvieron un pésimo comportamiento fue la presidenta de la Junta de Coordinación y Concertación Política, Marcela González Castillo, quien dejó su papel de soberbia diputada para asumir el de edecán, el cual lo hace muy bien, pues a toda persona que veía al acomodada o buscando su lugar la abordaba para sentarla en la grada que le fue asignada a fin de llenar los espacios y presumir que había cumplido con su cuota.
La actitud de Eréndira Cova Brindis dejó mucho que desear, pues se pasea por todos lados y se sacaba la foto como buena priista a fin de promover su imagen y dejar en claro que tiene aspiraciones de aparecer en la boleta electoral de los comicios del próximo año.
El que también se vio nefasto fue el engreído secretario de Cultura, Antonio Martínez Velázquez, quien a medio discurso de la gobernadora Cuéllar decidió abandonar el recinto como también lo hicieron cientos de tlaxcaltecas que ya no aguantaban el calor.
Así la celebración de dos años en el poder.
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